Cinelandia (February 1929)

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47 0sas que PARECEN Ser el ostracismo de A de seguir siendo un número en € o de los figurantes, de los Extras la color, sus rasgos solo servirán para la famosa “atmósfera, que no necesita ser tan clara, tan precisa, tan acusada. A pesar de todo, el maquillaje hace prodigios. Es una nueva hada que cubre con su manto bienhechor muchisimas torpezas de la naturaleza y realza, a veces, sus aciertos. ¿Cómo podría uno saborear la delicada belleza blonda de una Mae Murray en un sugerente “close-up, si no fuera por el afeite que la hace aparecer ingénua muchachita de veinte años, cuando ya ella ha visto caer la nieve de muchísimos inviernos sobre su alma ? : Gracias a un inteligente maquillaje nadie se percatará jamás de las pecas que desfiguran rostros tan adorables y simpáticos, como los de la inquietante Joan Crawford o la dulce Janet Gaynor. La nariz demasiado rojiza y el cabellc también colorado del apuesto Adolphe Menjou, así como el bigotillo encarnado del mismo, que tantas conquistas reales e imaginarias le ha deparado, reproducen con tonos agradables en la pantalla, debido a que el color rojo fotografía negro y a que lo rojizo de la nariz ha sido disimulado sabiamente con un color exprofeso. La preciosa Clara Bow tiene también el cabello rojo al igual que las estrellas citadas arriba, y en la proyección se torna una encantadora trigueña. Piadosamente el maquillaje semioculta la sotabarba de dos pisos de Lew Cody, perpetuándole una sonrisa de conquistador y un bigotillo de joven teniente de húsares de “la guardia,” allí donde hay “guardia.” Un Lewis Stone, ese otro caballero de armas tomar, que ansía perpetuar su gesto de hombre de mundo y de cortesano, a través de los siglos, no sería sino un pobre guiñapo a no ser por el empaque que le brindan las cremas para el cutis, y otros menjurges que se usan para el efecto feliz. Dolores del Río pugna por acortarse la expresiva boca con un toque sapientisimo de “rouge.” No le agrada tener boca grande aunque ésta sea lindísima. Y así como estos ejemplos, hay la mar de casos en que el maquillaje disimula defectos y quita años de encima a muchísimos astros del firmamento de Hollywood. Sin embargo, no es éste Únicamente su papel. Sino el contrario, por aquello de que toda medalla tiene anverso y reverso. Un Karl Dane exagerará su fealdad y sus gestos. Un Lon Chaney cobrará una terrorífica fachada, mucho mayor aún que la suya propia, la de todoslos días. Una Luisa Fazenda se (Viene de la página 31) pintará y se pintará para parecer ridiculamente fea. Y un amigo mío, excelente hombre, honrado y trabajador, que hace sus pininos en el cine en el que representa casi siempre papeles de bandido o de verdugo, exagerará su macrocefalia y las arrugas y protuberancias que hacen de su carota una de las más conocidas y famosas de la colonia cinematográfica. La cámara parece tener una marcada preferencia por los artistas de raza o de procedencia latina. En efecto quizá sean ellos los que menos necesiten del afeite, indispensable para los rubios y para los que no son muy morenos. No es solamente el color de la piel, de los ojos y de los cabellos lo que les favorece, sino la uniformidad de tonos y su gran contraste, que los hace únicos para la fotografía. El cútis apiñonado o moreno es más fotogénico que el blanco. Rodolfo Valentino casi no usaba maquillaje. Apenas acentuaba por medio de cierto polvo especial la uniformidad de su tez. Igual le acontece a Ramón Novarro; a Dolores del Rio; a Don Alvarado; a Gilbert Roland ; a Lupe Vélez; a Raquel Torres. Solo emparejan un poco la tonalidad de la piel, y se pintan un poco los ojos y la boca. Pero no necesitan estar horas y horas en el tocador tratando de conformar su color a las exigencias de la lente fotográfica, como: acontece a casi todo el mundo, aun a los pequeñuelos que forman parte de la Pandilla, excepción hecha, por supuesto, del negrito Farina. z El color de las cremas y polvos que se aplican al cutis, es generalmente de un tono algo rojizo, entre amarillento y ocre muy subido, como de color de ladrillo. Por supuesto que hay infinidad de combinaciones segun las diferentes clases de piel, para que de acuerdo con ellas se produzca el color deseado. Algunas veces este color es francamente amarillento y da a los artistas aspecto de enfermos. En cambio los que tienen un cutis amarillo, indicio de vejez o de bilis mal contenida, andan por el decorado con unos colores rosados y suaves que dan envidia. Al resplandor de las luces verdes de Klieg, asi como de las blanquísimas de los poderosos reflectores usados para iluminar la escena que se está tomando, los rostros se tornan de una lividez de cadáveres en anfiteatro de disección, y todos los contornos, las sombras y los salientes, tanto de las caras como de los muebles, etc., tienen una luz violeta (Va a la página 67) No creemos que Richard Dix desciende de la raza piel roja norteamericana, pero si sabemos que su fisonomía tiene muchos rasgos característicos de esa raza. Ya hemos visto a Dix en papeles de piel roja en otras S 11] ocasiones, y una vez más lo veremos en uno de estos roles en la cinta “Red skin” (Piel Roja) que filma ahora la casa Paramount. En esta pelí-: cula debuta también otra nueva actriz, Gladys Belmont, quien actuará de primera dama con Richard Dix.