We use Optical Character Recognition (OCR) during our scanning and processing workflow to make the content of each page searchable. You can view the automatically generated text below as well as copy and paste individual pieces of text to quote in your own work.
Text recognition is never 100% accurate. Many parts of the scanned page may not be reflected in the OCR text output, including: images, page layout, certain fonts or handwriting.
Página veinticuatro
Descubrió a Barbara Worth entre las extras y se la llevó al escenario de pruebas cinematográficas. La gentil Bárbara sentía su corazón latir con violencia y sus mejillas enrojecer de nerviosidad mientras caminaba hacia la ansiada prueba. ¡Al fin había llegado la gran oportunidad de su vida!
Cuando Brown y Bárbara penetraron en la sala, el director cerró la puerta tras de si.
“Tocó la casualidad que unos momentos antes se habia tomado allí una prueba de una joven para ver si podría interpretar un papel en colaboración con George Siegman, que interpretaba la caracterización de Simón Legree en “La Cabaña del tío “Tom.” |
Simón había dejado olvidado su látigo de piel de culebra negra, apoyado contra la silla del cirector. Brown le dió un puntapié accidentalmente al rhomento en que Bárbara se volvía hacia él. El director se sentó en la silla, apoyó la barba en la mano y la miró largamente con ojos penetrantes. En seguida se levantó y comenzó a dar pasos por la sala con cara huraña. La pobre Bárbara estaba asustada.
—«¿ Por qué está Ud. enfadado, Mister Brown?—le preguntó balbuceando.
—No estoy enfadado—replicó él—. Estoy pensando. ¿Estoy ideando alguna -pequeña escena para Ud.
Para cuando el director hubo ideado su escena Miss Worth estaba hecha un manojo de nervios. El se dió cuenta de la situación inmediatamente. La muchacha estaba tan excitada que era imposible someterla con justicia a la prueba. Brown entonces se le acercó y le dijo con afabilidad :
—Querida Miss Worth; vamos al restaurant del taller y conversaremos sobre nuestra escena mientras almorzamos. Alli podremos discutir todo con calma y tiempo. Podemos tomar la prueba después.
De un puntapié envió hacia un rincón el malhadado látigo, causante de la equivoca escena que tanto asustara a Bárbara y salió con ella de la sala. Una vez en el restaurant, escogió una mesa apartada y comenzó a hacerle preguntas amistosas sobre sus planes y aspiraciones, riendo campechanamente de sus temores y dudas y haciéndole ver que él no era un ogro sino un director cuyo mayor anhelo era ayudarla en su carrera. Le dijo que todo consistía en obrar con entera naturalidad, sin ningún esfuerzo actoril. “Terminado el almuerzo la llevó a la guardarropia para que escogiese un vestido de soirée, y cuando volvieron por segunda vez a la sala de pruebas Bárbara era todo entusiasmo y felicidad. No sólo salió airosa de la prueba y ganó la caracterización que apetecía sino que su carrera quedó asegurada. ¡Todo ello, gracias a la
paciencia y amabilidad de Brown!
CIENTE DAN DT A
La era de la Inquisición y el potro de tormento está pasando de moda en los talleres de Hollywood. Los directores hoy día han adoptado el sistema de dejar al pretendiente en completa libertad de expresar su capacidad histriónica en escenas sencillas y naturales.
El famoso director Fred Niblo me contaba el otro día su experiencia con Bárbara La Marr cuando Niblo la:sacó del torbellino de extras al sospechar en ella oculto talento.
El primer papel que hizo en el cine —comenzó diciendo el director—fué ideado entre ella y yo. Bárbara había aparecido ya en las tablas como bailarina, pero no sabía nada acerca de la actuación ante el lente. Después de ayudarla a ponerse la pintura del cine nos sentamos en mi oficina para discutir y visualizar juntos la caraterización que iba a interpretar. Naturalmente, Bárbara estaba nerviosa. Se lo voy a confesar a Ud. desde luego: yo no perdería mi tiempo en tomar una prueba fotográfica de un aplicante que no se sienta excitado y nervioso. Me haría creer que no le da la importancia debida a esta oportunidad que tantos codician.
