Cinelandia (June 1928)

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Página dieciocho sabrán el esfuerzo, el sacrificio y el dolor que costó filmarla. Vamos recorriendo los stages en los talleres de First National. Los refleJos de las luces incandescentes y el sonido de las orquestas son nuestra estrella de Belén para buscar los sitios donde se filma. Aquí Dorothy Mackaill y Ralph Forbes hacen algunas escenas de “El látigo” (The Whip), bajo el megáfono de Charles Brabin; más allá Richard Barthelmess y Lina Basquette — muchacha ésta que está filmando en dos estudios a la vez — hacen interiores del “hampa” para Roulette, que dirige Alfred Santell; más allá una escena vistosa: es Colleen Moore que se casa por centésima vez en el cine — ahora con Edmund Lowe — en “De corazón a corazón” (Heart to Heart), que se había comenzado bajo el título de Tomorrow (Mañana), dirigidos por William Seiter, el esposo de la rubia Laura La Plante. Y en otro stage, Milton Sills y su inseparable y gentil esposa Doris Kenyon, hacen shots del bajo mundo chino de Nueva York, para el film “Pájaros de noche” (The Hawk's Nest), con el noruego Christiansen en el megáfono. Por allí anda también, colaborando en la cinta, So Jin, el de la trágica figura, célebre desde “su interpretación del mandarín en “El ladrón de Bagdad.” Pero hoy estamos exigentes y queremos algo mejor, ni en tamaño, ni en aparato, ni en decoraciones, sino en esfuerzo personal de los intérpretes. Vamos ya saliendo del stage cuando una música sentimental nos atrae hacia un rincón. Salvo el sonido dulzón de la orquesta no hay allí ninguno de los otros ruidos peculiares de un set en filmación. Ni se oyen gritos, ni interjecciones, ni pitazos ni martillazos. La escena ha sido aislada con biombos, y esto aviva nuestra curiosidad. Conseguimos entrar y ver. Alexander Korda, el húngaro, dirige a Billie Dove y Clive Brook en “El lirio amarillo” (The Yellow Lily). La escena es sencilla; Korda conversa largamente con ambos, les explica, insiste más, vuelve a hablarles en voz baja. Está realizando en aquel momento la labor más difícil de un director: emocionar a sus personajes antes de comenzar, para conseguir en seguida una interpretación tierna que no aparezca ni estudiada ni forzadamente hecha. Billie Dove oye con la cabeza inclinada, como queriendo traer a su mente recuerdos Billie Dove y Clive Brook, en una emocionante escena de The Yellow Lily (El lirio amarillo). intimos, lejanos y dolorosos, que puedan ayudar a su emoción interior. Por último, ella asiente con la cabeza. Está lista. Korda se va a colocar tras la cámara, y la filmación comienza calladamente. El director quiere que sus intérpretes rindan el máximum de su jugosidad emotiva, y les deja actuar sin molestarles. Clive Brook, varonil, erguido, toma a Billie Dove por los hombros y le habla con emoción, lentamente, como queriendo inculcar en ella sus frases. Billie Dove sufre, sufre real y sinceramente. Su brazo y su mano izquierdos, que no estan “actuando” para el lente, tienen estremecimientos y crispaciones que prueban su estado interior. Levanta en seguida la vista hacia él, mirándole con dulzura al comienzo, extraviadamente después. El le habla siem pre, cada vez con mayor emoción. Los ojos de ella han quedado ahora fijos en los de él, parecenagrandarse, y, por último, el llanto brota en sus pupilas maravillosas, violento y espontáneo. Es el dolor interior, el dolor que se llora en silencio, el que parece salir por los ojos de esta muchacha que ha traído al cine uno de los tipos más puros y más nobles de mujer. El director ordena cortar. Está satisfecho y se pasea feliz, sin atreverse a molestar a Billie Dove que ha caído sobre una banca, aún sollozando, sacudida por el esfuerzo que acaba de realizar, mientras Clive Brook, de pie junto a ella, la contempla cón admiración. Alexandre Korda demuestra su satisfacción en sus ojillos de. miope, paseándose mientras se restrega las manos. Nosotros también, pues que muy raras veces la filmación ofrece ocasiones de ver escenas en que, pasando por sobre lo artificial o lo mentido del cine, veamos un esfuerzo personal de emoción y de verdadero arte como el de aquella tarde. E Un hombre alto, fiero de rostro, con cabellos hirsutos que parten de su cráneo como púas, aumentando su aspecto trágico, envuelto en un opulento abrigo de cuello de piel, habla duramente, con terribles inflexiones en la voz, a otro más delgado, que afirmado a una mesa oye en silencio. Las cámaras y las luces están despiadadamente dirigidas sobre ellos, mientras un hombre pequeñito, moreno, casi obeso, Emil Jannings caracterizando al czar Pablo I de Rusia, y Leavis Stone a su ministro, Pahlen. escena de High Treason (Alta traición), nombre que ha sustituido a The Patriot (El patriota). — . Filio | dirige en voz alta, con frases cortadas y nerviosas, mezclando palabras inglesas y alemanas. . Aquel "hombre alto es el Emperador, Pablo I' de Rusia, encarnado ahora por L el actor de carácter mas célebre de la ' época: Emil Jannings. Lewis Stone es, quien escucha, y quien dirige, Ernst l Lubitsch, otro de los talentos que Améxi: ca ha conquistado en Europa. La escena ocurre en los Estudios de Paramount, y pertenece a “Alta traición” (High Tren son), nombre que acaba de suplantar al . de “El patriota,” que se le había dado. Es un film de la Rusia histórica. | El Emperador ruega al comienzo. Sus | frases son dolorosas, dichas con muecas | de sufrimiento en que la boca juega el | principal rol. Poco a poco los gestos | vuélvense trágicos. La voz se hace potente, y el ademán amenazante; las manos remecen con furia el cuerpo de | Lewis Stone. Hay una sensación muy grande de tragedia, de amargura, de. despotismo enfermizo en la gesticulación de aquel actor que se ha ganado los públicos más diversos del globo, con su arte, Todos callan; ya no se oye sino muy rara vez la voz de tono alto y nervioso de Lubitsch. La escena culmina: es un trueno que grita y ordena, que sacude a | su interlocutor y tiene a veces inflexiones sentimentales y dolorosas. | Termina el shot. Nos acuden deseos de aplaudir. Jannings sonríe Cariñosa| mente a Stone y le habla en su inglés | pintoresco, pidiéndole excusas por su brusquedad. Va en seguida a un rincón, enciende un cigarrillo y le fuma apresuradamente, como un colegial que no desea ser descubierto. La voz de Lubitsch le llama. “Emil!” El hombre no contesta pero apresura sus | chupadas al cigarrillo. Ahora el di | rector es más seco: “¡ Jannings!” Igual y y Una PF