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CARTA No. 1 (Diez dólares)
Estando en Norteamérica el centro de “las más poderosas producciones de pelí¡culas cinematográficas, debia por ley “natural que acaparar o abarcar el mayor ¡número de espectadores el cine, espectá“culo que, gracias a los grandes directores e industriales de este ramo, está resultan¿do cada día más intenso, más artístico, más bello y más eficaz para la difusión del progreso y las ideas a través del Globo. Con frecuencia vemos a las casas —filmadoras gastándose sumas fabulosas en la mise-en-scene y en la preparación en general de una obra que la cámara habrá de absorber para grabarla en el celuloide. Los mejores actores, llegados de lejanas distancias, ponen su contingente valioso en la interpretación de las escenas, atraídos por los sueldos enormes que otros no podrían pagarles. “Todo esto redunda en el éxito final de los | prop sitos creados por las casas productoras, en cuanto a bondad artística de las cintas y al lucro o ganancia de sus dueños. ña Por muchos motivos más, parece que el cine triunfa en América de una. manera rotunda sobre el número de los otros espectáculos, aunque no sobre la calidad, que es distinta, no inferior. Una cifra muy grande de teatros y salones de proyecciones animadas puede notarse al hacer el cómputo de los demás de otra clase. El cine, pues, triunfa en América y parece que esta victoria en vez de ir siendo opacada por la invasión de otras “Tepresentaciones de arte, tiende más bien a cimentarse y a robustecerse, no se sabe si por la carencia o ausencia de éstas o por la prolífica producción de aquél, que avanza con invasora seguridad y allana todas las fronteras.
Pero ante estos hechos y circunstancias surgen estas interrogaciones: ¿Po-drían esos señores, más comerciantes que investigadores cientificos, poner más dinero, talento y trabajo en el perfeccionamiento de esta rama de la física tan notable ya?
-—— Repetimos que en Norteamérica está el centro de la más vasta producción cinematográfica y, en tal concepto, es a los norteamericanos a quienes corresponde lanzar la primera clarinada de un nuevo adelanto o un nuevo avance de la cinematografía.
Esto lo está pidiendo a gritos todo el mundo, todos los amantes del arte y aún más los devotos del silente arte de la pantalla.
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CINTIA NDA
El porvenir del cine está en manos de Fox, de Mille, Cruze, Goldwyn, Carewe, Leonard, Niblo y otros por allí. ¿Pueden estos directores y productores hacer algo en favor de la naciente era cinematográfica que está reclamando el
mundo, y que si no está debería estar
por comenzar ? Ocravio DELGADO, Managua, caragua.
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co) a) 17) € ww
CaArTA No. 2 (Cinco dolares)
Después de ver películas como Beau Gesto ER Demonio y la Carne. y “Ressurrección,” se experimenta una emoción estética tan completa, tan honda, que consuela al espectador de tantas desilusiones sufridas con otras películas, anunciadas con bombo extraordinario y que al cabo resultan de una mediocridad y de una montonía desesperantes, a causa del eterno triángulo: el héroe, la muchacha inocente y el villano.
En las tres cintas antes mencionadas todo contribuye a dar la impresión de obra maestra: la trama de ellas, el trabajo de los actores, que es impecable, los escenarios, la fotografía.
Ciertamente, en todas partes abunda el público de gusto fácil, que se regocija con el triunfo de la virtud y el castigo del malvado, inevitables al final de esas películas que a diario nos presentan los empresarios de cines. Pero de tal modo el verdadero arte se impone que aun este mismo público aplaude y encomia películas que, como las antes nombrades, se apartan del conocidisimo cartabón que los productores parecian hasta ahora haber aceptado como definitivo.
Para concluir, una sugestión: ¿No dependerá acaso gran parte del éxito de una película, de que se deje a los actores y actrices más libertad para interpretar a sus personajes? Me refiero al ademán, a la expresión del rostro, a los movimientos, que, según parece, están sujetos al más estricto escrutinio por parte de los directores. Esto, quizá, dará excelentes resultados con quienes apenas comienzan su carrera en el cine; mas al tratarse de artistas ya formados, con fama bien adquirida, acostumbrados a actuar delante de la cámara, no sólo parece innecesaria tan estricta vigilancia, sino que, muy probablemente, les resta personalidad y de allí que sus personajes resulten, las más veces, artificiales, faltos de vida propia.
Lucia Lopez, Delicias No. 3, México, DEE.
Página cuarenta y siete
La Opinión del Público
CarTA No. 3 (Cinco dolares)
No tengo noticias de que desde el Ecuador hayan emitido opinión alguna, y, en efecto, de mi pais deben tener noticias tan lejanas como la de que hace mucho calor, y hay muchas revoluciones.
Uno de los mejores placeres de la vida consiste en viajar, es quizá la aspiración más generalmente sentida entre los jóvenes de la generación presente, en especial de los latinos, que en nada desmerecen ante el globe trotter inglés. Ciudades desconocidas, tipos y costumbres extraños a los nuestros nos atraen irresistiblemente.
Mas el deseo de los viajes se hallaba medio siglo atrás aguijoneado por el prestigio de lo desconocido, América del Norte y Europa se representaban en la imaginación de los sud-americanos desfiguradas y borrosas a través de las lecturas de los libros poco verídicos y de las escasas revistas y periódicos que llegaban hasta nosotros. La incógnita inquietante de mundos tan lejanos contribuía a forjar en las mentes la quimera de una Atlántida.
El cine ha destruído ese baluarte, ha fotografiado la vida misma en movimiento haciendo desfilar ante nuestros ojos lo que separaba todo un océano. No digo precisamente que no hayan influído en el acercamiento de otras naciones a nuestro continente otros mil medios indiscutiblemente eficaces; negar esto sería negar el progreso y, lo que es más, nuestro progreso mismo. Me refiero solamente a que el efecto del cine ha contribuilo a disminuir esa fiebre de los viajes porque virtualmente se puede decir que por ese medio ya hemos visto desde las costumbres esquimales, hasta la Wall Street de Nueva York.
Pero el cine ha creado, o mas bien dicho ha despertado otro ensanche espiritual bien distinto; si un taller del cine es el mundo en pequeño donde existen desde las miseras aldeas africanas, hasta los elegantes salones de Monte Carlo, vivir allí es vivir en todas partes. Si los actores crean con sus farsas la vida misma donde late la emoción y la aventura del amor, ¿qué mejor cosa que ser actor o estrella? Entre beso y beso fingido puede nacer un idilio igual al de la Pola y Rudi.
Hoy las mujeres de mi tierra ya no quieren viajar; les basta con entornar los ojos y sentirse rivales de Laura la Plante o de cualquier otra beldad de Hollywood.
GONZALO GALLO SUBIA, Olmedo 36, Quito, Ecuador.