Cinelandia (December 1929)

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Y Estrella ? Carlos F. Borcosque nadie hasta hoy se había dado el trabajo de establecer : de los muchos cientos de artistas que han llegado a la fama y a la riqueza, una proporción de más de un ochenta por ciento no desearon ni soñaron jamás con dedicarse a esta profesión, viniendo a dar a ella por circunstancias curiosas, por consejo de otros, por ruego muchas veces de productores y directores, o por hechos casuales que los desviaron de la profesión que habian adoptado para seguirla duramte toda la vida. O HAY que olvidar N tampoco de que gran parte de esos artistas de fama iniciaron su vida como intérpretes de la emoción en los escenarios teatrales que, aunque sea una carrera en mucho semejante a la del actor cinematográfico, no tenía relación con éste hasta hace pocos años, a tal punto ARA ARENA RESISTIRSE 22D Arriba: Armida en “Bajo la luna de Fexas” de Warner. Centro: los inseparables, Georgie Stone, Frank Fay y George Cooper en la misma película. Abajo: John Boles y Bebe Daniels en “Río Rita” que les actores de teatro de los Estados Unidos miraban la profesión cinesca como inferior y casi despreciable. Hoy las cosas han cambiado de tal modo, que el actor teatral sueña y aspira con tener algún día entrada en los estudios: lentamente Hollywood está desplazando a New York, pudiéndose decir de que en cierto modo el cine hablado ha producido gran daño al teatro dramático norteamericano. Pero volvamos a nuestra estadistica. Ese ochenta por ciento de gentes que no soñaban con pertenecer al cine, y que hoy día son estrellas refulgentes de él, tuvieron en la vida la suerte indudable de una oportunidad durante la cual demostraron sus condiciones artísticas o fotogénicas, útiles en la pantalla. Se encontraron con algún director que se interesó por ellos; tomaron parte en algún concurso de belleza fotográfica; bailaron o actuaron en una fiesta de caridad, demostrando sus aptitudes interpretativas, 0 simplemente tuvieron relaciones y amistad con gentes de la industria cinesca y a través de meses de visitas, charlas y reuniones, pudieron demostrar su personalidad, la belleza de sus gestos o de sus movimientos, hasta interesar a algún director o algún productor. Y mientras tanto, jovenes extras permanecen dos, cuatro y cinco años actuando en las masas de conjunto en los talleres de Hollywood, sin que jamás llegue para ellas la oportunidad ni el “descubrimiento” soñado. ¿Cual es la causa de todo esto? Una, simplemente una sola razón: la personalidad. El que posee “personalidad” se destaea ya sea comparándolo con su vecino o con una muchedumbre de miles de personas. El que posee una figura interesante—entiéndase que no decimos que sea una maravilla de perfección física—si tiene personalidad, la demostrará en cualquier sitio. Y por lo tanto, los que (Va a la Página Ól) 37