Mensajero Paramount (1937–1938)

Record Details:

Something wrong or inaccurate about this page? Let us Know!

Thanks for helping us continually improve the quality of the Lantern search engine for all of our users! We have millions of scanned pages, so user reports are incredibly helpful for us to identify places where we can improve and update the metadata.

Please describe the issue below, and click "Submit" to send your comments to our team! If you'd prefer, you can also send us an email to mhdl@commarts.wisc.edu with your comments.




We use Optical Character Recognition (OCR) during our scanning and processing workflow to make the content of each page searchable. You can view the automatically generated text below as well as copy and paste individual pieces of text to quote in your own work.

Text recognition is never 100% accurate. Many parts of the scanned page may not be reflected in the OCR text output, including: images, page layout, certain fonts or handwriting.

GRANDE era el interés que allá por el año de 1842 despertaba en todo el mundo la causa que se le seguía en los Estados Unidos a Guillermo Taylor (Gary Cooper), oficial de la marina mercante norteamericana, al cual habían llevado preso a Filadelfia, acusado del delito de homicidio. Si transportándonos en alas de la imaginación a esa época entramos luego en la sala del tribunal donde se está viendo la causa, asistiremos allí a la vivida reconstrucción de drama que tiene por escenario el Atlántico. Un barco de guerra inglés ha apresado al Blackbird, buque del cual se sospecha que esté dedicado al tráfico de esclavos. No habiéndose encontrado a bordo prueba alguna de ello, el capitán Martisal (Gilbert Emery), comandante del barco inglés, manda colgar de los pulgares al capitán Taylor y a su segundo el piloto Powdah (George Raft). Vencido por el tormento, este último promete confesarlo todo. De lo que dice una vez que los descuelgan a él y a su compañero, resulta que el capitán Taylor se hallaba en el Blackbird sólo casualmente, y sin que hubiera sabido cuando tomó el mando que llevaran esclavos a bordo. Queda también aclarado que el día anterior al del apresamiento el capitán cambió el rumbo del buque, acercóse cuanto pudo a la costa y les dio así proporción a los esclavos para que huyeran y ganasen a nado la orilla. El comandante inglés parece dar crédito a esta versión. No así uno de sus oficiales, el teniente Tarryton (Heriry Wilcoxon), quien la comenta observando que lo procedente sería echar por la borda tanto a Taylor como a Powdah, los cuales irían de esta manera a hacerles compañía a los que, según ellos, se salvaron a nado, pero, según lo que es racional suponer, estarán a estas horas en el fondo del mar. Esta animosidad del teniente no carece de motivo, pues sucede que, hallándose en inteligencias secretas con los negreros, teme que, bien el capitán del Blackbird, bien su segundo, puedan saberlo : de donde su deseo de verse libre de ambos. Las autoridades de Liverpool, adonde llegan cargados de cadenas, mandan que se les ponga en libertad, visto que no hay prueba alguna en contra de ellos. El capitán Taylor, que se ha prendado de Margarita Tarryton (Francés Dee), una hermana del teniente que tan enemigo se le había mostrado, acepta volver a los Estados Unidos en calidad de agente del servicio secreto de la marina británica. La misión que como a tal ha de tocarle consistirá en averiguar todo lo relativo al sindicato negrero y a los cómplices con quienes, según se ha sabido, cuenta éste en Inglaterra. A pesar de que el capitán Martisal pudiera muy bien, por su edad, ser padre de Margarita, Lady Tarryton (Cecil Cunningham), la madre de la joven, lo alienta en sus pretensiones a la mano de ésta. El teniente Tarryton, que es opuesto a tal enlace, lo manifiesta así en forma descompuesta, en momentos en que el pretendiente se halla de visita en la casa. Lo violento de la escena, ya que no su inclinación al capitán, que es ninguna, aflige en extremo a Margarita, la cual se retira a sus habitaciones hecha un mar de lágrimas. Babsie (Olympe Bradna), la doncella de la joven, trata de consolarla lo mejor que puede. En este punto, y como ambas hablen del próximo viaje de Babsie a los MENSAJERO PARAMOUNT i Adolph Zukor presenta a Gary Cooper n BT George Rafl en "Almas en el mar" ("Souls \At Sea") con Francés Dee, Henry Wilcoxon, Harry Carey, Robert Barrat, Olympe Bradna, Robert Cummings, Porter Hall, Virginia Weidler, Joseph Schildkraut — Producción de Henry Hathazvay y Grover Jones — Dirección de Henry Hathaway — Guión cinematográfico de Grover Jones — Basado en un argumento original de Ted Lesser — Dirección artística de Hans Dreier, Roland Anderson y John Goodman— Charles Lang, fotógrafo — Harry Mills, grabación sonora — Ellsivorth Hoagland, editor — Un film Paramount hablado a^ en inglés con rótulos explicativos en cas\ tellano. r Estados Unidos, la llorosa Margarita dice que daría algo por poder irse también. De acuerdo con Pécora (Tully'Marshall), uno de los socios del sindicato negrero, el teniente Tarryton ha resuelto desertar de la armada y seguir a Filadelfia a bordo del William Brown, buque con el cual piensan reemplazar el apresado Blackbird. Margarita, a quien las conversaciones con Babsie han acabado por determinar a huir a los Estados Unidos, toma secretamente pasaje para el