Cinelandia (March 1929)

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46 Malvados y MALHECHORES dos rollos, ya sea de Lupino Lane, de Monty Banks, de Charlie Chase y de otros comediantes. Cuando el lector vea una comedia corta por alguno de estos payasos reconocerá al punto en los tipos que ahí aparecen, especialmente si se trata de una cinta del oeste, con sus respectivos cowboys, a los villanos del cine de otras épocas. S más, corresponde al choteo que lleva dentro de si toda comedia de dos rollos, la virtud destructora de ese tipo más burdo convencionalismo, de ese hombre fiera que parecía iba a escaparse de su mísera existencia planiforme para arremeter contra el público. Conforme los gustos iban mejorando y los asistentes al cine se reforzaban con la gente de gusto, con menos estómago de avestruz para digerir la pesadez de los villanos, fue necesario introducir una reforma, una transformación del tipo. Se iba a humanizar, ya que era tan ficticio. De acuerdo con las teorías imperantes sobre el alma humana se fue construyendo una modalidad distinta del hombre malo, un individuo que ni era del todo malo ni incapaz de hacer cosas buenas. Además, se admitía que podía ser hasta todo un buen mozo. Hacia el año de 1920 comienza una rehabilitación de los hombres malos de las películas. Se empieza a admitir que el villano puede ser el triunfador; se concede que tenga modales distinguidos. Es cuando un Lew Cody, hasta enton ces hombre mariposa, irredimible buscador de mujeres, encuentra ocupación como bandido elegante, como tahur y hasta como asesino. Es gracias a este nuevo ambiente que Ramón Novarro encuentra la oportunidad de su vida, para entrar en la fortuna y hacer un papel como nunca lo ha vuelto a hacer: en “El Prisionero de Zenda,” como Ruperto de Hentzau, joven distinguidísimo, de rostro encantador y a par el más terrible de los murmuradores y el peor de los enemigos. Al fin se admitía que un villano podía tener buena presencia, tanta que hasta fuese posible que las muchachas sin novio se enamorasen de él. Parece mentira que por tanto tiempo se hubiese despreciado el valor de esa frase popular: “no hay calavera que no sea simpático.” La vida comenzaba a ser en la pantalla como es, no como quisiéramos que fuese, siguiendo la orientación de convencionalismos ahora y desde hace varios años, en desuso. Y es en esos días que surge el nuevo prototipo del villano y comienza una diferenciación inventándose nuevas etiquetas. Adolfo Menjou es la encarnación del mal con careta, que es como suele presentarse en la realidad. Una malignidad inteligente, práctica, hábil por tanto, que sabe aprovechar las oportunidades y sabe ser un triunfador. Como todo favorecido por el buen éxito su sonrisa es amable y conquista universales simpatías, sobre todo de aquellos sujetos que son buenos a su pesar o (Viene de la página 27) Aunque veamos a Milton Sills en esta jaula de presos, no es razón para pensar que este actor se ha vuelto un malhechor y que ha de. jado de interpretar papeles de buena persona. No, Milton Sills aparece aquí en una escena de “La Comedia de la Vida” de First National y ha sido preso por maquinaciones de sus enemigos. Esta jaula es la que usan para guardar los presos mientras son juzgados, en las cortes de Italia aunque el acusado sea de lo má inofensivo como lo es Milton Sills, que tienen un complejo de inmoralidad reprimida y sienten envidia de los hom. bres de aventuras mundanas. El peso de la herencia es todavía una fuerza opresora que imprime desviaciones de la ruta directa. No es posible su: primir el pasado ni cambiar un hábito con una decisión o una plumada. Hay millones de espectadores que no la pueden pasar sin el villano absoluto o el que es absolutamente malo. Entonces se crea el “heavy,” que es un villano de villano; o el que sigue siendo villanísimo. No es el villano original, pero tiene la quintaesencia del villano clásico. S repugnante, porque es feo, sucio, grosero y brutal. Ninguna mujer se puede enamorar de él, salvo que se trate de una mujer inferior, pervertida. És, recordando pelicula reciente, el Simón Legree de “La Cabaña del Tio Tom caracterizado por George Siegman. Creo que no se puede encontrar otra figura más completa de “heavy.” Su novedad consiste en que es menos grotesco y puede ser hasta real. Su tenebrosidad se puede a veces iluminar con una sonrisa. Y el villano es lo que es Adolfo Menjou y tratan de parecer su falanje de imitadores. Un hombre fino, de aspectos encantadores, del que se enamoran ciertas mujeres, de muy corto alcance de vista moral, y que fluctúa entre lo que llamo* mos bien y mal como quien nada entre dos aguas. Ahora se sabe que la complejidad del ser humano es casi una isla inabordable Genios como Pirandellok así lo han dado a entender. Cuando anteriormente s creía haber penetrado en un individuo lo que en realidad acontecía era que ll imaginación edificaba un individuo a su gusto con las características más salientes de la realidad. Se sabe que el hombre cambia, que no es uno mismo; se conot lo erróneo de afirmar que fulano es malo porque hizo tal o cual acción reprobable, (Va a la página 66)