Mensajero Paramount (1937–1938)

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El drama de un país en guerra metido, a quien quiere con toda su alma. Esto no obstante, Soto y la misma Carmelita se consideran obligados a sacrificarse por el hombre generoso que no ha vacilado en exponer la propia libertad, hasta la propia vida, a trueque de salvar a un amigo. Y cuando llega el capitán Álvarez, disimulan valientemente la tristeza y el amor de que están poseídos. El capitán Álvarez, al cual han puesto preso para seguirle consejo de guerra, logra escapar. Entre tanto, Soto ha encontrado a una baronesa (Karen Morley) con quien tuvo amores en otro tiempo. Ella, que le ha prometido conseguirle un pase para que pueda huir en el último tren, acude a Balk (Lee Bowman), un gigoló, a fin de que le venda el que tiene. Cuando éste hace intento de telefonear para denunciar a Soto a las autoridades, la baronesa lo mata de un pistoletazo y se apodera del pase. Dexter (Lew Ayres), periodista norteamericano a quien le han ordenado que salga de Madrid en plazo perentorio, se las ingenia para que en el pase que le permitirá viajar en el último tren quede incluida María Ferrar (Olympe Bradna). Es María, a la cual presenta Dexter como su secretaria, una joven española cuyo padre acaba de morir fusilado, y que se encontró con el periodista cuando huía, después de un bombardeo aéreo, por una carretera de las inmediaciones de Madrid. Juan Sánchez (Robert Cummings), miliciano desertor, trata de escapar de la capital en compañía de Lola (Helen Mack), una muchacha de su pueblo a quien difícilmente pudo reconocer al tropezar con ella : tal es el cambio que ha obrado en la infeliz una vida de disipación y de desórdenes. Ya a punto de arrancar el tren, el comandante telefonea para que suspendan la salida y busquen al capitán Álvarez y a la baronesa. Encuentran a ésta, pero no a aquél, quien, burlando a sus perseguidores, sale de la estación, llega a la comandancia, espía el momento en que el comandante ha quedado solo en su despacho, penetra allí revólver en mano y obliga al asombrado jefe a telefonear la orden de salida del último tren. Mientras que Eduardo de Soto y Carmelita salen camino de Valencia en ese último tren que lleva también a Dexter y a María Ferrar, el capitán Álvarez, descubierto por uno de los soldados del comandante, paga con la vida el heroico arrojo gracias al cual se han salvado su antiguo compañero de armas y la mujer que él amó. PARA EL EXHIBIDOR Importa poner en claro con respecto a "El último tren de Madrid" que, no obstante ser una película al desenvolvimiento de cuya múltiple, interesante y conmovedora acción sirve de fondo la capital es ■^ Adolph Zukor presenta "El último tren >i de Madrid" ("The Last Train From Madrid") con Dorothy Lamour, Lew Ayres, Gilbert Roland, Karen Morley, Lionel Atwill, Helen Mack, Robert Cummings, Olympe Bradna, Anthony Quinn y Lee Bowman — Dirección de James Hogan — Producción de George M. Arthur ■ — Guión cinematográfico de Louis Stevens y Robert Wylcr — Basado en un argumento original de Paul Hervey Fox y Elsie Fox — Hugh Bennett, director asociado — Harry Fischbeck, fotógrafo — Hans Dreier y Earl Hedrick, dirección artística — ■ Everett Douglas, corte y montaje de la película — Gene Merritt y Louis Mesenkop, grabación sonora — A. E. Freudeman, decorados interiores— Boris Morros, dirección musical — Un film Paramount hablado en inglés "S^ con rótulos explicativos en castellano. J* pañola sometida a los rigores de constantes ataques, no es, estrictamente hablando, una película de la guerra. Los diversos personajes que se mueven en las escenas de la obra interesaron primeramente a los autores de ella como tipos humanos, por los conflictos que resultan de su mutua relación, antes que por el papel que les corresponde en los sucesos generales. De esta manera, Carmelita (Dorothy Lamour), el novio a quien ella creía muerto (Gilbert Roland) y el hombre al cual le ha dado palabra de matrimonio (Anthony Quinn), ofrecen el patético espectáculo de la lucha entre el amor, el deber, la gratitud y la amistad, lucha en que salen triunfantes éstas, cuando en arranque de abnegado heroísmo sacrifica el capitán Álvarez no tan sólo la propia dicha, sino la propia vida. El repórter norteamericano (Lew Ayres) y la miliciana fugitiva (Olympe Bradna), a quien él presta protección y amparo; el desertor (Robert Cummings) y la beldad del arroyo (Helen Mack), que le hace recuperar la perdida fe en sí mismo, son parejas que retratan respectivamente el ímpetu optimista de la juventud y la angustiosa ansia del corazón juvenil que no se conforma con desaparecer de la existencia sin haber hecho suyas las dichas que conoce más bien en la ilusión que en la realidad. Hasta el mismo coronel Vigo (Lionel Atwill), comandante de la plaza, y la baronesa extranjera (Karen Morley), en cuyo carácter hay reminiscencias del de la clásica espía de la pantalla, interesan como actores del drama que se desarrolla entre determinadas personas de la ciudad atacada, más que por la parte que tengan en aquel otro drama que la guerra significa para ellos como para todos los habitantes de Madrid. De lo expuesto se desprende que habiéndose tomado la guerra española en esta película como ambiente de la acción, y no como parte esencial y determinante de ella, no hay en ninguna de las escenas nada que se salga de la presentación objetiva, enteramente fotográfica, digámoslo así, de la lucha cuyo heroísmo está siendo motivo de universal asombro. Concilianse, pues, en "El último tren de Madrid" dos extremos que, por razones obvias, les interesan por igual a los señores Exhibidores: presentar en la pantalla con vivido realismo el espectáculo de Madrid en guerra, y llevadlo a cabo en forma tal que, sin restarle nada al interés, excluya todo asomo de propaganda. A la atracción que sin duda alguna representará para el público el ambiente de "El último tren de Madrid," ha de añadirse la de ser su trama tan rica en emociones como variada en personajes y en episodios. PARA EL RECLAMO Un mapa de España, que sea de tamaño adecuado, puede utilizarse para llevar a cabo en el vestíbulo del teatro cualquiera de los tres reclamos que indicamos a continuación: Primero. Señálese en dicho mapa, de manera que resalte muy vivamente, la línea férrea de Madrid a Valencia. De varios puntos de esta línea saldrán cintas de diversos colores, cada una de las cuales irá a terminar en sendas fotografías de Dorothy Lamour, Robert Cummings, Lionel Atwill, Helen Mack, Anthony Quinn, Lew Ayres, Olympe Bradna y Gilbert Roland. Al pie de las fotografías habrá rótulos que expresen en forma concisa y llamativa la relación que tiene con el último tren que saldrá de Madrid para Valencia cada uno de los personajes que representen los actores arriba mencionados. Segundo. Por medio de alfileres o banderitas de dos colores diferentes, marqúense en un mapa de España las respectivas posiciones que, según las últimas noticias cablegráficas, ocupen las tropas de uno y otro bando. Un cartel redactado en forma estrictamente informativa, enterará al público de que en dicho mapa hallará señalada todos los días la posición de los dos contendores. Dispuestas en la forma que parezca más apropiada, pero de manera que hagan conjunto con el mapa, habrá fotografías de escenas de "El último tren de Madrid," a las cuales acompañarán uno o más letreros relativos a la película. Importa poner de presente en ellos que el lugar donde se desarrolla la acción es el Madrid de la guerra actual. Tercero. Pegúese un mapa de España sobre un cartón bastante grueso, el cual se recortará después en pedazos que servirán para formar un rompecabezas. Después de haber experimentado unas cuantas veces a fin de saber cuánto tiempo emplea una persona de habilidad corriente en juntar los pedazos de modo que quede reconstruido el mapa, podrá procederse a poner en práctica el reclamo, que consistirá en instalar en un sitio adecuado del vestíbulo una mesa en la cual se colocará dicho mapa. Un empleado del teatro, después de haber atraído la atención de los circunstantes, revolverá a la vista de ellos los pedazos e invitará luego a que recompongan el mapa a los que quieran ganar los premios ofrecidos a las personas que lo lleven a cabo en determinado número de minutos. El repartir la víspera del estreno hojas volantes cuyo texto sea más o menos el que damos en seguida, será un buen medio de despertar la curiosidad pública: AVISO FINAL El último tren de Madrid saldrá mañana a las doce en punto de la noche. Sólo se admitirá a quienes vayan provistos de pases. Para más informes, acuda al (aquí el nombre del teatro). Esta misma idea es aplicable al reclamo por radío, el cual se haría intercalando en uno o más programas el texto indicado, la lectura del cual, como es claro, ha de hacerse con la entonación acostumbrada en las noticias de última hora. PARA EL ANUNCIO % Una ciudad envuelta en los horrores de la guerra civil es el fondo trágico y grandioso de esta película de heroísmo y pasión. # El film que presenta con palpitante realismo los dramas íntimos que se desarrollan detrás del gran drama de la guerra de España. 9 La terrible actualidad de la capital de España sirve de fondo a un conflicto tan antiguo como la humanidad. # El Amor y el Odio surgen como combatientes invisibles en la ciudad donde la guerra ha desencadenado todas las pasiones. Dcrcthy Lamcur, Lew Ayres» Gilbert relamí, taren Aierley» Lionel Atwill» Helen Mack, Olympe ti atina. Anthony Ouinn, Ec foert Gumminas MENSAJERO PARAMOUNT PAGINA 7