Cine-mundial (1926)

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me las clavó por primera vez a los tres días de casado, en plena luna de miel! Así es que traté de calmarla y le dije que evitáramos mejor toda discusión del asunto ya que a ambos nos era desagradable. —Pues a mí no me es desagradable discutir— apuntó ella con mucha energía — y este asunto lo hemos de dejar aclarado esta noche para saber la manera cómo has de proceder en el futuro. Y el punto principal que deseo dejar establecido, agregó, es el de que no quiero que te opongas en forma alguna al matrimonio de Pepe Motril con Alice. Es el único modo que tendremos de llegar a conocer gente de gran tamaño y de encontrar los suspirados maridos millonarios para Lolita y Luisita que están las pobrecillas pesarosas y afligidas pensando que no van a encontrar millonarios que se enamoren de ellas como todos — inclusive tú — lo soñábamos cuando salimos de San Roque y como lo sueñan todas las mamás de otros lugares que no son San Roque cuando se plantan aquí con sus retoñitos. —Está bien, mujer — respondí contrito —, no me opondré a la boda, pero te digo que será un cargo de conciencia que tendré toda la vida. —¿Pero tú tienes conciencia? —A ratos, por lo menos, mujer. Y en esos ratos me mortificaría mucho pensar que por mi culpa la perla de Mr, Arnold había ido a parar a la pocilga de Pepe Motril. Dorotea se indignó ante esa expresión mía. —Pepe Motril, alegó, es persona muy decente, es un perfecto caballero. Déjalo que vea la oportunidad de manejar unos cuantos millones y verás si todo el mundo lo considera en lo que vale y tú el primero. Y, como te dije al principio, ten cuidado porque como sigas menospreciándolo, te privará de “todas tus entradas en la “Tropical”, de. la cual de seguro él será el gerente. —¿Pero qué haría la “Tropical” sin mi famoso “Ramper Coffee” que es su principal entrada hoy y del cual yo sólo poseo el secreto? —¿Tú solo? No me hagas reir. Pepe sabe toda la historia, está enterado del secreto. —¿ Fuiste tú capaz? — la interrogué espantado. A —NOo, yo no le he dicho palabra. Pero Bartola le contó toda la historia y le explicó que el secreto de tu famoso “blend” consiste en mezclar cierta cantidad de romero con el café. Así es que cuando Pepe sea Gerente de la Tropical, será también dueño de tussecretos y su primera disposición de “executive” será la de ponerte de patitas en la calle como te lo he dicho, Yo me quedé de una pieza pensando en que Pepe tenía en sus manos una arma formidable contra mí; que bastaba con revelar el secreto que con mañas le había conseguido sacar a la fiel Bartola, nuestra inseparable cocinera, para que la “Tropical” prescindiera de mis servicios y yo me quedara sin los cuantiosos emolumentos que de ella derivo y a los cuales debo mi bienestar en Nueva York. Aunque eso del bienestar es bien relativo, pues muchas veces cuando estoy por ejemplo a la sombra de ese rascacielos formidable que se llama el Woolworth Building, preferiría trasladarme a la sombra de un palo de mango en la plaza de San Roque, rodeado de compadres y amigotes, No pude pegar los ojos esa noche pensando en lo muy delicada que era mi situación. Daba vueltas y más vueltas en la cama, hasta que en una de tantas, Doris me dió un codazo de esos que ella sabe dirigir a donde más ABRIL, 1926 CINE-MUNDIAL | duelen y me dijo que procurars estarme quieto o a fuerza de codazos me tranquilizaría. Fingí dormir para evitar nuevos y arteros ataques; pero mucho trabajo me costó quedarme siquiera transpuesto en las altas horas de la madrugada, pues cua ná flexi naba en mi situación, más dificil we parec Me sucedía con esto como el dolór de muelas: que cuanto más se se bir él más agudo se vuelve, lo cual no ue efecto o de la imaginación o del jcanstiente”, como dice mi profesora de psicología. Porque he de decir que tengo una profesora de psicología que es un verdadero estuche de mo nerías. Se acabaron ya las profesoras con enormes gafas y con el pelo canoso. Esta mía tiene una linda melenita