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Página treinta
Mosaico de Hollywood
lo largo del E Boulevard —la Quinta Avenida del Oeste, dentro de cincuenta años — el falso bigotillo de aventurero de Adolphe Menjou, el monóculo desconcertante de Andrés de Segurola y la testa dominadora de Jetta Goudal.
Ni el Montmartre, el cabaret de la hora menos aburrida de las estrellas, ni el chef de MussoFranks, ni toda la pedrería verdadera y falsa del famoso Boulevard cinelándico, tienen esa vibración distinguida de lo parisino, de lo europeo.
La Sonrisa de Chaplin
En Henry's, se puede ir de cualquier manera, y no se baila. Pero cuando al untar la mantequilla en las lascas de pan parece que lo que se va a untar es el espeso aliento de los malos tabacos de Florida y Virginia — fracasados trasuntos de la exquisitez del cubano — se puede ver, algunas noches, la sonrisa verdadera de Charles Chaplin, que, se dice, es propietario del popular café.
Esa sonrisa recuerda, al punto, la de los perros callejeros, y produce un movimiento de lástima y de tragedia, por su descarnamiento, por su sinceridad.
Es como el recuerdo indeleble de aquellos días londinenses en que Charlot apaciguaba su hambre con ilusiones, mientras su madre, por la miseria, iba perdiendo poco a poco la razón.
Fisonomía de Henry's
Bodegón, si no se ilumina con la presencia de alguna de las más resplandecientes figuras de Cinelandia.
Se puede ir como quiera; la distorsión de la línea del planchado del pantalón no produce ningún mal efecto. Por eso, Victor McLaglen, a quien le molesta la etiqueta como si vistiera un traje encogido, y se halla a su mejor gusto en el uniforme de presidiario de una de sus últimas películas, es un habitual de Henry's, en una de las mesas centrales.
Sid Grauman, empresario de los teatrones Egyptian y Chinese, ocurre a Henry's al fin de las funciones. Desde su asiento, entre bocado y bocado, reparte sonrisas y saludos de la misma manera que en su despacho reparte papeles para sus prólogos estrepitosos y fulminantes.
Por Cornelio Dircio
José Crespo, hunde su poderoso mentón en el remanso de su no hacer nada; terminada “La venganza,” Dolores y Carewe en Europa, el galán español monologa su tristeza. ¿Volverá a tener una oportunidad ?
Segurola se aparece con frecuencia, cerca de la media noche, con o sin contertulios.
Este magnifico mundano
Rose Dione, Louise Dressler y Andrés de Segurola, como aparecieron en la cinta Bringing Up Father (Educando a
papá).
es el Lon Chaney de las actividades californianas; tiene mil tareas: profesor de emisión para los “talkies” o películas con escenas habladas, artista de cine, empresario de conciertos en Nueva York y en Los Angeles, promotor de luchas libres, petrolero, dandy y muy amigo de
José Crespo ha recibido ofertas de diferentes productores, después de su magnífica caracterización en “La venganza.”
Jetta Goudal y de Gloria Swanson. La fisonomía de Henry's es invertebrada y pintoresca: conviven los afortunados y los fracasados, los que llegaron y los que no han llegado. El estrella gasta cinco dólares, platica y fuma; el extra, platica y fuma y apenas tiene para || pagar un café, dándose prisa para esca) bullir la propina.
Álgo Sobre los Libros
No se sabe cuál fué la primera figura cinematográfica que se hizo retratar sobre un || -fondo de anaqueles de biblioteca. || Pero no hay estrella de la que |! no digan sus propagandistas: “ha leído a todo Shakespeare; se sabe de memoria la Divina Comedia y ha estudiado la! Teoría de la Relatividad del Einstein.” Douglas Fairbanks, según se afirma, es uno de los más leídos. Dolores del Rio, es la que, en los últimos tiempos, se las ha dado más de gran lectora. |
Ella dice que su estancia | favorita es su pequeña biblioteca. A lo menos cien veces la han fotografiado allí. Pero sin duda que ella
prefiere su alcoba rococó — ¡cómo fl rememora la de La Dama de las Camelias! — o algunos de sus tres baños:,
el blanco, el azul o el lila, donde respectivas balanzas de precisión son los espejos encantados que le dicen, día a día: tú eres la más hermosa porque pesas 120 libras. |
Todos los libros de Lolita están en inglés, y aún no desvirgados de la intacta pureza con que salieron del almacén de libros.
En Hollywood, como en otras partes, los libros se deberían vender por peso o por medida de anaquel. |
Los Conciertos del Hollywood Bowl
Conrad Nagel tiene una clara dicción; de ahí su éxito en el Vitáfono, y el quel haya sido comisionado este año para de-! cir un discurso inaugural en el famoso. Hollywood Bowl, auditorio natural donde caben veinte mil personas y donde cada verano se verifican magnificos con-' ciertos orquestales, conocidos con el nombre de “Sinfonias Bajo las EstreMasia
En su discurso, Mr. Nagel se dió a conocer como un sentimental, como un: alto espíritu religioso, como un perfecto Christian-Scientist. Para él la música:
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