Cine-mundial (1945)

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Vista parcial del nuevo edificio del Gran Casino de Mar del Plata, en la República Argentina. Las 50 Ruletas de Mar del Pigg En 1857 un brasileño, José Coelho De Mereilles, instala un saladero y lo bautiza con el pomposo nombre de Puerto de la Laguna de los Padres, en cierto lugar de la provincia de Buenos Aires frente al Oceano. Años después, 1870, don Patricio Peralta Ramos—gran propietario por aquellos andurriales—entrega unas parcelas para que se levante una escuelita; tres años más tarde erige, por su cuenta, la capilla de Santa Cecilia y el día 10 de febrero de 1874 extiende el brazo, muestra unos planos y pasando la mirada por las tierras del viejo saladero exclama: —Estoy fundando la futura ciudad de Mar del Plata. Desde esa famosa fecha hasta ahora, Mar del Plata—que dista 408 kms. de Buenos Aires—crece en forma gigantesca. Hoy tiene una población estable de cien mil almas que en los meses de primavera, verano y otoño recibe la visita de medio millón de turistas. Mar del Plata vive para y de esos meses del año. En cuanto se alejan los fríos y aparecen en los escaparates los últimos modelos de trajes de baño, se reabren los millares de chalets, palacetes, villas, tokis, cottages, bungalows, casitas, barracas, torres, etc., que forman la magnificencia urbana de Mar del Plata. Casi todos los argentinos sueñan tener un hogar allí y tomar el sol tumbados en aquellas playas .. . ¿ Nada más que para ese descanso ? Sea poco. Eso, y probar la suerte en el Casino mayor Página 284 Por Francisco Madrid del mundo. Porque Mar del Plata, como toda ciudad balnearia que se precie, tiene un Casino. Casi tan antiguo como la fundación de la villa. Fué don Pedro Luro, un vasco-francés que pasó de peón a millonario fundando industrias y creando riquezas por la zona marplatense, quien en una de sus visitas a Europa conoció a los hermanos José y Juan Lassalle, concesionarios del juego del “Gran Casino” de San Sebastián, España. “Ustedes—les propuso—tienen que levantar un Casino en Mar del Plata...” Esto se dijo en 1866 y en 1889 tres vascos— Juan Lassale, Inocencio Echevarria y Fermin Bello—alquilaron, frente a la playa, una casilla, montando la primera ruleta. Ese mismo año se creaba el Casino de Bristol, que ha durado hasta inaugurarse el enorme edificio del nuevo Casino. La ruleta inicial ha tenido descendencia. Hoy, bajo el techo luminoso, esperan a los místicos de la fortuna cincuenta ruletas; veinte mesas de baccarrat y dos de “treinta y cuarenta.” Al emprender viaje hacia Mar del Plata, unos dicen que buscan descanso; Otros, el juego del golf o la pesca de Le corvinas negras ; pero la verdad es que la inmensa mayoría de los turistas esta más interesada por el verde de las mesas de juego que por el azul del mar. Mar del Plata es la ruleta. Y sin ruleta, perdería su encanto principal. Cierto es que la ciudad tiene bellezas que no son las del juego, pero los quinientos mil veraneantes ni las miran ni las ven. Tienen mayor interés las decenas que los paisajes. En la ruleta se juega, desde el pesito que exponen las ancianas más absurdas del mundo—reconstruidas imágenes de Goya— hasta las fortunas que abandonan hijos de estancieros o éstos mismos. (Las mujeres juegan con mayor pasión, ahinco, firmeza y audacia que los hombres. ) Insisto en afirmar que el Casino es el mayor del mundo. Conozco los de Francia, Italia y Portugal. Ninguno le gana en grandiosidad. En lujo, si; pero esto no tiene importancia para los Jugadores. En Mar del Plata se juega de pie. No hay sillas ni sillones alrededor de la ruleta como en Montecarlo, Niza, Estoril, Deauville, Lido, etc. Aquí se juega con prisa de ganar o de perder. No hay tiempo para sentarse y seguir cómodamente las incidencias del juego. El Casino de Mar del Plata es, en relación a los casinos europeos, lo que el “American bar” a los cafés de Madrid o de París. En el bar se entra para servir y marchar. No hay necesidad de lujos, mi comodidades. En el café, donde va a quedarse, a vivir, o a contemplar la vida que pasa, se necesita que el bienestar rodee a los clientes. Son dos formas de vida y esperanza, distintas. En ese inmenso bar americano que es la ruleta marplatense, las multitudes avanzan (Continúa en la página 316) Cine-Mundial