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Besos-fr105 y CANDENTES
El beso era, por orden del director, largo y apretado, un beso que casi podría llamarse “dental.” En un momento dado, William Wellman, que empuñaba el megáfono, ordenó a ambos separarse lentamente. Y lo hicieron, con gesto apasionado, mirándose languidamente en los ojos. La escena iba a ser buena. Pero de pronto resuena por todo el decorado una sonora carcajada. ¿Qué ocurría? Poca cosa: que el chicle que Richard tenía en su boca en el momento del beso, se habia adherido a los dientes de Clara, estirándose pegajosamente al separarse ambos y dejándolos unidos por un hilo curvo y pintoresco. El chasco causó muchos comentarios y desde entonces Clara Bow, cuando se acerca a un actor para besarse, le pregunta con gran seriedad : ¿Tiene chicle en la boca? Por otra parte hay casos trágicos. No siempre la pareja que el director reune para una pelicula simpatiza tanto como el tema lo exige. Hay veces en que, simplemente, se odian con la mayor franqueza, O bien se detestan lo suficiente pára sufrir ambos la amargura de tener que besarse por orden del director. Se cuenta de una famosa actriz que hace tres meses llegaba por las tardes a su casa pidiendo sus frascos de esencias. Ese
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galán que Dios confunda—decía indignada—tiene la mala costumbre de comer cebollas en el “lunch.” ¡Y jamás me ha tocado una película en que debamos besarnos más! Entretanto, el esposo, impertérrito, avaluaba en la balanza interior de su dignidad, que era lo más grave; ¿que besasen a su mujer con los labios encebollados, o que dejase ella— ¡y éll—de recibir un lindo cheque semanal de mil quinientos dólares? Hay besos cimescos que han solido tener muchas consecuencias. Y si no, allí está el caso de Norma Talmadge, cuya vida actual, sobre la pantalla y fuera de ella, es como una prolongación de las escenas de “La Dama de las Camelias.” Y para nadie es secreto la pasión violenta de ella y Gilbert Roland, a tal punto que cuando se filmaban las escenas de “La mujer disputada,” cuentan las malas lenguas, de que antes de comenzar cada trozo amoroso, el director Henry King les llamaba aparte diciéndoles con el más suave de los tonos: Por favor; háganme caso cuando les de orden de separarse. Pero las escenas amorosas de esa cinta, baten los records de verismo. Lo que viene a probar fehacientemente que no hay actor que pueda superar a la
realidad. Norma y Gilbert Roland han
Y siguen los besos cinemáticos con toda la pasión de costumbre. vista tenemos a Fay Wray besando con mucho gusto a Richard Arlen en una de las escenas de la cinta “Four Feathers,” que se está preparando en
la actualidad, en los talleres de Paramount.
En esta
Richard no tiene nada de
tímido y siendo Fay tan atractiva, nos parece que en esta escena, el director no tuvo que insistir en que el beso fuera real.
esculpido, no en piedra que es anticuado sino en celuloide, que es más moderno a través de tres películas en que actuaron juntos, la historia completa de la pagó, amorosa que los domina.
El cine ha clasificado el beso. Lo h, catalogado; le ha dado un sin fin de motivos, y su duración se cuenta por y. gundos y hasta minutos con la exactituj de un cronómetro. Hay besos inocentes besos castizos y otros apasionados. Besos fraternales y paternales. Besos d; agradecimiento y otros que se dan y g reciben como un deber penoso y desagradable, pero que hay que cumplir. Acercz de la duración de algunos besos, un em. presario tiene sobre esto ideas definiti vas: Un beso de menos de ocho pies de película no tiene importancia, cuando el beso es entre amantes. Pero un beso de treinta pies de celuloide y colocado al final de una escena amorosa, le da más valor a la cinta, que si trabajase en ella la Reina de Rumania.
Hay una infinidad de tipos de beso, El de Jean Hersholt a Nancy Carroll en “La Rosa de Irlanda,” es un beso casto: un beso de viejo a la muchacha que vaa ser su nuera. Sin embargo, a lo mejor Jean Hersholt piensa en aquel momento con envidia en el beso que Charles Rogers le dará a Nancy en plena boca un mo: mento después en la escena siguiente Otro beso que es falso, por los motivo que lo impelen, es el que un hombre de edad da a su mujer fea y cincuenton Es el beso del marido que quiere salir aquella noche y emplea ese medio par sonsacar el codiciado permiso de su cara mitad. Al ver a ese viejo besando a su costilla, entrada en carnes y ajamonada, casi puede uno imaginarse que en aquel momento la esposa le va a pegar un bo: fetón y le dirá en tono brutal : —Esta no che te quedas en casa conmigo.
Una de las situaciones que más gustan a los jóvenes y muchachas románticos, ts los besos “que van a ser.” Es aquel mo mento en que los amantes, cara a cala se preparan a besarse con los labios apenas a una o dos pulgadas aparte. Esa anti cipación es a veces más deliciosa que el mismo beso y los directores saben el valo: que posee y le sacan el mejor partido posible. A esta categoría pertenece li escena en que aparecen Fay WrayJ Gary Cooper en la cinta llamada “El Primer Beso.” Pero para que el lector se convenza de que después de todo, Casi siempre los besos de celuloide son falsos, conviene apuntar que el mismo día qu se tomó esa fotografía, Fay se casaba
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