Cinelandia (April 1929)

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Todos los actores y actrices de la pantalla, poseen ciertos gestos y actitudes que son parte integra de sus personalidades. Por sus gestos los conocereis. por Jorge fuan Crespo ABITUALMENTE se habla de los trajes que usan las estrellas del cine; de sus casas; sus gustos; sus preferencias; sus manías; hasta de los animales domésticos que a guisa de “mascotas” conviven con sus afortunados dueños y comparten con ellos los honores de la fama. Poco o nada, sin embargo, se ha dicho acerca de las actitudes familiares de los artistas; de los gestos que, a fuerza de repetición constante, han llegado a ser parte principalísima de su personalidad. Es evidente que los que se dedican al arte del cine y en el descuellan sobre la turbamulta de aspirantes, son unos buenos mimos, es decir: poseen en alto grado la facultad de expresar con gestos y movimientos del rostro y del cuerpo todo, las emociones más recónditas, o las reacciones involuntarias del sentimiento ante circunstancias de ambiente o de acción que las determinan. : En la escena hablada se pueden expresar muchos estados de ánimo tan solo con la palabra. Si lo que se está representando es la obra de algún gran ingenio, pletórica de buen gusto y de profunda observación de la vida, mo importará que los actores sean, en lo que se refiere a sus movimientos, torpes, siempre que las palabras que pronuncien vayan emitidas con claridad y exaltadas o dulcificadas por una inflexión inteligente, eco fiel de la emoción que se trata de interpretar. No será necesario, pues, que el actor exagere ningún movimiento facial, aunque es cierto que éste, así como el de las manos y el resto del cuerpo—al trasladarse de un lugar a otro de la escena—da fuerza y completa admirablemente lo expresado con la palabra. Los grandes actores de la escena hablada han sido, a la vez, estupendos mimos, como el gran Irving, o el no menos grande Booth, ambos magníficos intérpretes de las obras de Shakespere; como la Rachel, la divina Sarah, la 26 (estos PATENTADOS Duse, Salvini, nuestro notable Vico, y tantos otros nombres célebres que están en la memoria de todos. pe mayor o menor éxito de un artista de la pantalla, de. pende, sin embargo, exclusivamente, o casi exclusivamente del modo particular que éste posea para dar cuerpo real a sus emociones, a sus pensamientos, o simples movimientos reflejos, por medio del gesto. El tema es harto sugestivo y amplísimo, como se trata nada menos que de la column vertebral, por decirlo así, del arte peculiar de cada uno de los que triunfan o han triunfado en el cinema. Sin un dominio absoluto de la mímica ¿qué podrían hacer las famosas estrellas que nos son conocidas y a quienes tanto admiramos? Con el advenimiento del cine-parlante, que está apenas en su época balbuciente como un módulo diverso del cine mudo, habrá oportunidades para que viejos actores de la escena ha: blada, avezados a los azares de la difícil elocución del lengua: je, desplieguen con éxito sus voces educadas aunándolas al gesto tradicional de alto coturno. Quizá también surjan, como ya parece verse, nuevos valores, sin los inconvenientes de una tradición teatral, y más adaptables a esta nueva conforma ción del cine, que sus compañeros, los que proceden del teatro “legítimo,” como le llaman en inglés al teatro que siempre hemos conocido: el de comedias, dramas, etc. Pero aun si se tiene en cuenta ese nuevo campo de experimentación que acaba de presentarse, persiste sin embargo la importancia de la mímica, sobre todo al revisar el pasado del cine mudo y también De izquierda a derecha: Richard Barthelmess de First National; John Barrymore de Warner Brothers; Colleen Moore de First National y Edmund Lowe de Fox, cada uno con su gesto individual. —_ A e