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| | Mata más pronto ..y Cuesta menos
El Black Flag es el insecticida más mortifero que hay para las moscas, mosquitos, cucarachas y demás insectos MOCivVOS— y cuest a menos que otros.
Puede usarse con toda confianza en cualquier parte de la casa sin temor de manchar o echar a perder alfombras, colgaduras, paredes o techos. Es absolutamente inofensivo tanto alos seres humanos como a los animales y no deja olor desagradable.
Exija el Black Flag...el insecticida más económico y eficaz que hay.
black
(BANDERA NEGRA)
FIJESE EN LA BANDERA NEGRA
a creerlo—; pero no me sorprende: si no se ha acordado de ti, que eres su novia, mal podía acordarse de mí, que apenas soy su amigo.
—+Entonces, ¿cómo sabes .... ?
—Por una carta que llegó de allá . otra persona
—¿Puedes mostrármela ?
Una triunfal sonrisa anidó pasajera en los labios de José Manuel:
—Lo siento, pero ....
Se interrumpió a sí mismo con un silencio ensayado.
— .... no sería correcto de mi parte.
Por los rasgados ojos de la joven pasó entonces la nube de una amarga sospecha.
¿Será que en esa carta . . . . —sollozó—te dicen algo .... que yo no debo saber?
José Manuel hizo una mueca de mudo asentimiento. Luego, cogió su sombrero y pretendió marcharse. Y el delicado rostro de la joven fué entonces objeto de una visible transición. Las lágrimas desaparecieron como por encanto. Erguida y magnífica, como una estatua griega, se interpuso en el camino de José Manuel:
—¡Quiero ver esa carta! . .. . ¡No importa lo que diga! . . . . Ya lo ves: estoy Serena. HPA nO SUÉrO . 0.
Felina fosforescencia encendió los ojos del artista, que se clavaron en el piso, como se clavan los ojos del gato cuando se escucha el ruido del ratón.
—Pues ya que tú lo quieres .... ¡sea!
Con visible nmerviosidad extrajo del bolsillo de su americana unos papeles que puso en manos de la joven. Desdoblólos Isabel y posó ávida los ojos sobre ellos. A la mitad de la lectura cayó desfalleciente en un sillón, y nuevamente brotaron de su pecho aquellos hondos suspiros que movían a lástima. Cuando llegó a la última línea vertió sobre la superficie de los pliegos las más gruesas gotas que quedaban en el venero de su llanto. '
Al volver la vista en torno suyo, con sorpresa notó que José Manuel habiá desaparecido
La carta, que tenía sello de Manila, decía así:
“Querido amigo:—Después de navegar varias semanas bajo un sol abrasador, llegamos hoy a este puerto, donde permaneceremos varios días Luego saldremos a una de las islas del grupo, probablemente a Mindanao.
“Seré breve, a fin de que esta carta pueda alcanzar un avión que sale para Yokohama en breves minutos. En mi próxima te describiré el viaje con prolijidad. Sólo debo decirte que lo hicimos sin ningún contratiempo (creo que Eugenio te lo dirá en sus cartas).
“A propósito de Eugenio, te contaré algo verdaderamente desagradable; pero primeramente, quiero darte las gracias por haberme aconsejado que no lo dejara venir solo. Tuviste mucha razón: un viaje así está siempre lleno de peligros; de peligros de todos géneros, y no sólo de aquéllos que son inherentes a la navegación. Por fortuna, el peligro más grave está hoy por hoy a bordo, y a bordo estoy yo también para tratar de conjurarlo.
