Mensajero Paramount (1927)

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Mensa/ero ^arafítaunt hacen que los prisioneros se sometan a sus incalificables mandatos. Fuertes son las murallas que defienden Trípoli y las cadenas con |ue han atado a los prisioneros de cuatro en. cuatro. Con todo, no por aso impiden que Farrell, Bancroft, Beery y Godfrey logren silenciar a >us carceleros y huyan de la prisión. Aunque atados a la cadena, los :uatro hombres nadan hasta llegar al velero en que está Esther prisionera i tienen la audacia de llegar hasta la joven y tratar de libertarla. Viendo a imposibilidad de hacerlo por tener centinelas de vista, la bella ameri:ana ruega a sus libertadores que traten de ponerse ellos a salvo y espear mejor coyuntura para ponerla a ella en libertad. Vencidos por las :ircunstancias, los cuatro marinos toman uno de los botes del mismo )arco y huyen protegidos por las sombras de la noche. Pasan días de indecible martirio para todos. Los cuatro marinos ograron evadir la persecución de que fueron objeto y ahora se encuenran en alta mar extenuados de fatiga, muertos de hambre y sed. Próximos están ya a perecer. El frágil barquichuelo los sostiene a flote, pero ■1 sol abrasador aniquila sus fuerzas y los cuerpos exigen alimentos, abandonados a su suerte, la muerte es segura en la inmensidad desolalora del mar. Nada puede salvarlos, a menos que. . . Tal vez sea un efecto de espejismo, tal vez una realidad tangible. íl joven Carlos divisa en la lejanía un punto blanco que se va acercando bco a poco. Pasan minutos de ansiedad, horas de incertidumbre. El mnto blanco va agrandándose cada vez más, y con él las esperanzas de los ugitivos. Poco después son recogidos por la fragata Constitución, la xagata invicta que va a toda vela camino de Trípoli a escribir la página las gloriosa que registra la historia de la marina americana. Farrell, teery, Bancroft y Godfrey, salvados milagrosamente por la intrépida nave, onciben la esperanza de salvar a sus compañeros de cautiverio, entre los uales se encuentra la bella Esther. El capitán de la fragata, Hill Mailes, ¡espués de escuchar la narración de los marinos, decide atacar en toda egla el puerto de Trípoli y libertar a los prisioneros. La tripulación en pasa aplaude la decisión de su capitán y se apresta al combate. George {ancroft, feliz por estar de nuevo al lado de su cañón aunque recibe pmo castigo de su deserción doscientos azotes, se prepara para vengarse !e todas las humillaciones a que lo sometieron los piratas y propone al jjven Farrell que le sirva de ayudante durante el combate. Trípoli está 1 la vista. La Fragata Invicta, las velas desplegadas y sus baterías en Irden de combate, avanza en medio del mar en calma. El capitán arenga la tripulación y da las órdenes oportunas para atacar a los piratas en su propia guarida. De los fuertes que defienden la ciudad parte el primer cañonazo conminando a la fragata que se detenga. A pesar de la advertencia, la Constitución fuerza la entrada y se apodera del velero Esther, en el cual aun está prisionera la bella joven americana. Momentos después, la fragata invicta se encuentra cercada por la escuadra pirata y sosteniendo un rudo combate contra los que pretenden apoderarse de ella, lanzándose al abordaje. En la historia naval de los Estados Unidos jamás se ha registrado una acción tan heroica como la llevada a cabo por los vahantes marinos de la fragata invicta. Jamás tampoco se ha presentado en la pantalla una escena de tanta grandeza como la defensa que los marinos hacen de su barco y los múltiples actos de heroísmo que se llevan a cabo en tan corto tiempo y en tan reducido espacio. El almirante Nelson lo calificó como "el hecho más atrevido de todos los tiempos." La posteridad confirma el aplauso que el mundo civilizado tributó a los valientes que la llevaron a cabo y los nietos de aquellos héroes se enorgullecen de ser los descendientes de tales paladines. La Fragata Invicta recoge en detalle las fases de la lucha y las presenta a la admiración de nuestra época, haciendo revivir de nuevo la gloria del pasado. Castigado duramente el poder de los piratas tripolitanos, venciéndolos en su propia plaza fuerte, después de libertar a los marinos sometidos al yugo de la esclavitud, la Constitución leva anclas y emprende el viaje de regreso a las playas de la PAGINA 27