Cine-mundial (1916)

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“La Muda de Portici” Ana Pavlowa, la gran bailarina rusa, aparece en el lienzo por primera vez.—La Compañía Universal obtiene un nuevo triunfo con la contrata de esta artista.—Exito de la obra en los Estados Unidos. Por ALBINO DOVAL ey NA PAVLOWA es una de las reinas de la danza NE clásica. No es única en su género, a pesar de que NY en Europa agregan siempre el calificativo “incomparable” después de su nombre, calificativo que la VERE norteamericana ha aceptado sin reservas. ESAS gunas bailarinas podríamos citar con quienes la BaH rusa no tendria a desdoro que se establecieran comparaciones. Tampoco consideramos a Pavlowa “inimitable,” como también se ha dado en llamarla. Su labor, que hemos examinado de cerca, no es creativa. Ni rompe molde alguno ni establece nuevos derroteros. Cumple todas las reglas y se aferra a la tradición y hasta a los manerismos que con el tiempo han venido acumulándose alrededor del género. Su arte es clásico por excelencia y jamás traspasa los límites marcados para establecer innovaciones. Pavlowa constituye en la actualidad el exponente más perfecto de una escuela, que otros fundaron y se ha desarrollado lentamente con el transcurso de los años. Y como no crea, huelgan las polémicas que se han terciado de algún tiempo a esta parte sobre si es o no inimitable. Ahora bien; conviene que de estas explicaciones no vaya a deducirse que se trata de una bailarina corriente, pues se incurriría en un error craso. La fama de Pavlowa, que se extiende por todas las capitales de Europa y gran parte de América, está justificada. Estriba en que algunos de sus bailes, aunque no son nuevos, revelan una maestría tan singular que fascina y encanta al público. Sus facultades le permiten envolver a la danza más sencilla de tanta poesía que llega a deificar el movimiento rítmico. Se encuentra hoy en el cenit de su, gloria y es, sin disputa, la mejor bailarina en su género que hasta la fecha ha pisado tierra norteamericana. Después de triunfar en los escenarios del MeStro Metropolitano, el templo de la ópera en los Estados Unidos, y de haber : hecho varias excursiones artísticas por las principales ciudades de la Unión con asombroso éxito, Ana Pavlowa ha sucumbido a la atracción del cinematógrafo y la Compañía Universal ha tenido la suerte de contratarla para varias cintas de largo metraje, la primera de las cuales (“La Muda de Portici”) acaba de presentarse al públiro. La obra escogida por Pavlowa para su debut cinematográfico pone de relieve todos los recursos dramáticos de la artista y se basa en un tema que se Escena de “La Muda de Portici.” Juxio, 1916 E Ana Pavlowa. presta para obtener situaciones de emocionante intensidad. Hace poco más de una semana que presenciamos la exhibición de la película. Está dividida en ocho partes, de mil pies cada una, y podemos asegurar que la famosa bailarina ha sabido llevar su arte al lienzo sin que pierda en el trasplante. El argumento está tomado de “Masaniello,” la ópera de Auber. Para beneficio de los lectores que desconozcan el original, vamos a describir la trama según aparece en la adaptación. Las escenas se desarrollan en el Siglo XVII, cuando el Reino de Nápoles pertenecía a la Corona de España. El Virrey enviado desde Madrid para gobernar. las posesiones italianas se ensaña con los habitantes y no cesa de aumentar las contribuciones. Se asegura que salían anualmente para España quince millones de duros—cantidad fabulosa en aquella época. Se imponían tributos sobre todos los artículos de primera necesidad y el problema de la vida resultaba cada vez más difícil. Las protestas del pueblo hambriento no ejercían influencia alguna en el ánimo de los gobernantes. Nos cuenta la historia, y más que la historia la leyenda, que Fenella, “La Muda de Portici;” era de carácter romántico: y poseía peregrina belleza. Se distinguía además por su inocencia e ilimitada bondad. Todo el mundo la adoraba. Masaniello, su hermano, un simple pescador, -capitaneó una de las revoluciones más sangrientas que registran los anales de Italia y, aunque su triunfo fué efímero, llegó a sentarse en el trono de Nápoles. El Virrey tiene noticias de los motines que se suscitan a diario en el mercado y, para castigarlos, no se le ocurre nada mejor que subir los impuestos. Masaniello, que ha logrado educarse aplicándose al estudio, enardece a las masas con sus discursos fogosos. El odio hacia la nobleza y los elementos adinerados se intensifica por momentos y ya se trasluce que la explosión no habrá de hacerse esperar. Los dos hijos del Virrey son apedreados en la vía pública. Para percatarse bien dela situa` ción, el gobernante español insiste en que se disfracen de campesinos y se enteren de todo lo que pasa. Uno de ellos, Alfonso, tan ligero de cascos como gentil de figura, conoce a Fenella. y se enamora de ella, y ésta le corresponde con verdadero frenesí. Pronto cae en las redes del amante y luego confiesa su deshonra a oídos de su hermano, que jura vengarse. El Virrey, Escena de la fuga en la misma cinta. PÁGINA 238