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Dolores de
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Hollywood es como un amante
celoso que envuelve a la inca
ta en sus redes de gloria y la
embriaga con el licor del ey
trellato. Así dice Virginia en este artículo.
por Virginia
. Lane
mente recuerdos lejanos y confusos de este infortunado caballero, una víctima de Hol lywood y la Fortuna, robado de su amor.
Hollywood es como un amante celoso. En
Según los que se jactan de saber de estas cosas, Dolores Asúnsolo viuda del malogrado Jaime Martínez del Río, nació en Durango, México, el 3 de agosto de 1905. Sus ojos son obscuros, y su cabello negro como el azabache. Su peso oscila entre 52 y 56 kilos y su estatura 1 metro 61 centímetros. Sus mejores caracterizaciones han sido en “¡Qué precio la Gloria!,” “Ramona,” “Venganza,” “Resurrección,”
vuelve a la incauta en sus redes de gloria y fastuosidad y la embriaga poniendo en sus labios la copa de un licor desconocido antes para ella .. . el licor del estrellato; y luego demanda continua atención que no puede dársele sin ser robada de la paz del hogar. Por eso abundan las dificultades matrimoniales en Hollywood, por eso se obscureció el cielo y estalló una tormenta en el hogar de los esposos del Río. Y ahora el recuerdo de Don Jaime es para Dolores una
“Carmen,” y “Evangelina.”
» A J IDA PRIVADA! ¡Bah! No sé si llamar afortue nados a los mortales: que alcanzan fama en esta capital del cine; todos parecemos no tener derecho a llevar una vida privada, aún aquellos que apenas empiezan a tener éxito como actores de la pantalla. Hay un letrero ue cuelga en la puerta de la penitenciaria en Nueva York que dice: “Abandonad toda esperanza, vosotros que entrais aquí”. Este letrero cambiado un poco y diciendo más o menos “*Abandonad toda esperanza de vida privada, vosotros que llegais a Hollywood”.
Un año había pasado desde que ví a Dolores. Durante ese tiempo filmó “Evangelina”, quizá una de las mejores películas del año 1929. Hizo aparición personal en todos los teatros de los Estados Unidos, la primera noche en que se exhibió su película. Para ser más exacta, no había visto a Dolores desde la tragedia de la muerte de su esposo; Don Jaime Martínez del Río. Y aquí sentada, al escribir este artículo, me vienen a la
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sombra que la sigue, la alienta y la protege. Su interpretación en “Evangelina” e exquisita; la hizo cuando su corazón lloraba la pérdida de un amor, y en la pantalla se refleja el estado de su alma.
arece extraño que después de tanto incidente vuelva yo 4 encontrarme con Dolores del Río en el salón de Madame 5. Este salón es en las costas de California como el Patou en París, y puede compararse con éste último en el lujo y fama de sus trajes de soirée. Me encontraba yo en el salón de Madame S. acompañando a Sally Blane. Dolores ayudaba a su madre a escoger material para un traje de noche y se habían decidido por un chiffón violeta sobre un fondo de seda color carne. Nos agpgió efusivamente con esa amabilidad caracteñis tica de ella. Misdame S. nos mostró las últimas creaciones para la primavera y una joven modelo, con cuerpo de silfide, paseó delante de nosotras con esa gracia propia de las modelos y haciendo aparecer los trajes más atractivos. Aproveché uN momento a solas con Dolores y fué entonces cuando le adverti
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