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Hombres y Mujeres Quieren Blanquear
Su Piel ?
La Piel Viene a ser Blanca, y todas las Manchas Desaparecen, por el Simple Método de un Químico Francés. Cualquier mujer ú hombre puede tener
una maravillosa cutis clara, libre de manchas, grasosidad, turbiesa, amarillez, pecas,
libre de barros, espinillas, irritaciones, ronchas, erupciones, color negro y de otras condiciones desagradables. Ahora es posible por este simple método. Los resultados aparecen después de la primera aplicación. Nadie podrá darse cuenta de que Ud. esta usando algo, sino por la diferencia que
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Sí su nene LLORA
frecuentemente es más que probable que algo anda mal con su estómago o intestinos y que necesita ayuda para aliviar su malestar. Muchas criaturas tienen dificultad para asimilar su alimento, particularmente durante la dentición, y sufren tras> tornos que pueden causar Ñ graves enfermedades aun poner su vida en peligro. Sea Ud. previsora; em[5 plee de vez en cuando el PB Jarabe de la Sra. Winslow, |/$ que limpia eficaz. pero|3 suavemente los intestinos y | restaura el bienestar. No lú contiene opio ni drogas nole civas de ninguna especie. *'
Jarabe Calmante de la Sra. Winslow (No acepte sino el legítimo )
hadones de seda negros que rompían la algarabía de colores atrevidos, hijos todos de la imaginación de su amada. Como fondo donde se destacara el Valentino de los “Cuatro Jinetes”, el divo idolatrado por las multitudes, la casa era perfecta; pero quizá, sin confesárselo, el hombre sencillo y de aficiones hogareñas que había en su otro “yo”, el verdadero, no estuviera del todo conforme con ese ambiente un poco teatral para la vida diaria.
En la impaciencia por casarse Con Natacha, Rudy pensó en algún expediente que obviara toda dificultad, y así se realizó esa huída romántica a México, en que él creyó que el paraíso había venido a sus manos y que ya la dicha jamás habría de separarse de su lado. Su gran entusiasmo de niño grande; su alegría que a otra hubiera contagiado fatalmente, no conseguían sacudir mucho el corazón de aquella mujer que consideraba todo esto como algo exterior, sin mucha trascendencia, sobre todo para los fines que ella se proponía en su vida. Se casaron una bella tarde del mes de mayo, oficiando en la ceremonia, sencilla y grave, un juez de paz de la famosa ciudad fronteriza de Tijuana.
Poco duró su felicidad. Apenas había traspuesto la pareja la línea divisoria con Estados Unidos, Valentino fué arrestado por la policía yanqui. Se le acusaba de bigamía. Se le encerró en una celda de la cárcel de Los Angeles, mientras se le seguía un proceso en toda forma.
Se puede imaginar fácilmente cual sería la sorpresa del propio Valentino, a quien se había asegurado que su matrimonio en México sería válido y no presentaría ningun conflicto a la interpretación de las leyes norteamericanas. Estaba desesperado. No hacía esfuerzo alguno por dominar su rabia y su desilusión. Todo un castillo de dicha se venía abajo. Todo un ideal, tan largamente acariciado; tan difícilmente adquirido, parecía desvanecerse, ante este golpe inesperado de la suerte. Vagamente presentía que, a pesar de su popularidad y de su nombre en el cine, este incidente habría de serle aciago. El supersticioso italiano volvía otra vez a dominar al hombre cosmopolita que aparentaba ser. Solo Natacha permaneció impasible, tranquila, en espera del desenlace del incidente. Quería a Rudy, lamentaba lo acontecido, pero había aceptado todo, sin desesperarse, con una resignacion fácil, indigna del sacrificio total de su ser que Valentino le había otorgado.