“El caso es que, debido quizá a su inexperiencia, pero más que nada, a la circunstancia de verse por primera vez rodeado de lujo y de mujeres hermosas, Eugenio ha dejado de ser el muchacho todo modestia y sensatez que tú y yo conocimos. Se ha vuelto orgulloso, insolente (y no solamente conmigo, sino también con todos los que vienen a bordo, sin excluir al mismo Mr. Jameson). Sólo Adelina Sanderson opina probablemente lo contrario. Y precisamente es ahí donde está lo grave del asunto, y donde precisa que tú me prestes tu valiosa ayuda, pues parece ser que él se ha apasionado como un loco de ella. Adelina me lo ha negado, pero yo he visto ciertas cosas que no son para decirse. La otra noche fuí testigo de una escena nocturna muy poco edificante. No te la describo
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porque no sería decoroso; sólo te diré q Eugenio se molestó mucho conmigo porq lo saqué del precipicio en que iba ya caye do, embrutecido por los besos malsanos Adelina. Pero aunque él se haya disgusta conmigo, yo me felicito de haberle sido ús; y sólo lamento no poder estar siempre posibilidad de librarlo de la tentación.
“Desde entonces casi no nos hablamos. evita el encontrarse conmigo. Me hace ma cara. Hasta parece que me ve con odio. lo curioso es que también Adelina, no ol tante que me debe grandes favores, cor tú bien sabes, me empieza a tratar con ins lencia, como si ella hubiera sufrido tanto más que él los efectos de mi oportuna ¡ tromisión.
“Yo me pregunto: ¿adónde va a parar 1 do esto? Tú conoces a Adelina: sabes q su mayor placer es enloquecer a los pobr incautos que caen en sus garras, para lue burlarse de ellos despiadadamente. Acué date del caso de Phillips, aquel pobre m chacho que se mató por ella. ¡Menos m que quisiera a Eugenio con un amor pur Aunque no es digna de él, si fuera a hac su felicidad yo misma la arrojaría en s brazos. Pero estoy segura de que no pue: quererlo de buena manera. Lo engañará | poco de tiempo y luego . lo dejará p otro. Ella es joven, hermosa, tiene un gr: porvenir, es cierto, pero . . . ¿vale algo e al lado de su pasado bochornoso? ¡Dios:n libre de que ella y Eugenio llegaran formar un hogar!
“Comprendo que has de sentirte aún mí extrañado al ver que me tomo un interés ta desmedido por Eugenio; pero ya te lo dj antes; me he propuesto hacer su felicida: aunque él no lo quiera. Y como supongo qu tu promesa de ayuda sigue en pie, quie implorar de ti que le escribas avuelta ( correo, dándole consejos sanos sobre :cón debe cómportarse, e instándolo a que cor en el acto cualquiera relación seria que pl diera tener con Adelina. Dile quién es ell lo que ha sido. No estaría bien que yo |l hiciera porque, a pesar de todo, sigo sienl amiga de Adelina; pero tú, que eres para! como un hermano mayor, sí puedes decir todo lo que sea para su propio bien.
“Escríbeme y escríbele a él inmediat mente. Envía tus cartas a esta direcció Albatros Yacht.—Manila, Filipinas.
“Te abraza, Maria PATRICK?
V
NO VOLVIERON a verse en muchos día “¡Ella vendrá a mí!”, pensaba Jo' Manuel, y para nada se alejaba del estudi Al formular tan egolátrica y audaz añ mación, no sólo contaba el artista con qu Isabel se hallaba desesperadamente solaRebeca no regresaba aún, a pesar de ques hermana no habia estado nunca enferma sino también con una circunstancia que, aul que de burda índole materialista, era l mucha monta en medio de aquel conflid sentimental: Isabel necesitaría dinero, y au que La Plegaria estaba aún en exhibición Y la galería del Hotel Majestic, la joven—* gún convenio—tenía derecho a nuevos anl' cipos. De poco mérito sería, pues, para José M: nuel, su triunfo psicológico, si, como era / esperarse, Isabel volvía a visitarlo al esti dio. Ello no obstante, se envaneció como l' pavo real cuando, una mañana de principí de agosto, vió aproximarse, desde la terrall la dolorosa efigie de Isabel. El encuentro fué de una gravedad inusitl da. Ambos estaban serios, solemnes, ev sivos. : —¿Por qué no has ido a verme?—pi guntó ella débilmente. | —Amiga mía ... ¿será fuerza decírtell