Cinelandia (June 1930)

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Gloria ¿Quién adivinaría que Gloria Swanson, la dama aristocrática por excelencia, es de muy corta estatura? Virginia Lane descubre aquí este secreto. por Virginia Lane ¡Exquisita! — me dijo el conde de X., recien venido de Valencia, y en voz baja — ¿Quien es? En aquel preciso momento la dama en cuestión se volvió y sonrió con alguien que se encontraba detrás de nosotros, luego, levantando la cola de su traje traje comenzó a bailar con un joven alto. dE Es la marquesa de la Falaise de la Coudraye — le exAd pe marcando en tono de broma cada palabra del S re de la condesa — ¿quizá Ud. habrá oido de ella? o había oído de la marquesa y, sin embargo, su 00 aa esconocida, era un rostro familiar. Empezó a a s country clubs en donde pudieran haberse encon 0. No pude contener más mi risa. Po Con toda seguridad, Conde, Ud. conoce a Gloria Swan: 8 cuando menos la ha visto en la pantalla? IAN Sí... a de o es más alta que esta dama, y ed peo lo mismo. Gloria parece más alta en la da A en realidad es, pues solamente mide cinco od Ad > UY esto se debe a la majestuosidad y digo ar. Además, nunca se espera uno encontrar pantalla aparca a en la divina Gloria porque en la a ea edad. Palais de |. E pos que el conde y el marqués de la Muni Y eran conocidos y los cuatro nos dirigio a Las personas iban y venían a su derredor momento que les permitiese obtener de la bella ¡Hisqisiar — mo Gloria “la gloriosa” como la llaman sus muchos admiradores y en vida privada la marquesa de la Falaise por obra y gracia de su última unión, es prueba elocuente de las oportunidades que el cine ofrece a los elegidos de la divina Suerte. Gloria como se recordará empezó su carrera como bañista en las comedias de Mack Sennett. actriz un saludo o una palabra cariñosa, y lo conseguían. Ese es uno de los rasgos de Gloria. Muy pocas veces olvida un nombre o una cara y nunca está muy ocupada para contestar con atención a los saludos y palabras que se le dirigen. Cuando salí del baile, salí convencida de que había conocido aquella noche a la personalidad más atractiva y simpática, de todas las que he conocido en la ciudad del cine. Pasó un año antes de volver a verla. Nuestro segundo encuentro empezó de un modo trágico para mí y terminó siendo el más divertido. Caía una de esas lluvias torrenciales famosas en California y el agua chorreaba por las canales. Todavía lloviznaba cuando salí en busca de mi automóvil. Con un salto mortal crucé el río que se había formado a un lado de la calle y me balanceaba todavía con motivo del salto con verdaderos movimientos de equilibrio; por fin me equilibré y me apresuraba hacia mi auto estacionado en la acera de enfrente cuando un limousine dobló la esquina. En un santiamén era yo una cosa digna de lástima y ridícula: salpicada, enlodada y furiosa como una gallina mojada. El RollsRoyce se volvió y una voz femenina y suplicante de alguien que iba cómodamente sentada en el asiento posterior, me decía: (va a la página 62) dd