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Página cuarenta y ocho
Los Misterios del Cine
Este artículo es el segundo de una serie sobre la manera como se hacen las pelicu escrita por un autor que tiene conocimiento
Il—EL DIRECTOR Y LOS ACTORES
NA vez que la continuidad de la trama ha sido arreglada, según expliqué en mi artículo del mes pasado, el director se apresta a dar comienzo a la filmación.
Su primer paso, después de la aceptación del argumento y mientras los escenaristas preparan la continuidad, es asamblar el reparto de actores. Sólo aquéllos que están al tanto de los mil sutiles requisitos de la pantalla, amén de los caprichos y veleidades de los actores, pueden darse una idea de la difícil tarea que cabe al director al escoger su reparto.
Cada taller del cine tiene, naturalmente, su departamento especial a cuya cabeza está un director de repartos. Este director se encarga de contratar a los actores secundarios, de tomar pruebas cinematográficas de los actores nuevos y de los ya establecidos que solicitan contratos y de conseguir el mejor tipo posible de extras para los grupos o muchedumbres.
Pero la responsabilidad de escoger los actores principales cabe al director de la película; aunque algunas veces sucede que la estrella y aun los: dos o tres colaboradores principales son elegidos de antemano por el productor, el gerente o algún otro potentado del taller. El director, sin embargo, siempre es consultado por estos señores al escoger sus favoritos.
Repetidas veces se ha presentado el caso en algunos de los más grandes talleres de Hollywood que una estrella se haya negado a interpretar el papel principal de una pelicula por creer que la caracterización no era apropiada a su talento especial. Es cosa asegurada que Mae Murray acaba de romper su contrato con Metro-Goldwyn-Mayer por negarse a aceptar una caracterización que se le asignó. A raiz de su rompimiento con este importante taller de Hollywood Miss Murray firmó un contrato con la Cinema Nacional Británico y marchará pronto a Londres a actuar para esa casa.
Hasta los directores muestran a veces los dientes y se niegan a filmar argumentos que, están seguros, tenderán a echar un borrón en su reputación directorial.
TN ASN ED TA
Por MEREDITH DAVIS
Como se ve, no todo el campo es orégano ni ganancias de veinte por ciento para los productores del cine.
A menudo el director o el productor hacen venir a una docena de actores principales, quienes son sometidos a una prueba cinematográfica para decidir sobre la persona más «apropiada para cierta caracterización en la película que se va a filmar. El objeto principal de los poderes del taller es encargar cada papel de una cinta al actor o a la actriz que más se adapte, por su belleza, habilidad, aspecto físico, característicos y aun habilidad para pintarse, a la caracterización en cuestión.
La prueba cinematográfica es, en la producción de películas, una fase que el público mucho comenta pero apenas conoce. Ante todo, el actor necesita cautivar el interés del director de la película o del director de repartos lo suficiente para justificar la molestia y gastos que origina una prueba.
Cuando el actor ha logrado interesar a uno de estos señores, se le fija el día y hora de la prueba, la que tiene lugar en algún escenario que no esté en uso. Generalmente, un asistente del director o del director de repartos se encarga de esta prueba, a menos que el actor sea de prominencia, en cuyo caso el director de la película en persona dirige la prueba.
Si el pretendiente es un novicio que quiere iniciarse en el cine, recibe instrucciones sobre el modo de pintarse para el lente. El arte de pintarse para el cine es totalmente diferente del que rige para el teatro o para retratarse. Cada cútiz requiere un matiz especial de pintura. También es preciso saber la intensidad de la luz de una escena para regular el modo de pintarse. Un ejemplo de la diferencia entre la pintura del cine y la del teatro es el hecho que para éste el actor se pone colorete en las mejillas, en tanto que en aquél el colorete no tiene cabida pues la cámara cinematográfica lo reproduce negro.
Ahora, si el pretendiente ya es actor experimentado en el cine, se le deja entera libertad de idear su modo de pintarse; después se adelanta hacia el lente poniendo su destino a merced del director y del operador de la cámara.
Es un hecho curioso, y muchas veces
directo y profundo del asunto,
trágico para el actor o la actr muchas figuras conocidas en el como grandes actores, cuyos ro cuerpos son impecables en cu belleza y forma, no salen airosos prueba cinematográfica. En una no “fotografian” bien; y así, s obligados a aceptar la amarga vicción de que, a pesar de su fam el teatro o la comedia musical llegarán a ser estrellas del cine. Porque la cámara cinematogr admite engaños ni apariencias infalible lente hace resaltar el más sut y disfrazado defecto en la fisoni en el cuerpo, en el color de los oj pelo, en la curva de la boca o tamaño y forma de la nariz. ¡ El otro día llegó a mi conoc por boca de uno de los interesad ejemplo de como hasta los más « mentados productores y directo: cine pueden engañarse sobre lo q impecable belleza. Richard presidente de First National, > Nueva York en viaje a Ho acompañado de Charles Roge ductor de las películas de cowboy ( Maynard, de esa misma' corporaclt productor Rogers se encontra sazón falto de una actriz caracterización principal femeni próxima producción y discutía € presidente sobre las diferentes actric Hollywood que podrían encar ella. E ] En uno de los paraderos del. transcontinental de cuatro días, potentados del cine se bajaron para pasearse por el andén de la € y estirar las piernas. Entre los pa que paseaban por el andén ]I atención del productor una ] extraordinaria belleza. Inmedi se la imaginó como el tipo perfec buscaba. Los dos magnates ent conferencia en el mismo sitio € hallaban y el resultado de su del fué aproximarse a la joven y una prueba cinematográfica. Se acercaron a ella y después de a conocer entablaron conversac hicieron, sin más preámbulos, : guientes preguntas: —¿Fstá Ud. interesada en € ¿Va Ud. en viaje a Los Angeles 0
(Va a la página sesenta y nueve)
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