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Clara Kimball Young y
Sidney Drezv en una escena de
CINELANDIA
Goodness gracious! (¡Ay mi
: Madres, antigua comia de la casa Vitagraph, dirigida por James Young, marido de Clara.
se le ha quedado para siempre, y por el que la llaman sus íntimos, era Dutch (Holandesa), sobrenombre que le dimos a causa de sus mejillas rojas y redondeadas y de su cabello rubio rojizo. Tenía las piernas tan largas y delgadas que le era impossible mantenerse las medias estiradas y lisas; siempre se le arrugaban, y la costura de atrás se envolvía en “espirales alrededor de las piernas. Era toda zancas y ángulos; brazos largos y “huesudos, con codos puntiagudos; largo Cuello, y estiradas piernas; mucho más alta que yo, a pesar de la diferencia de “edad. A causa de su estatura se podía 'Caracterizar en personas de mucha más edad.
2 Dutch no valía gran cosa como actriz “en esos primeros tiempos; era demasiado niña, demasiado juguetona y alegre para
"prestar el debido cuidado a la profesión. Lo que sí demostró poseer en alto grado “fué el sentido de la mímica.
Todo lo que para mí era vital, trágico
ly real, era para ella pura chacota y "bufonada. Le gustaba imitar burlo“namente a los actores: su modo de hablar, de accionar, de andar, sus manerismos característicos y hasta el “tono de voz. Algunas veces, y a espaldas ¡del director, se ponía a as el modo como éste filmaba la película. No quiero decir que lo hiciera por malicia, “sino por una irresistible inclinación a lo bufón. Un día en que desde un rincón hacía chacota de la actuación de Flora Finch, “vimos al director Ralph Ince que la “observaba desde un sitio apartado. ¿Todas nos pusimos a temblar, Ince era “uno de los directores más importantes y de carácter bastante severo. De “repente, le vimos soltar la carcajada, “aplaudir e intimar a Dutch a que si1 e adelante.
Algunas semanas más tarde, Ralph Ince se le acercó a Peg, que se hallaba
ese día actuando entre los extras, y le
dijo:
—Quiero que me envie mañana a su hija, pues tengo para ella un buen papel de ingenua en la película de Anita Stewart.
—¡ Pero mi hija ya está tomada para una película del director Van Dyke Brooke !|—contestó Peg.
—No'; no me refiero a Norma. Quiero decir la rubia esa de las largas trenzas y los ojos rientes; la que anda por ahí entre los extras.
Página cincuenta y una
Constance fué desde ese día contratada a razón de cinco dólares diarios; su trabajo en esa película de Ince le produjo
ciento diez dólares, la suma mayor que
había visto en su vida. Le entregó ciento a Peg, y con los diez restantes se compró un fonógrafo de lance.
Animada por este golpe de buena fortuna, Dutch quiso abandonar la escuela para siempre, y empezó a lamentarse porque no estaba aún bajo contrato permanente.
Continuamente me pirado para que la llevase a ver a Mr. Blackton e
“intercediese por ella; pero yo no quería
pedir favores para miembros de mi familia; el temor de salir desairada me hacía retroceder. En esta coyuntura, Peg se decidió a valerse de un ardid y venir en ayuda de Dutch sin hacerme pasar por el sonrojo de pedir favores.
—Norma, querida — me dijo una mañana—Mr. Blackton ha telefonado mandando llamar a Constance; la pobre muchacha no se atreve a Ir sola. ¿No me harás el cariño de acompañarla a su presencia ?
Yo caí en el lazo. Naturalmente, no había tal llamando ni cosa parecida; era un ardid que había urdido Peg para satisfacer a Dutch.
Me introduje en la oficina particular de Mr. Blackton, llevando de la mano a Dutch, y le dije con gran desparpajo y sangre fria:
—Pues, aquí la tiene Ud.
Mr. J. Stuart Blackton levantó los ojos de la mesa cubierta de papeles, se pasó la mano por el pelo, con aire distraido y caviló unos momentos, aunque
(Va a la página sesenta y seis)
Norma y Constance en su chalet de playa de Santa Mónica, vecina a Hollyavood.