Después nos fuimos al escenario. Siempre tengo una orquesta fuera del alcance del lente. Bárbara oyó el tictac de la cámara y se quedó un tanto desconcertada. Una vez más repasamos la trama y el papel que ella iba a hacer; para que la atmósfera fuese más realística yo mismo interpreté el papel masculino. Mi propósito era hacerla que se olvidase de la cámara y se ensimismase en su caracterización. Desde un lado del escenario la alentaba yo con gestos y palabras cuando ella debía estar sola en escena. Esa fué la primera prueba fotográfica de Bárbara, y el buen resultado justificó todos mis esfuerzos.
Dirigir pruebas es más trabajoso que dir"gir la filmación de una película, porque el principiante cree que está jugando el todo por el todo y que si fracasa debe decir adiós para siempre a sus esperanzas de llegar a ser actor del cine. Su porvenir depende del resultado de la prueba.
Aunque no fuí yo quien inició a Adolphe Menjou en el cine, a mí me debe su primera caracterización de importancia, la de Luis XIII en “Los tres mosqueteros.” Para hacerle sentir y llenarse de la dignidad y grandeza del personaje ordené a la orquesta que tocase un aire marcial. A los acordes de la música Menjou irguió la cabeza y avanzó hacia el lente con toda la dignidad y majestad de un monarca verdadero. Estoy persuadido que ese trabajo echó los cimientos de su éxito futuro.
ko Ro o*
Los directores hoy día hacen todo lo posible por disipar el terror que
Mayo
acompaña a la prueba cinematográfica. Muy raros son los actores que no han tenido que pasar por ella. Un caso singular es el de Monte Blue. Esta estrella de Warner Brothers lleva ya trece años de actor y, sin embargo, nunca ha tomado una prueba. Cuando Monte llegó a Hollywood se enganchó con otros gañanes para cavar hoyos de postes telegráficos en los antiguos talleres Re-liance-Majestic. Su jornal era de tres. dólares diarios. El único pasatiempo de Monte era su inclinación a la discusión y la disputa con los otros peones. Durante el descanso de mediodía, cuando los trabajadores se sentaban en un grupo para comer y fumar, Monte tomaba la palabra y arengaba a sus compañeros. Un día acertó a pasar por allí el director D. W. Griffith, quien se detuvo a escuchar la perorata de Monte desde un lugar apartado.
Unas cuantas semanas más tarde el director buscaba el reparto de su próxima película y, al ver que la trama contenía un 'episodio en que un orador peroraba ante una multitud, se acordó del gañán y lo mandó llamar. Llegaron a un arreglo mediante el cual Monte había de recibir cinco dólares al día cuando actuase y tres dólares diarios cuando cavase hoyos para postes telegráficos. ,
Asi, sin haber pasado por la prueba cinematográfica, Monte hizo su aparición ante el lente por vez primera y actuó sus escenas tal como habian de aparecer en la película.
ko Ro *
La primera y única prueba cinematográfica de May McAvoy fué un fracaso completo en cuanto a proporcionarle la caracterización para la cual se había hecho. Por obra de la casualidad y la buena suerte, sin embargo, esa misma prueba produjo su primer contrato, con Famous Players.
May era una de las “extras” que trabajaban de vez en cuando en los talleres de Famous Players de Nueva York. Necesitaban un tipo especial para una escena de una película en que Marguerite Clark hacía el papel estelar. May fué una de las varias “extras” de quienes el director Robert Vignola hizo pruebas fotográficas. Pero cuando May McAvoy, ataviada en una larga y elegante creación de terciopelo, incitantemente plegada al cuerpo e ideada para la dama del gran mundo, trató de interpretar a la demi-mondaine, su esfuerzo fué un fracaso lamentable. En vez de fascinante sirena parecía tan inocente y angelical que el director Vignola se acordó de ella algún tiempo después cuando se presentó una caracterización apropiada. Desde aquella primerail prueba, May nunca más ha tenido que someterse a otra. |
(Fa a la página setenta)