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negocio de aquella noche. Aquel hombre grande, de mirar risueño y gruesos bigotes caidos, es Emil Jannings. Su compañero de charla, Matew Bets, un buen actor de carácter.
El director Ludwig Berger, con su pierna enferma, afirmándose en un bastón, va y viene nerviosamente preparando la escena. Quiere filmar ahora, sólo el gesto de felicidad del propietario, pero para que la impresión sea perfecta, desea que la alegría del local sea tan grande que pueda fácilmente reflejarse en la cara bonachona de Emil Jannings. A
Y lo obtiene. (Comienza la orquesta, óyense canciones canturreadas a grupo, gritos, interjecciones, pedidos de vasos de cerveza. Los mozos van y vienen, y el dueño se desvive atendiendo a los parroquianos. Y luego, ya más tranquilo, les observa, mientras habla con el amigo que consume su chop en el mostrador. Y es maravillosa la ductilidad del gran actor alemán que tan pronto interpreta magistralmente la más dura y trágica escena, como aquel momento de bonanza. Parece que en sus pupilas fuese a reflejarse toda la alegría bulliciosa del bar que él regentea.
“Termina el trozo. Emil Jannings ya no actuará, y se' desprende, con mucha alegría, de los toscos bigotes que tanto se usaran hace veinte años.
Novarro dejará el Cine
Por la expresión azorada que se refleja en las facciones de Adolphe Menjou, se desprende que debe haber metido la pata. Como todo buen caballero, Menjou prefiere las rubias hasta el punto que se casó con una de ellas, pero en vez de quedar satisfecho, se puso a cortejar una morena, dando el resultado que su esposa la bella Kathryn Carver, aparece enojada. ¡Pobre Menjou! ... .
mente trágico, llega, en camisa de dormir. La explicación del director dura largo rato, y Emil Jannings se interesa especialmente por cada detalle, y ha pasado a convertirse en ayudante, cooperando en la colocación de las cámaras y hasta vigilando el enfoque de la escena.
Todo está listo. Jean Arthur desaparece por la puerta del fondo. El fonógrafo toca ásperamente y la orquesta repite el mismo motivo. La alegría es general, y algunos, más ebrios, se han encaramado sobre los muebles y siguen cadenciosamente el compás de la música. La muchacha del mostrador conversa con un ayudante, mientras prepara sendos vasos de cerveza. La puerta del fondo se abre a una orden del director, y Jean Arthur, pálida, trémula, aparece en camisa, pasa con temor entre los parroquianos ebrios que quieren retenerla, llega hasta el mostrador, y con furia, con indignación, de un solo golpe arroja lejos la bocina del fonógrafo y detiene su marcha. Todos callan al ver interrumpida así la canción. También la orquesta que da “ambiente” a la escena se detiene. Hay un silencio mortal. Ruth Chatterton, con gesto furibundo, inclina su cuerpo hacia adelante, siguiendo las indicaciones de Ludwig Berger:
—-¿ Por qué haces esto, intrusa ?
Los ojos llorosos de Jean Arthur se pasean por la escena.
Todos parecen respirar odio contra la chiquilla que ha inte
rrumpido la alegría del restaurant, y ella los mira azorada y confusa, demorando en responder. Esa duda y ese silencio hacen más trágica la escena. Ludwig Berger se vuelve hacia la orquesta y da una orden en voz baja. La música inicia despacio un trozo doloroso y sentimental. El director dice a Jean Arthur:
—Conteste ahora. . ...
La muchacha abre sus ojos desmesuradamente y sus pupilas se llenan de lágrimas. En seguida entreabre los labios y casi grita a Ruth Chat
Las cámaras se alejan para filmar desde cierta distancia un trozo del mostrador. Ruth Chatterton, la actriz americana del teatro “legítimo”— y ex-esposa de Ralph Forbes —viene a tomar su puesto como cantinera de aquel bar. Un viejo fonógrafo de enorme y dibujada bocina, aparece sobre el mostrador. Ludwig Berger prepara su escena concienzudamente; Jean Arthur, la dulce muchachita a quien tocará actuar ahora un momento dolorosa
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Un despacho de Berlin, Alemania, nos comunica la noticia que Ramón Novarro dejará el cine para dedicarse a cantar en conciertos en Berlin——por lo menos por una temporada. La estrella cinemática dará un concierto en el mes de marzo en el Salón Filarmónico de esta capital.
Se rumora que Elsie Janis, la popular actriz y cantante norteamericana, cantará en el mismo programa que Ramón. No hace mucho que Novarro declaró que Miss Janis era una de “las mujeres ideales del mundo.”
El admirado actor mexicano, siempre ha querido cantar en público. En su reciente viaje a Europa el otoño pasado, fue a Berlin a presenciar el debut de Louis Gravure y Eleanor Painter en la ópera berlinesa y la ambición de cantar le vino de nuevo. Ojalá que esta noticia no sea definitiva, puesto que Ramon
pertenece al publico de la pantalla.
terton, con odio y con dolor.
—Es que mi madre... ¡ha muerto!
Y golpea su cabeza contra el mostrador, sollozando terriblemente.
Los semblantes de todos sufren un cambio. Al odio sucede la conmiseración. Sólo la muchacha del mostrador permanece impasible, y se muerde los labios con rabia ante aquella noticia a la que no tiene nada que objetar.
Un hombre viejo avanza y 7 (Va a la página 46)