Cinelandia (April 1930)

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por ] Agustin | Aragón Leiva NTRE la maleza, aquello parecía un de] pósito de agua pintado de gris. Spencer, de mirada más pene) rante, identificó lo que hacía reflejos del sol: era un parabrisa. » > Gilbert, percibió un poco más tarde algo que no podía ser sino un neumático, colgado de unas ramas. Julia, un poco cegata, persistía en decir que aquello no era algo que valiese la pena. Pero sus dos camaradas ya iban saltando hacia abajo, salvando las. piedras y evitando las garras de los arbustos. : Y ella se fué tras de ellos. Eran tres muchachos que en aquella semana de vacaciones de Semana Santa, se dedicaban a recorrer las montañas inmediatas a Hollywood, en su única parte todavía agreste, por Griffith Park. Esta vez iban por la ruta que tramonta hacia el Valle de San Fernando. Llegaron por fin al lado del objeto que desde lo alto del barranco había llamado su atención. Julia, como mujer, fué la primera en soltar las palabras de asombro que pugnaban por formarse en su mente aterrorizada. — ¡Dios mío! Es un automóvil . . hecho pedazos . ... — Tú lo has dicho — dijeron los otros. — Y parece que hay un muerto. Se acercaron. El automóvil, o lo que quedaba de él, era de color gris, de una marca bien conocida. Spencer se acercó a investigar con piés que parecían de plomo. —Un hombre muerto y con la cara destrozada . . . vámonos . vamonos .. . a avisar a la policía. Gilbert retrocedió asustado. Julia, tuvo valor para ver al muerto. Pero presto se unió a sus amigos, que iban, veloces, a la carretera. Una hora más tarde, los tres, llenos de polvo, sudorosos y con la topa un poco desgarrada, entrevistaan al sargento de guardia de la estación de policía de Hollywood. — Ustedes son unos muchachos locos, que continuamente están leyendo novelas de aventuras y sueñan en cosas inverosímiles. A lo mejor, han ido por los terrenos de algún estudio cinematográfico y encontra"ón un automóvil precipitado para . un automóvil ... Ilustraciones de S. J. Moreno En que se relatan las aventuras de un argentino en Hollywood; sus amores, y más tarde su misteriosa desaparición del mundo de los VIVOS. alguna escena sensacional. Si fueramos a hacer caso de todos los muchachos que vienen con historias, no habría ya policías, sino entretenedores de chiquillos. — Palabra que había un muerto ... yo le he visto — dijo, sin terror, sin morbosidad alguna, Julia. El tono natural de la jovencita convenció al sargento. Y presto dió las órdenes para que fueran al lugar de los hechos. PENCER, que soñaba en ser marinero, aviador o detective, estaba feliz. Aquella era su primera oportunidad. Julia, que ansiaba ser bailarina del Orpheum, y 'más tarde estrella de United Artists, estaba dichosa; pensaba que al día siguiente todos los periódicos traerían su retrato y hablarían de ella. Muy buen cuidado iba a poner en decir que era estudiante de arte coreográfico, en la Academia de Teodoro Kosloff. Gilbert, estaba indiferente. Le reventaba la publicidad, le chocaba Hollywood, le fastidiaban los detectives, los aviadores, los policías de todas clases. Si no fuera considerado como un crimen el ser bandido, él sería, sobre todas las cosas, un capitán de bandidos. Aquella tarde, todos los periódicos de Los Angeles lanzaron po cuatro extras, en las que los encabezados, enormes, daban cuenta del automóvil despedazado en los barrancos de Griffith Park, en el que se había encontrado el cadáver de un joven, destrozado hasta tal punto que era imposible por el momento toda identificación. Y junto a las fotografías de los restos del auto, de la cuadrilla de policías, estaba Julia, vestida de gitana, simulando una danza; por otro lado Spencer, con actitud de perro de presa y de conquistador de un Nuevo Mundo. De Gilbert sólo aparecía el nombre. Hollywood estaba ya acostumbrado a los asesinatos y robos más audaces. Para sacudir su modorra cotidiana, necesario era un crimen refinado, sintético, científico, un verdadero crimen perfecto. Pero después del caso Hickman y del asesinato del director cinematográfico y hombre enigma, William Desmond Taylor, Hollywood no podía sino ver con muy pequeño 23