mismo buque en que viajará su doncella, el cual acierta a ser el William Brown. El día en que ambas se encaminan al muelle, encuentran cerrado el paso por compacta muchedumbre que hay reunida allí viendo un incendio. El capitán Taylor, que va también a embarcarse, acude en auxilio de Margarita, que, gracias a esto, cruza por entre el gentío en brazos del resuelto marino, convertido según sabemos en agente secreto del Gobierno británico. Babsie pasa igualmente, aprovechando la brecha que va abriendo el capitán entre la muchedumbre. Cuando el capitán del William Brown (Harry Carey) zarpa poco después de Liverpool con destino a Filadelfia, lleva a bordo de su barco el pasaje más abigarrado que pueda imaginarse. Fórmanlo, juntamente con Margarita, Babsie, el capitán Taylor, el piloto Powdah y el teniente Tarryton, cuarenta y seis personas más, entre las cuales se hallan : un fabricante de juguetes (Luden Littlefield), su hijita (Virginia Weidler), un violinista (Paul Fix), un maestro de armas francés (Joseph Schildkraut), un ministro de la Iglesia anglicana (Robert Barrat), un joven (Robert Cummings) a quien su cobardía ha convertido en prófugo del Ejército inglés, la abnegada madre (Fay Holden) que lo acompaña en su fuga, una viuda escocesa (Grayce Hampton) cuyos hijos murieron heroicamente en la guerra, un desequilibrado (Porter Hall) que padece de locura mística. Impulsado a proceder así por el amor que le inspira Margarita, el capitán Taylor, que sabe más o menos cuáles sean los planes que lleven al teniente Tarryton a los Estados Unidos, procura disuadirlo de ellos haciéndole ver los riesgos a que se expondrá seguramente. Pero sólo consigue que el otro reciba sus consejos con desdeñosa altanería. Otro caso que ocurre mientras que el William Brown va navegando hacia los Estados Unidos, es que Powdah se enamore de Babsie, la cual le corresponde. ' Habiéndose enterado de que el buque, una vez rendido el viaje, pasará a manos de nuevos dueños, de los cuales se sospecha que lo hayan adquirido a fin de destinarlo al tráfico de esclavos, el pasajero que padece de locura mística, y que es además piromaníaco, se desliza mientras que todos duermen a la bodega, con ánimo de prenderle fuego al William Brown. El capitán Taylor y el piloto Powdah lo sorprenden cuando ha empezado a poner por obra su siniestro intento. Aunque logran, después de tremenda lucha, apoderarse del desequilibrado y someterlo, es ya tarde para dominar el incendio. Avanza éste, voraz, incontenible. Cuando raya el día, hay que abandonar toda esperanza de salvar el buque. No queda ni uno solo de los oficiales del William Brown. Parte de la marinería y de los pasajeros ha perecido también. Entre los últimos cuenta Babsie, a la cual sacó Powdah, ya expirante, del camarote donde la rodeaban ávidas llamas. En medio de la confusión y el pánico reinantes ahora, el capitán Taylor se revela como el único apto para dirigir el salvamento. Como sólo hay una lancha, en la cual no alcanzarán a caber sino las mujeres y unos pocos hombres, el capitán, condenándose a sí propio al sacrificio que pedirá de los demás, rechaza a puñetazos a quienes tratan de apoderarse de esa lancha, e invita a grandes voces a los otros a que acudan a secundarlo. Sólo muy contados lo hacen. La mayoría guarda amenazador silencio. Algunos, como el teniente Tarryton, se rebelan. Después de haber echado a éste al mar, el capitán Taylor empieza a designar a los que deben embarcarse en la lancha con las mujeres. El ministro de la Iglesia anglicana protesta contra esto de que un hombre se sustituya así a Dios para decidir cuáles de sus semejantes hayan de perecer y cuáles no. Margarita Tarryton, a la cual parece monstruosa tamaña arrogancia, grita que preferirá morir a salvarse, si para ello ha de resultar cómplice del atrabiliario malvado. El capitán Taylor, imperturbable, la embarca a viva fuerza en la lancha próxima a desprenderse del costado del William Brown. En la cual, cuando se aleja del buque incendiado, va también el propio Taylor, a quien el piloto Powdah echó en ella como un fardo, después de haberle dado recio golpe que lo dejó sin conocimiento. Powdah, que no quiere vivir sin su Babsie, permanece a bordo. El tribunal de Filadelfia ante el cual ha ido desarrollándose en las sucesivas declaraciones la historia de los hechos que quedan resumidos aquí, declara culpado al capitán Guillermo Taylor. Cuando le leen la sentencia, la mirada del reo no se dirige a los jueces : busca la de Margarita Tarryton, la mujer a quien él sigue amando. Trata ella de mostrársele dura, de aparentar que se alegra de que lo hayan condenado ; pero su corazón, donde, aunque oculta, arde también la llama del amor, no se lo consiente. Los amigos que el capitán Taylor tiene en Inglaterra no lo abandonan. Ponen en juego toda clase de influencias para salvar al valiente marino gracias a cuyo concurso ha sido posible acabar con el sindicato negrero. La misma Reina Victoria accede a recibir a los que tratan de lograr que interceda a favor del reo. Por otra parte, Margarita Tarryton, principal testigo de cargo, convertida ahora en abogada del capitán Taylor. se traslada a Washington a fin de pedir su indulto. Todas estas gestiones logran el resultado apetecido. Y no es solamente la líber tad, sino el amor, lo que encuentra el capitán Taylor al quedar indultado.