Cinelandia (March 1928)

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CINELANDIA Página cuarenta y una Una Estrella en el Mar US O hay pasatiempo ni DTVeRSUH| diversión en el mundo para PS A 0 John Barrymore como salir en su yate The Mariner en busca de las aventuras de NR LON alta mar. En la variada categoria de deportes no hay ninguno fuera del deporte náutico que haya cautivado su interés. Pero en el caso de John Barrymore, el yate no es un mero pasatiempo sino una vocación. A causa de este gran cariño a su barco y a las aventuras del mar, Barrymore se opone tenazmente a que se le llame yachtsman, y exige que se le llame “marinero.” Pues John, cuando abandona su vida artistica para lanzarse a la vida marítima, no sale como los ricos yachtsmen en correcto y planchado pantalón blanco para tenderse en una butaca de cubierta y dar órdenes al capitán. Cuando Barrymore sube a bordo, él forma parte de la tripulación, a la cual dirige, llegando a ser asi el verdadero capitán de su embarcación. Con la determinación de un verdadero marino se lanza por esos mares dispuesto a encontrar cualquiera aventura y a hacerle frente. Los puntos a que se dirige no son las bahías tranquilas vecinas a los grandes puertos, porque, según dice él, éstas no tienden a satisfacer su afán de descansar de la vida de cada día sino que nada más tienden a hacerlo perezoso. A donde él se dirige es a los parajes peligrosos, donde las olas tumultuosas vienen a estrellarse contra las bordas del yate, donde éste no Por John Miles es más que un signo de la eterna lucha del hombre contra los elementos. — Me dediqué a la vida de marino seriamente hace dos años — me dijo Barrymore — . Después de buscar por largo tiempo un navío apropiado tuve la suerte de comprar The Mariner, fornida goleta de 106 pies de largo, muy parecida a las barcas pescadoras de Gloucester, pero mucho más graciosa de líneas. Antes de comprar yo The Mariner ya este barco habia ganado muchas copas y medallas en diversas regatas. En varias ocasiones había mostrado su rapidez y perita construcción, tomando parte en viajes por mares peligrosos. Era considerado como uno de los mejores barcos de carrera. En 1923 ganó la caFrera más grande de los Estados Unidos, la de Santa Barbara, California, a Honolulu. Empleó en el trayecto once días y catorce horas, record: que no ha sido aproximado jamás y que nadie ha podido batirlo todavía. El año 1926 tomé yo parte por vez John Barrymore a bordo de su yate “The Mariner” no quiere ser meramente un. yachtsman sino un verdadero marinero. Todas las maniobras de a bordo son vigiladas ' y dirigidas por él. El único deporte a que se dedica John Barrymore durante las temporadas que le deja libre el taller es la vida. de marinero. primera en The Mariner en esta carrera a Honolulu, y aunque no gané el primer puesto, por lo menos gané el tercero, y eso llegando bastante próximo a los dos que me precedieron. Jamás olvidaré esa mi primera aventura en los deportes marinos. Quedará grabada en mi memoria más profundamente que todas las impresiones que he recibido en mi vida. Los dos primeros días de navegación fueron tranquilos, pero en el tercero se desencadenó una furiosa tempestad; los cielos se cubrieron de nubes grises, y antes de que pudiéramos tomar nuestras medidas la tormenta reventó con furor. The Mariner, fornido barco y equipado por una tripulación experta, la misma con que vino de Gloucester a California a través del Canal de Panama, resistió alrosamente las embestidas de las olas. Luego nos vimos envueltos en un infierno rugiente de nubes y olas gigantescas, en medio de una neblina que no nos permitía ver a más de veinte pies de-distancia. La naturaleza entera parecía que se habia propuesto arremeter contra nosotros. Pero The Mariner siguió airosamente en su marcha, a veces sepultándose bajo las encrespadas olas, para levantarse inmediatamente sacudiéndose las aguas que bañaban la cubierta. No hay sensación de la insignicancia humana como encontrarse a bordo de un barco en medio de una tormenta. Esa aventura me confirmó como marinero, haciendo de mí un entusiasta por la vida del mar. Me hizo comprender que el deporte más noble del mundo es combatir constantemente las amenazas del mar. Es un desafío que estimula las facultades del hombre y le da el poder de pensar y solucionar grandes problemas en un momento súbito. El mar nos hace comprender la omnipotencia de la naturaleza y la insignificancia humana comparada con ella. Esta actitud es de gran importancia para un actor. Le da cierto conocimiento de la proporción y lo arranca del mundo de fantasía y engaño en que su profesión lo obliga a vivir. EA John Barrymore ama el mar, y cuando sube a bordo de The Mariner es en calidad de marino y no como el actor