Cinelandia (September 1928)

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Página dieciocho El « Acercamiento” Norteamericano El lobo se disfraza con piel de oveja GAENTA, fatal e inexorableAN mente el gran pulpo extiende sus letales tentáculos succionadores de nuestras energías, triturando en su mortal abrazo todo asomo de rebelión o desacato a su omnipotente capricho. Cada día es más inminente nuestra ruina y más se acrece y envalentona su despectiva actitud hacia nosotros. Cada día es mayor su arrogancia y más firme y decidido su férreo propósito de anularnos, de aniquilarnos económicamente, que, en resumidas cuentas, es la mejor manera de reducirnos a la mínima expresión como factor político, y de condenarnos a eterna dependencia y onerosa sumisión. Estimulado por el acicate de nuestras riquezas ¡inexplotadas, y consciente de su impunidad, el gran coloso multiplica a diario los medios de seducción y dominio, ideando cada día un nuevo arbitrio para trasegar nuestros tesoros desde los paises de la Raza a las ahítas bóvedas: de Wall Street. Y de cuantos recursos había empleado hasta ahora, ninguno tan hábil, tan sutil, tan penetrador como el cinematógrafo. Este diáfano lienzo constituye hoy día el mejor medio de propaganda política y comercial que tiene el imperialismo yanqui, y sabe explotarlo con inteligencia y destreza sumas. La pantalla es un verdadero lobo vestido con piel de oveja que se nos ha metido en nuestro rebaño, penetrando en el redil de nuestro mundo económico, por la puerta falsa de la fantasía, que nosotros, desdichadamente, no hemos cuidado nunca de atrancar. Nuestra imaginación ha sido siempre una válvula de escape, perennemente abierta, por donde se han esfumado y dilapidado todas nuestras energías creadoras. Y el yanqui, mucho más equilibrado que nosotros, y sin duda, =S (ANGOL ios más inteligente también, a pesar de Rodó. y de cuantos le vituperan, ha sabido aprovecharse de esta deformación psicoló> gica y orgánica, ysabiéndola nuestro punto más vulnerable, por ella nos ataca con suavidad, con socarronería, con implacable tenacidad de Shylock rapaz. aquí en una escena de “El jardín del Edén.” aparecer como un modelo de belleza varonil, adornado de todas las cualidades: alegre, generoso, bonachón y cautivador. Por Alvar Fáñez de Minaya El ojo mágico del cinematógrafo es, desde hace muchos años, (y sin que nuestro público ni nuestros estadistas y gobernantes — ¡qué digo!, ni siquiera nuestros escritores más avispados y alertas — se hayan percatado de ello), el agente de propaganda pannorlándica más efectivo y eficaz que los sagaces directores de la banca y de toda esta “parafernalia” industrial — política — religiosa — económica que constituye el conglomerado social norteamericano, han sabido utili Así se representan los norteamericanos en el cine para llevar a cabo su propaganda favorable en los países de la América Latina. Charles Ray aparece zar con provecho y habilidad insuperables. Tan sutil, tan inteligente ha sido esta propaganda, que nosotros, lejos de recelar de ella y denunciarla, hemos caído en el cebo, y como tortolitos incautos hemos admirado, enaltecido e idealizado aquello mismo que nos vilipendiaba y escarnecia. ¿Recuerda el lector alguna pelicula de entre la serie innumerable que se ha hecho sobre la guerra europea? ¡Cuan noble, cuan abnegado y heroico se nos presenta allí al soldado norteamericano; cuan desinteresada y generosa la acción colectiva de la nación! Todo en estas cintas bélicas concurre a la idealización y enaltecimiento de este pueblo; todo en éstas, como en el noventa y nueve por ciento de las películas que salen de Hollywood, está cuidadosamente calculado, y hecho para producir un efecto determinado en el ánimo de las masas de El muchacho yanqui se hace la América Latina. Nada se hace aquí al zumba y aguanta, como quien dice; nada que no esté meditado e inspirado por esa conciencia de superhombria norlándica de que poco a poco se ha ido embriagando este pueblo, al extremo de que hoy, realmente, se creen superiores; y lo que es peor, y más alarmante aun, es que nosotros mismos, nuestra misma plebe, empieza a creerlo y a rendirle pleitesía y vasallaje. Y menos mal si sólo se tratara de las películas bélicas; pero es que esta intención o propósito trascendental priva en todas, absolutamente en todas las producciones de los Estados Unidos. A priori y con sagaz destreza de titiriteros políticos, los productores y directores calculan y premeditan los efectos patrióticos que tal o cual personaje, tal o cual escena, son capaces de producir. De antemano se potencializa el dinamismo nacionalista de una cinta, y así se intensifica o atenúa, según los casos; pero en toda fotogenia norteña encontraréis dos finalidades concretas y trascendentales, una inmediata y mediata la otra. Una es tangible y de efectos más aparentes, por lo tanto, la menos dañina para nosotros los latinos, puesto que se trata únicamente de sacarnos las pesetas, de trasegar la mísera pecunia de nuestras esquilmadas faltriqueras a las hinchadas cajas de caudales del ventrudo productor. La otra, por su índole más ideal, por sus efectos más mediatos, por su intangibilidad aparente, es mucho más peligrosa y nociva. Su reino es lo inmaterial, lo imponderable; su mundo es el de la fantasía — nuestra válvula de escape, nuestra puerta falsa, nuestro punto más vulnerable y vulnerado — ; ella se va poco a poco apoderando de nuestra imaginación; con sus inocentes apariencias se va lentamente adueñando de nuestro espíritu y ganándolo a su causa. Asi va creando entre nosotros eso que ellos, en lenguaje comercial llaman el goodwill, y que nuestros ínclitos hombres de negocios ni siquiera sospechan lo que es, al extremo de que nuestro idioma carece o 2 ma oi