Cinelandia (December 1930)

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el amigo varona, en su reciente viaje a la capital cubana, ha compila do una serie de datos interesantes relativos a la cinematografía en la perla de las antillas equiparásemos a los lujosísimos cinemas yanquis. En la Habana, como en toda la América española, la cinta norteamericana le ha ganado el terreno palmo a palmo a la europea y aunque todavía esta última se exhibe mucho más que en los Estados Unidos, en donde prácticamente ha desaparecido, se nos antoja que pronto el producto de Hollywood desalojará por completo al de allende el Atlántico. Es el mismo proceso que se ha operado en todo nuestro continente y que empieza a realizarse en la propia Europa. O HEMOS de ocultar que sentimos profundamente que esta eliminación de las películas europeas se consume. Y esto, no por animadversión a las norteamericanas, sino por un interés meramente artístico. La noble rivalidad en el arte, como en cualquier otra esfera, es siempre estimuladora y fecunda, y Europa que nos había dado “La última risa”, “Variety”, “Fausto”, “Cosmopolis”, “Potemkin”, “La aldea del pecado”, y tantas otras películas maravillosas, constituía un magnífico acicate para el productor de Hollywood oblizándolo a mejorar su producción a fin de competir victoriosamente con la europea. Por otra parte, le ha impelido, o por lo menos inspirado, obras como “El Patriota”, “Hallelujah”, “Hearts in Dixie”, “Sombras Blancas”, “The King of Jazz” y “Sin novedad en el frente”, que por romper con los moldes de la “estandardización” a que la cinematografía yanqui ha llegado, son de lo mejor que allí se ha producido. Este mismo peligro de mormalización y amaneramiento corre el gusto popular si el cine norteño logra desplazar definitivamente del mercado mundial a la película europea. Confiemos en que no ha de ser así y en que, por el mejoramiento artístico de la industria la rivalidad se mantendrá. En la Habana hay un cinematógrafo, “Rialto”, que se dedica casi exclusivamente a películas europeas. Todas, o casi todas, las que de allende el Atlántico nos viénen, se estrenan en este teatro y Dos parejas de amantes en distintos idiomas son Maurice Chevalier que aparece con Frances Dee en “El pequeño café”, de Paramount, y José Crespo que besa ardientemente a María Alba en “Olimpia”, de M. G. M. si gustan se exhiben después en los demás. El resto, por lo general no presenta más que obras norteamericanas, que dicho sea de paso, son las que el gran público prefiere. Mucho nos ha sorprendido ver el exiguo número de cinematógrafos que los productores norteños poseen en Cuba y quieran los hados que no aumente en muchos años. En realidad la Paramount es la única empresa que se ha decidido a comprar teatros en la isla. Cinco son ya los que posee, dos en la capital y tres en provincias. Los dos que tiene en la Habana son “Fausto” y “El Encanto”, acaso los dos que la buena sociedad habanera prefiere. “El Encanto” es un bello teatro, artístico y moderno, dotado de una planta para refrescar la temperatura. ASI huelga decir que en estos dos cines se estrenan todas las películas de Paramount. Ambos están dotados de excelentes aparatos de reproducción vitafónica y en ellos, por consiguiente, no se presentan obras silenciosas. Precisamente en esta semana se exhibe en “El Encanto” “El Cuerpo del Delito”, sobre la cual tuvimos el gusto de escribir una reseña, y que aquí está gustando enórmemente. Otros cines de importancia en la capital cubana son: “Campoamor”, “Prado”, “Trianón”, “Olimpic”, “Riviera”, etc., etc., todos ellos equipados con aparatos reproductores para presentar cintas parlantes. Hemos citado únicamente aquellos más concurridos por la sociedad elegante de La Habana. Hay después un sin número de teatros—o como aqui dicen con desdeñosa y gráfica expresión—cines de barrio o barrioteros, que por la módica cantidad de diez o veinte centavos entretienen la miseria y la sed de olvido de sí mismos y de sus miserias de las paupérrimas muchedumbres de los barrios bajos. (va ala página 62) 15