Por supuesto que los directores de las diversas empresas, los amigos, los compañieros, los admiradores pusieron el grito en el cielo. Hubo explicaciones. El juez, dándose cuenta de la inocencia del divo en esta aventura poco reflexionada, consintió en sobreseer la causa, pero impuso una condición terrible. La de que ambos se separaran inmediatamente. Natacha partió rumbo al este, a reunirse con su madre, Rudy volvió a los estudios de la Paramount, que reclamaban su presencia, que reclamaban su trabajo al que se entregó el pobre muchacho con una fiereza y un celo terribles, para olvidar, para no Pensat... o...
Pero Valentino estaba ya en el pináculo de su gloria. Ya no era el jovenzuelo de Nueva York, que se contentara al principio con labores humildes e intracendentes como extra o como partiquino de segundo orden. Era el e Era el Jeque. Era el triunfador de
angre y Arena”. Burlado por el destino al pie mismo de la felicidad soñada, deseó hacer prevalecer sus ideas artísticas sobre las de los directores de la compañía. Surgió un conflicto, el inevitable, cuando se ponen frente a frente corrientes idealistas, un si es no es quiméricas, y corrientes pragmáticas,
presididas por un tono económico a puede hacer mucho caso del arte pur Después de un lamentable ensayo úl ducción de una película ideada por yy, . amiga, June Mathis, la que le habi )] su gran oportunidad en los “Cuatro Jj (
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la Paramount cogió al toro por los cy; presentó un ultimatum al muchacho, | sultado es conocido de todo el mun octubre de 1922, Valentino, derrotado, empeños, con un sabor de acíbar en), y en el corazón, asqueado de la complicada que es la vida en los esyj' en los mentideros cinematográficos de) wood, emprendió viaje a Nueva York; ' nirse con su Natacha, a la que deseal con todas las fibras de su alma. Lleno de deudas, amargado, pen; fondo optimista acerca de su arte y futuro, Valentino reaccionó al vol ver. Cobró fuerza instantáneamente,
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crisis con la Paramount. ciones entre los representantes de; partes. Al fin la inmensa popularid; prestigio de Valentino triunfaron, sultado fué esa deliciosa pieza — pan mejor de él — que se llama “My Beaucaire”. Yo no puedo concebir aR
amor; pulcro, distinguido, ardiente, l| vida y de juventud. é
Antes de esto, Natacha y «Valentin prendieron una jira por todos los Unidos y Europa, una jira triunfal y dos continentes se extasiaron ante la| innegable de esa pareja afortunada bailes eran impecables. Porque no soli" que admirar en ellos esa maestría: gracia ingénita en el arte de baila como una aura de amor y de felicidy parecía rodear sus hermosos cuerpo: trascendía a los espectadores, com bienhechor. Se había consumado ya gunda ceremonia de matrimonio, aut por la ley y eran marido y mujer le para los hombres, para sí mismos, pat De ahí que de ellos irradiara un! mágico, contagioso, de felicidad, de: ción. Muchas veces, al compás de esos tangos de música tan sugestl ardiente, se les veía contemplándos! ojos con esa avidez misteriosa de co magnéticas que paraliza hasta el entre los que de veras se aman, mien cuerpos trazaban los dibujos más arm y evocadores en el ambiente propicio cabarets.
Fué esa época sin duda algun mayor dicha para nuestro héroe, y ti por qué no decirlo, para Natacha. Pi control que ella tuviera sobre su mientos, por más frigidez aparente! actos, era imposible que permanecien sible ante esa adoración ciega, antet hemente arrebato de él. Se cumplía! otra realización, que a ella siempt enormemente. La de encontrar en sl! simo esposo, la pareja ideal para elegante y rítmicamente perfecto. Alf ban el arte y el amor unidos.
El año que pasaron en Europa! ella era la cicerone encantadora, M ser más completo. Su dicha era ll Años más tarde Valentino hubo de 0 que sus sueños de dicha habían sido dos por la realidad y que esto le porque le pareció demasiado para es Ya puede figurarse el lector cómo Y existencia. Todos sus deseos cumplidi tacha como pareja de sus exquisitos ! la gloria coronando su frente fresquí hombre joven con los laureles de li fadores.