Cine-mundial (1916)

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presentada en el teatro “Ford” de Baltimore. CINE-MUNDIAL En esta notable película demuestra Bessie Barriscale la versatilidad de su arte, la flexibilidad de su poderoso talento, sus méritos de artista, de mujer moderna, y por coincidencia rara, en los ensayos delante de la cámara, prueba que es una amazona de pura sangre. Fué una escena realística de rescate llena de emociones y peligros. Al ordenar el Director la repetición del “rapto de la monjita Olga por el príncipe Boris,” notó el príncipe (William Desmond) que la hermosa condesa había equivocado su caballo, un animal de muchísimo brío, de muy difícil manejo, a menos de ser gobernado por experto jinete. Iba Desmond a prevenir del riesgo a Bessie cuando el inquieto animal había partido como rayo dando corcovos y saltos y poniendo en riesgo la vida de la apuesta amazona. Pero Bessie sabía cómo entendérselas con el bruto y se mantuvo en la silla hasta el momento en que el héroe, de verdad en este caso, cogió de la brida el corcel y lo detuvo en su carrera. La Barriscale es una mujer bonita, de pelo rubio y ojos oscuros, casi negros, que hacen misterioso contraste, como la diversidad de personajes que interpreta con increible maestría. Es elegante, de formas correctas y movimientos sueltos y graciosos; pero lo que más seduce en ella es la expresión profunda de “su mirada, que revela un talento poco común. No es extraño, pues, que tantas cualidades tan proporcionadamente combinadas den el atractivo que ha determinado los éxitos famosos de esta estrella en la escena y en el telón animado, y de sus empresarios. Quizás es éste todo el secreto de su virtud mascotal. Por su talento observador y su criterio acertado, la opinión de Bessie Barriscale acerca del porvenir del cinematógrafo y su influencia en la escena moderna merece atenta consideración. Cree Bessie, con sobrada razón, que la influencia del cinematógrafo es más trascendental que la del drama declamado, y dice: “Por lo que me toca a mí, deseo que mis escenas digan algo a hombres y mujeres; deseo que signifiquen algo para la vida de otras. Para mí, hay una gran responsabilidad en la creación de una vista cinematográfica. Una película buena llega a millones de personas. Debe llevar un buen mensaje de meditación saludable cuando se exhibe al público.” Tiene razón Bessie. Ella misma, instintivamente, por vocación, ha preferido la vista animada como un nuevo teatro, de más vastos horizontes, de más positiva utilidad. Si la música recrea, y si el drama instruye deleitando, el cinematógrafo divierte, instruye y ejercita el entendimiento. DOUGLAS FAIRBANKS. “El tonto obra primero y después piensa: el hombre listo piensa primero y después procede.” La segunda parte de esta sentencia encaja a Fairbanks como un guante. Quizás es esta una de las razones de que Douglas Fairbanks haya alcanzado un exitazo tan pronunciado: la combinación de la habilidad en los negocios y del talento en el arte (muy rara combinación). Comenzó Fairbanks su carrera artística en 1901, cuando hizo su debut como el lacayo Francois en la comedia “Richelieu,” Después de cerca de dos años de tempranos éxitos en el arte, bien remunerados y comentados, se dejó arrastrar por las tentaciones de “Wall Street,” el foco de las especulaciones financieras de Nueva York, donde. pasó un año en operaciones de corredor de bolsa; pero la nostalgia de la escena o los desengaños del mundo de los negocios inspiráronle otra vez el amor al Arte de la Comedia y volvió a la escena hablada, que le proporcianara durante muchos años legítimos laureles. La vivaz disposición de Douglas Fairbanks se adapta perfecta Junio, 1916 E Douglas Fairbanks (Triangle). mente a las vistas animadas. Posee una movilidad extraordinaria, de cuerpo y de expresión, y le ayuda muchísimo la flexibilidad y esbeltez de su figura. Pocos sospechan que el joven elegante y de finas maneras es en Nueva York un campeón de box de peso liviano. Esta circunstancia ha sido aprovechada inteligentemente por los autores, que han producido cintas especialmente adaptables al carácter alegre y juguetón de Fairbanks. Una de estas vistas, “El Hábito de la Felicidad,” dramatiza admirablemente la psicología jovial de esta estrella. La misión particular del personaje que interpreta es hacer reir a los desesperados, y esto le proporciona más clientes de los que podría curar. La película está nutrida de situaciones cómicas que ponen en altísimo relieve los méritos del actor. Fairbanks se inició en el lienzo a fines del pasado año, después de madura reflexión, pues era voz corriente que sus condiciones de artista no se avenían bien con la escena no hablada y muchos profetas de bastidores le auguraban abiertamente un prematuro fracaso. Pero Fairbanks tiene un arte suyo propio. Su personalidad es exclusiva. Su fuente inagotable de buen humor, para el observador fino y penetrante, no podía pasar inadvertida, y así fué que el curso natural de las cosas llevaron al artista mimado de Broadway dentro del mundo del cinematógrafo, donde entró Douglas como el pato en la laguna. — ¿Habría sospechado Ud. que caería entre los tentáculos del cine? — dijo en una entrevista a un curioso cronista. “Constantemente — agregó Fairbanks — he sido tentado con ofertas brillantes de diversas empresas durante los dos últimos años; pero cuando me habló con el peso de su experiencia un genio del calibre de Griffith, me decidí después de ligera consideración. Su admirable obra EL NACIMIENTO DE UNA NACION me ayudó mucho a resolver el asunto tan complejo que me había propuesto, porque me hizo pensar que únicamente Griffith, con su talento, era el hombre que lograría convencerme de una adecuada introducción en el lienzo animado. Sabía de sobra que una vista mediocre despedazaría mi prestigio en los comienzos. Mis admiradores de la escena hablada se dirían: “En verdad, Douglas no podía ser un portento en la pantalla,” y me consolarían con la promesa de aplaudir nuevos éxitos en la temporada siguiente. Esto no quiere decir que en mi concepto una mediana producción empobrece y anula cualquiera estrella del arte declamado; pero he visto algunos de esos astros muy fuera de su brillo natural.” Al contrario de Bessie Barriscale, Fairbanks echa de menos la vida ktrasnochadora y de aventura que es secuela del trabajo teatral. La única cosa que le incomoda es tener que madrugar y acostarse con las gallinas, o a la hora en que estas predestinadas aves se recogen; pero se conforma con su suerte. ¿Cómo podría usted ser fotografiado bien con ojeras, el rostro macilento, después de una noche de holgorio ? Para Fairbanks ahora es un sacrificio, algo sobrenatural, levantarse antes de las 10 de la mañana. Echa de menos la vida entre bastidores. Le doy la razón ... Cuando deja a un lado la risa, esa risa propia y única de Douglas Fairbanks, no le faltan algunas miras a la filosofía, a una filosofía práctica en esencia. Su efímera aparición en Wall Street atestigua sus miras. Su incorporación definitiva en el cinematógrafo, donde acertó a entrar con el pie derecho y se ha instalado cómodamente como el favorito del público y héroe popular, confirma el alto aprecio que le merecía esta orientación moderna del arte dramático. C. A. CASTRO. E PÁGINA 235