rojiza y unas pecas tan graciosas en la cara que jamás ha querido ella combatirlas en forma aleuna, pues todos sus discípulos le decimos que es lo que más entusiasma al “subconsciente”. Ella sonríe, sonríe con una dentadura que serviría para anuncio de una vasta dentífrica y dice que ya nos explicará, cuando entremos al estudio del “psico-análisis”, los motivos de la “reacción” que produce en nuestros “temperamentos” la constelación de pecas de su cara. EE E Pero he aquí que por contar intimidades voy dejando a un lado el hilo de esta relación. Después de tan mala noche, me levanté bien temprano y fuí a dar una vuelta al Parque Central para ver si se me ocurría una solución de mi problema. De ninguna manera podía permitir el matrimonio de Alice con Pepe; ante eso, se me sublevaban todos los sentimientos de mi alma, todo el prestigio de la raza de los Pérez que desde los tiempos de la conquista han tenido fama de caballeros en San Roque y en ese . Casáramos concepto han gozado siempre de las mejores canonjías de la localidad. Yo me opondría al matrimonio, aunque el mundo entero se desplomara sobre mi cabeza. Yo revelaría el secreto a Alice o a Mr. Arnold afrontaría serenamente las consecuencias de mi proceLo temible era que Doris vería deghesus castillos, rotos-sus sueños de millo nes y de vida fastuosa y principesca cuando a las niñas; bien sabía yo que me arrancaría hasta la última tira de la piel con las uñas cuando se enterara de que tendríamos que regresar alicaídos y derrotados & ese San Roque que ella tanto odia y que yo adoro por más que no tenga cabarets ni dubs nocturnos. Pero alguna vez había de tener valor en mi vida y al dar por terminado mi paseo en el Parque, ya tenía tomada mi resolución. Pensé que lo mejor sería ir a “Las Encinas Rojas” y contárselo todo a Alice: que Pepe era un simple portero de una academia de baile cuando lo fonocí, que era hombre sin oficio ni beneficio, sin conciencia, sin haberes, sin nobleza y no sé cuántas cosas más. Sentí un alivio al tomar esa resolución; era el único camino para un hombre decente que por una broma podía llevar la desgracia a un hogar honorable. Llegué a mi casa para tomar allí el automóvil y dirigirme a “Las Encinas Rojas” y me comunicó Bartola, la cocinera, que “Don Pepe” quería verme y me estaba esperando. —No quiero ver a ese mequetrefe —le di: agriamente. Pero Pepe salió en ese momento y me dijo con la cara muy grave: —Don Ramiro, quiero hablar unas pocas palabras con usted. Ya me imaginaba yo de qué se trataba: amenazarme con revelar el secreto de mi cs y el de mis embustes de baile español y d< jarme así en la total ruina; pero como ya te-. nía mi resolución hecha, le respondí secamente: —No tengo nada que hablart-. —Don Ramiro, mi protetó y amigo — insistió él con acento dramático — yo tengo que hablá cuatro palabritas con usté. ¡Por su mare le ruego que me escuche! Me pareció que algo raro le pasaba al dichoso sevillano que siempre estaba de guasa y broma y convine en llevarlo a mi cuarto privado. Allí habló él con üna. vehemencia y un fuego que yo no le conocía. —Si usté no ha amao nunca no va a entendé lo que le voy a desí; pero si arguna ves ha querío, sí va a entendé y a sentí todo lo que llevo en el arma. Yo no decía palabra al oír todo quello. . —Yo estoy loquito por Alice; ye nunca había sabido lo que era queré. sino & migajas; pero a Alice la quiero todo enteró y porque la quiero de esa manera como solo pué queré un sevillano que tiene sañgre mora en las venas y un Motril que tiese Je gitano en elarma, voy a hacer por +! que ningún hombre haría. —Sí, ya lo sé, casarte con —Nada de eso, señó don Ramiro. Porque la quiero y porque soy cerca de ella como un abejorro cerca de un clavé reventón, por eso me voy de su lado y hoy mismo desapareceré de aquí y nunca nadie, ni usté mismo a quien quiero a pesá de que úrtimamente me trataba mal, ni usté mismo volverá a saber de Pepe Motril. —¿Pero te has vuelto loco? —Espere usté; el mundo es mu grande, mu (Continúa enla página 260) | PÁGINA 220