Cine-mundial (1944)

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| La inmortal Sarah en el papel estelar de "Isabel de Inglaterra,” uno de los grandes espectáculos del Cine mudo. Se filmó hace 27 años, y fue la primera película que distribuyó la Paramount. 5 Minutos de Charla con SARAH BERNHARDT ° ENÍNSULA de Quiberón! Quién sabe por qué, desde que estudiaba geografia—y fue siempre mi ciencia favorita,—ese nombre me evocaba una ópera española en que se habla a menudo de las furias del aquilón. Bretaña, áspera y agresiva, también ejercia un raro sortilegio en mi espiritu. Los menhires, los dolmens, los barbudos druidas y sus ceremonias selváticas, los marinos rudos, los calvarios de las encrucijadas, las cofias de nieve con reminiscencias holandesas, los trajes de pana de los hombres. . . . Y un verano fuí a Quiberón. Frente a Quiberón estaba el castillo de Sarah, ¡la grande Sarah! El mar es bravío en esa lengua de tierra, Febrero, 1944 Por Alejandro Sux y para ir hasta Belle-Isle, donde moraba la inmortal trágica francesa, era menester atravesar olas furiosas. Esa vez no fuí a Belle-Isle, pero me prometí volver al año siguiente. En Julio de 1913 estaba de nuevo en Quiberón, y esta vez con Mauricio Bernhardt, hijo de la artista. El entonces desconocido autor dramático iba al castillo de su madre con su primer manuscrito en el bolsillo; ella quería oirselo leer lejos de Paris, en ese abrupto rincón transformado en islote. El vapor que efectúa el servicio entre Quiberón y Belle-Isle, atracó entre el eri zamiento de mástiles con olor a pescado. La travesía es corta, pero nada tranquila en ese corredor de agua que es recoveco del Atlántico. El castillo de Belle-Isle era un castillo de verdad. Me creí en otros tiempos, pues todavia no se me habia quitado la mugre provinciana que importara conmigo de Buenos Aires, hoy urbe en serio. Criados uniformados con teatral y exquisito gusto, puentes levadizos, bóvedas obscuras, maritornes y cocineros escapados de estampas, muebles con olor a siglos, tapices con decoloraciones acertadísimas, mármoles con pátinas auténticas, salones inmensos, puertas monumentales . ¡En la sala del trono estaba Ella! Página 85