Cine-mundial (1916)

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La tarea que a una máquina proyectora corresponde es, como se ve, sumamente delicada. Agréguese a esto que en algunos teatros las máquinas tienen que funcionar por espacio de catorce horas consecutivas y, por consiguiente, deben estar acondicionadas para resistir un servicio rudo, no por meses sino por años. A la compañía que presenta en plaza los proyectores “Standard” no se le oculta que los aparatos de esta índole a veces se confían a operarios inexpertos o poco cuidadosos y que, para neutralizar esta falta de conocimientos o descuido en los encargados de manipularlos, es necesario simplificar todos sus movimientos, reducir al mínimum el número de partes y dar a cada pieza la mayor resistencia posible. Las máquinas cinematográficas de la American Standard Motion Picture Machine Company llenan los requisitos aludidos y tienen además la ventaja de venderse a precios bastante económicos. Poseen al mismo tiempo un mérito cuya importancia resulta difícil exagerar: todas las piezas son permutables, de manera que cualquier operador, por rudimentarios que sean sus conocimientos, puede emplazarlas en su sitio o cambiarlas cuando fuere necesario sin esfuerzo alguno. Con el proyector “Standard” pueden pasarse desde una hasta tres películas de gran extensión, consecutivamente, con menos peligro para ellas que el que se corre con una sola en cualquiera de las máquinas de modelo anticuado. Las cintas de dos mil y dos mil quinientos pies de largo se proyectan con estos aparatos sin interrupción ni pausa de ninguna clase. En los teatros pequeños, donde el tiempo reviste gran importancia, o cuando se trata de exhibiciones al aire libre, pueden colocarse tres o cuatro películas distintas en el mismo carrete y pasarlas sin entorpecimiento alguno, lo cual supone un añorro de quince a veinticinco minutos en cada tanda. El perfeccionamiento logrado en la construcción de estos aparatos es realmente notable, y parece increible que sólo representen la evolución de aquellos . mecanismos endebles y defectuosos de hace siete u ocho años. Entre otras cosas, se ha conseguido eliminar casi en absoluto el desgaste y el ruido, dos de los inconvenientes más molestos de que adolecían las marcas primitivas. Nos asegura la compañía de que nos venimos ocupando que su proyector, prestándole el cuidado de rigor, funciona durante dos años por lo menos sin exigir reposición de pieza alguna. Para beneficio de nuestros lectores, haremos constar que la marca “Standard” está considerada en los Estados Unidos como una de las más acreditadas y, según noticias que tenemos, la fábrica se propone iniciar pronto una campaña activa en todos los países de habla española. Esta campaña habrá de resultar de mucho beneficio para los empresarios y operadores de aquellas regiones, pues el aparato, por la sencillez de su mecanismo, permite ser manejado aun por personas de muy ligeros conocimientos en el ramo y no requiere Taller de pruebas y retoques. CINE-MUNDIAL Taller donde se arman las máquinas. Algunos de los taladros y tornos automáticos. los servicios de un profesional en la materia. De suerte que en las pequeñas localidades mo se tropezará con la dificultad de no encontrar personas entendidas, como ocurre con mucha frecuencia. E Estimamos acertado en extremo el propósito de la American Standard Motion Picture Machine Company, de llevar sus A productos a la América Latina y sería muy conveniente que lo mismo hicieran todos los demás manufactureros de máquinas proyectoras, pues así se daría a los interesados la oportunidad de estudiar cuidadosamente cada clase de aparato, sus méritos O sus defectos, y poder instalar con conocimiento prácticoaquel que mayores ventajas les proporcionase. Hoy por hoy, ese es el campo para que los productores norteamericanos desarrollen su actividad, y hay que confesar que muy poco se ha hecho a ese respecto hasta la fecha. La causa primordial de esta falta de comercio es el desconocimiento mutuo de las partes. Los fabricantes se contentan con el mercado nacional en el cual hacen excelente propaganda para obtener el triunfo de sus proS y ductos, pero han olvidado, cosa inexplicable en una raza de espíritu tan precavido, el cúmulo de posibilidades que se les presentan en aquel extenso territorio, donde la afición al cinematógrafo es tan intensa como en este país, y los empresarios y compradores tienen un desconocimiento casi total de la perfección a que han llegado los aparatos norteamericanos, debido en buena parte a que si acaso los han visto ha sido en catálogos, casi siempre escritos en inglés, de cuyos detalles y explicaciones no pueden enterarse. Cuando cese este estado de cosas, que creemos nosotros ha tocado ya a su fin, y se lleve a efecto una campaña consciente en Hispano-América, el comercio tomará proporciones magnas y servirá de fuerte lazo de unión entre los diversos pueblos del continente americano. La importancia que reviste este hecho de la introducción de buenas máquinas norteamericanas en los mercados de HispanoAmérica, resulta más visible si se considera que en la cinematografía el proyector es factor capital para el buen éxito de cualquier empresa. Puede una película estar dotada de magnífico argumento, puede ser la representación llevada a cabo con todo el arte que se quiera, y puede poseer bellezas en el trabajo fotográfico, pero si la máquina proyectora es defectuosa ninguno de esos méritos resaltará y todo se habrá echado a perder. Tenemos la certeza de que muchos empresarios que han fracasado con buenas películas, por culpa de cámaras inadecuadas, nos concederán la razón en lo que afirmamos. Un buen aparato es cosa, pues, esencial para que el negocio no se vaya a pique. Y a nadie parecería sabio dejar caer una empresa por falta de una mejora que es indispensable para el éxito, máxime cuando en el amplio mercado norteamericano el comprador de la América Latina tiene campo abierto e ilimitado para elegir la máquina que más convenga a sus intereses. Mavo, 19160 R _— —— La DI NO