Cine-mundial (1920)

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CINE-MUNDIAL La Resurrección de la Caballería Por Epifanio Soto, híjo Hostíganos la eterna incógnita al dar comienzo a estas líneas, con cuyo fondo ella nada tiene que ver; y nos preguntamos cómo nacen las ideas en nuestras pobres frentes mortales; y hasta si nacen en ellas o es pura presunción el que nos consideremos capaces de engendrarlas sin ayuda, ni más ni menos que Júpiter o Minerva. "Todo el que escribe es un plagiario" leí en cierta revista cuyo nombre, ingrato yo, olvidé; después he escuchado conversaciones sobre bolcheviques españoles en 1840; y, en uno de sus cuentos, el insuperable creador de Arsenio Lupín, apoya la hipótesis de que la vida presente es reproducción exacta de otra pretérita, cuyos recuerdos despiertan según corre la primera, evitando el asombro perenne a que las constantes novedades debían entregarnos. Según eso, lo que fabricamos con pretensiones de originalidad bien pudo ser hecho en los remotos tiempos de Nemrod por un vaso de barro que animara nuestro mismísimo espíritu. Ultimo apoyo: la definición de historia que debemos a la Condesa de Pardo Bazán: "es una repetición de hechos". . . Queda en pie, pues, que todo es viejo; pero no desanimarse. Lo temible es !o viejo nuevo. Expliquémonos; lo viejo en esta vida, lo que ya hemos recordado y encontramos delante otra vez; lo que hastía. Ponga el lector en tal caso este pequeño atrevimiento. Ya alguno habló de cierta semejanza entre la caballería andante y la película en episodios; nosotros vamos a establecer más largamento el paralelo ideado por el dichoso que nos obliga a chuparnos los dedos de envidia con su fecundidad. . . convencional, si hacemos caso de lo trazado arriba. . . Como la serie cinematográfica ahora, tuvo la literatura caballeresca, en la dichosa época de su poder, muchos enemigos; todos pedantes despreciables, víctimas de su megalomanía, que atacaban con frases de molde, impotentes contra la muralla del ideal. Recordemos los clisés: la caballeiía está llena de disparates; hechas realidad sus aventuras por la gente inculta, la perjudica llenándole el cerebro de fantasmas; con las narraciones de asaltos a princesas o peregrinos ricos, alecciona a los bandoleros. . . Decid: ¿es ésto o no lo que se clama hoy contra las cintas en episodios? Y veamos los resultados de respirar un aire tan puro como el de los libros nobles y valientes: nació entonces lo más sublime de la historia; aquella guerra de ideales en que, para hacer de cristianos el sepulcro de Cristo, señores y vasallos abandonaron castillos y granjas, tomando espada y lanza para subir al nivel de Amadís de Gaula. Pero el surgimiento de las Cruzadas, no fué bastante para acallar protestas; las "frases de molde" no cesaban; a pesar de ello, la corriente, sin sentirlo, arrastraba los obstáculos. . . ¡Pobres críticos! No eran capaces de concebir "que sin mal no hay bien", como asentó el filósofo alemán. . . Entonces hizo su aparición el genio: Cervantes. Comprendiendo que sólo la traición vencería a los que no la conocieron nunca, metió la cizaña en un caballero andante; con toda su ingenuidad, Don Quijote vino a dar el golpe de gracia a la caballería, cuando deseaba resucitarla; pero todos ven más grande al manchego en su locura, que predicando lógica ante la muerte. La orden magnífica rindióse al golpe del ridículo. El vencedor no quiso mandarla a humillarse ante su señora, y la mató. Por fortuna, resucita. Al levantarse de su féretro, saludáronla cariñosamente las multitudes, abriéndole los brazos la juventud. Los paladines vienen modernizados; mas siempre llenos de desinterés; sobrándoles arrojo y belleza, fuertes. Se llaman : Charles Hutchison, Antonio Moreno, Francis Ford, William Duncan, Eddie Polo. . . No usan lanza y escudo: llevan "el alma a la espalda y los puños cerrados", según el traductor de "Él misterio silencioso"; a sus golpes caen por docenas los malvados; sus saltos espantan, sus carreras electrizan. . . Ellos comprenden que para que intente emulárseles, necesitan ser creídos; por eso a veces nos extraña que, si su dama está presa, no les baste urí grito potente para derribar con el ruido las paredes de la cárcel. . . En vez de gritar, se acercan prontos a los guardias, tíranlos al arroyo cercano; entran, salvan a la joven y, como sus antecesores, aceptan por única recompensa los besos melosos. . . El espectador aspira heroísmo. . . Sale del salón hecho un Orlando, capaz de partir, con una bofetada, a cualquier felón en dos partes. . . Se descubre para que el viento alborote su melena, hinche el pecho con orgullo y mira de frente al porvenir. . . ¡Viva la caballería! Méjico, 1919. * Siga la Danza" se llama la película "Arlcraft", dirigida por George Fitzmaurice en que aparece Mae Murray en estas actitudes clásicas. Por nosotros, que siga. A juzgar por los primeros pasos de la susodicha danza, el resto debe ser de chuparse los dedos. Por lo visto, aun las "grandes estrellas" de la pantalla están sintiendo cierta envidia hacia las "bañistas" de las piezas cómicas. Enero, io:o < — > pacina 162