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El triunfo de un novato
S EL héroe del día.. El muchacho mimado de
Hollywood. Y tiene nte anos...
Hollywood quisiera acapararlo. Quisiera hipotecarlo. Quisiera espiar todos sus actos, saber todos sus pasos, envolverlo en las volutas del incienso de una gloriola escandalosa para que se beneficiaran muchos parásitos que vlven sólo de sacar el juvo a todos los acontecimientos sonados del mundo del cine.
Porque Lew Ayres es un acontecimiento. Es decir, su éxito clamoroso es el acontecimiento. Pero él se identifica ya, con el aconrecimiento, luego es el acontecimiento.
STE sencillo pro
blema de matemática elemental y de lógica trascendente ha sido planteado y resuelto, en veinticuatro horas por el estreno de la versión sonora en la pantalla, del libro de Remarque “No hay novedad en el frente occidental.”
Se trata de una película sensacional. O dicho en otras palabras y usando una palabrita melesa muy elocuente: el hit del año, y hasta me atrevo a decir que de muchos años. Sencillamente formidable.
Lew Ayres es en ella el personaje principal, un muchacho imberbe,
El éxito alcanzado súbitamente por Lew Ayres
Paul es el individuo de la generación del 14 que está más cerca del ideal de universalidad que del de estrecho nacionalismo. Paul, re.flexionando, con sus compañeros, en lo terrible del fenómeno al que asisten, echa las primeras bases de un escepticismo salvador que ha de llevar más tarde a una mayor resistencia hacia la lucha armada entre los pueblos. Paul es un pedazo de humanidad, doliente y asombrada de cómo el hombre puede. ser capaz de devorarse a sí mismo por una cieva y desatentada sed de dominio y supervivencia enteramente bioló-. gicas.
L TEATRO en que se desenvuelve su vida generosa y comprensible imprime cualquier acto suyo, cualquier reflexión de su cerebro, cualquier erito de su corazón, de una grandiosidad trágica. Doquiera se escucha el fragor de la pelea, los estallidos de los shrapnels que abren simas casi insondables en la madre tierra, las conmociones, palpitantes y tremendas de los edif1cios y las fortificaciones, el anhelar de los pechos humanos, el temible imperativo de “matar” aunque no se quiera. Emerge su figura simpática y fresca de
un estudiante que es en una sóla película, servirá de incentivo para d E do o pa pao: mandado a la guerra y sacrificado los miles de jóvenes que como él aspiran a ros, todos ellos extraordinariamente entre las garras de ese cataclismo alcanzar fama en el cine. Lew es el héroe de humanos, simientes admirables de se
que conmovió al mundo en 1914. Paul—que tal es el nombre de nuestro héroe en la pantalla—representa el estupor doloroso de la juventud alemana ante la magnitud apocalíptica de un suceso en que ella no Vela ni verá nunca una razón incontrovertible de realización fuera de un precipitado inmun0 y atroz de pasiones groseras basadas en un mercantilismo complicado disfrazado de ideales.
por
Lorenzo Martinez
la cinta “Sin Novedad en el Frente Occidental”. res en formación cuya trayectoria
es cortada repentinamente por una
muerte espantosa, después de haber apurado el
cáliz más amargo en ese diario enfrentarse con
un deber criminal creado por la ambición y la
ignorancia de los principios más elementales de la ética.
Remito a los lectores de esta revista a las ad
(va a la página 64)
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