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66 UCHO cuidado con hacer burla de los maniáticos que se creen
genios, especialmente genios inven
tores.”
Es esta una leyenda que convendría situar estratégicamente en uno de esos enormes cartelones que bordean las carreteras que van a dar a Hollywood.
Porque si en alguna parte del mundo hay epidemia de “inventores”? este humilde cronista opina que Hollywood le llevará siempre la delantera.
Hollywood tiene, hasta hoy, el record, como se dice en términos deportísticos, de la afluencia, o mejor, de la confluencia de genios.
Los hay que se creen estupendos directores. Los hay que tienen todo el aspecto de darle lecciones al mismísimo “Talma, a la mismísima Rachel, en cuestiones de comedia o drama. Y los hay que “saben” y tienen todos los secretos de la fotografía desde que Daguerre empezó a hacer sus magníficos ensayos, hasta las realizaciones maravillosas que nos ha sido dado contemplar en obras del cine moderno.
EVANTE un nuevo diablo
cojuelo los techos de esta curiosa población, tan conocida en el mundo entero, como aquel que en la inmortal obra de Le Sage destapó un día las casas de Madrid, y verá asustado la proporción enorme de los genios de toda indole que cifran sus anhelos en adaptar sus hallazgos a la magna industria del cinematógrafo.
día nos parece tan natural y tan factible '
Ni al qUe asÓ la
La belleza nórdica de Edwina Booth resalta sobre el fondo africano de la película “Trader Horn.” Abajo vemos a Marion Davies con Ben Alexander en una escena de su último film “It's a Wise Child” de la M-G-M.
Son legiones. Y como ve: daderos enjambres de abeja caen cada mañana sobre li talleres del cine; sobre la despachos de los productor sobre los laboratorios; sobt los camerinos de los artist y hasta sobre las redacciones de los periódic
Por supuesto que al lado de inventos o dis cubrimientos verdaderamente notables que ha contribuido al progreso de la industria aftt hay infinidad de disparatadas máquinas y % temas cuya descripción puede hacer el regocl del lector, constantemente, sin necesidad l que éste busque ninguna otra diversión.
pra a primera vista uno no puede decis éste es el inventor. Como tampoco put afirmar: éste, éste es un idiota, un rematil loco.
Todavía es el tema principal de las pt dillas de muchos sabios y hombres notabls! inteligentes la figura de Roberto Fulton ' ¿quién era Roberto Fulton? No era un pié dente de Estados Unidos, de la época Y' anterior a Lincoln; no era un corsario del taño; no era un mozo de bar preprohibicio ta. No. Era sencillamente el inventor del! barcos movidos por vapor, algo que hoy*