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POR CARLOS FE BORCOSQUE
| Se habla de un pintor y se le considera un maestro. Luego de una bailarina y se comenta el arte de sus interpretaciones. Más tarde se dice que los trajes de un modisto famoso son verdaderas obras de arte. Y lo mismo de un escultor. ¿Y qué es eso? Que el pintor, la bailarina, el modisto y el escultor, por talento o por casualidad están fabricando una mercadería que satisface el | gusto artístico de las gentes de hoy, y por eso los admiramos. El arte de vestir, o desvestir, a las mujeres, tiene hoy más importancia que antes, y consiste, sobre todo, en satisfacer la vanidad y orgullo femininos a la vez que la curiosidad masculina por ver lo que la mujer había venido ocultando tantos siglos con la falda larga y los cuellos subidos. La venalidad actual ha llegado a tales extremos que tanto el soltero como el casado se sienten satisfechos con la escasez de la ropa femenina actual; ' aquel porque ve más, éste porque así muestra—con orgullo de propietario—las interioridades de aquella dama que le pertenece y que, por lo menos teóricamente, es sólo para él, Eso es lo que estamos llamando arte. Los más grandes pintores se repiten y explotan los tipos de obras que más
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éxito han obtenido, nó por razones de arte sino de dinero. Sorolla ponía sol en cada una de sus marinas porque con dos pinceladas maestras de ese sol obtenía el doble por sus cuadros. he asl todos: hoy día se hace arte mercantilizado. Y no se hacía antes porque el mundo no tenía tanto dinero para gastar. Si Miguel Angel viviese hoy día, hubiese aceptado un contrato para una jira de variedades a fin de hacer apuntes
Anos del público desde la escena. Todo es cuestión de lempo.
P or tanto, al cine debemos llamarlo arte industrial, o industria artística. Quizás el nombre sea lo de menos. Lo Principal es que el cine de Hollywood ha tratado de satisfacer el gusto popular, exagerando en algunos casos, pero como lo Ma satisfecho ha tenido éxito.
La película europea suele ser más humana. Las obras aleMánas dejan una impresión trágica. Después de ver, y de admirar por cierto, “El angel azul” en que junto a mucho
Ramón Novarro le dice a Helen Chandler, su primera dama, que un oficial del ejército no puede casarse con una joven pobre, lo que no impide que le haga el amor. A la izquierda, vemos a Neil Hamilton
declarando su amor a Norma Shearer, en “Strangers May Kiss,” de M-G-M.
bueno hay mucho de poco valor, dan ganas de irse a casa y tomar un baño caliente, para quitarse de encima el olor a la podredumbre de ese cabaret inmundo que parece habérsenos pegado al cuerpo. Hoy día vivimos para trabajar y trabajamos para vivir. Pasamos el día luchando por el pan, discutiendo, defendiéndonos de la intriga, haciendo nuestra labor, satisfaciendo a los que están sobre nosotros. La lucha por la: vida es amarga y cruel. Y cuando termina el día y nos proponemos ir a un cine a “divertirnos” se nos ocurre ver “El angel azul”. ¿Es eso diversión? La amargura nos llega al tope, vemos la película malhumorados y salimos de allí echando pestes. Eso es lo que los alemanes llaman “entretenimiento”.
L FRANCES se va por otros caminos. Nos muestra
comedias en que hay mejor diálogo, decorados bonitos y trajes elegantes. Pero el tema es siempre inmoral, y siempre, o casi siempre, se trata de un adulterio. Por cierto que generalmente el marido es feo y gordo y trabaja mucho, mientras el amante es joven y buen mozo y anda siempre con dinero que no se sabe de dónde saca. Lo único que nos consuela en esas terribles peliculas francesas, es que el canalla del amante—que generalmente se lleva a la dama—no es para ser envidiado, porque la dama de todas las peliculas francesas es una respetable societaire de la Comedia Francesa, entrada en carnes y en años, pintada y terrible. (wa ala página 65)
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