Cinelandia (August 1931)

Record Details:

Something wrong or inaccurate about this page? Let us Know!

Thanks for helping us continually improve the quality of the Lantern search engine for all of our users! We have millions of scanned pages, so user reports are incredibly helpful for us to identify places where we can improve and update the metadata.

Please describe the issue below, and click "Submit" to send your comments to our team! If you'd prefer, you can also send us an email to mhdl@commarts.wisc.edu with your comments.




We use Optical Character Recognition (OCR) during our scanning and processing workflow to make the content of each page searchable. You can view the automatically generated text below as well as copy and paste individual pieces of text to quote in your own work.

Text recognition is never 100% accurate. Many parts of the scanned page may not be reflected in the OCR text output, including: images, page layout, certain fonts or handwriting.

PUBLICADA EN HOLLY WOOD AGOSTO, 1931 a CINELANDICAS UANDO uno se pone a analizar las distintas causas que hoy amenazan el progreso y bienestar de la industriaarte cinematográfica, es indiscutible que ha de haber pronto un cambio completo en los métodos de producción ahora reinantes si se desea evitar una catástrofe. En varios artículos publicados de vez en cuando en esta revista, hemos dado a nuestros lectores alguna que otra idea de los métodos que las casas productoras emplean para determinar el tipo de cintas corrientes que se han de filmar durante el año. Sería más acertado decir “falta de método” puesto que ellos mismos no podrían explicar a ciencia cierta las razones que les guían a escoger cierta clase de producciones, y que se podían comparar a verdaderos palos de ciego. Otras muchas faltas son conocidas de nuestros lectores ya sea por observación propia o por discusión de ellas en las páginas de esta revista. Pero existen también muchos métodos destinados al noble ideal de “vender” la producción cinemática al respetable público aunque las cintas sean de pésima calidad. La cuestión parece el emplear cualquier método que atraiga a los parroquianos a los cines aunque al salir vayan echando pestes y prometiéndose que no dejarán engañarse por segunda vez. Uno de los métodos más usados es el título que se da a las cintas. La moda actual ha sido el empleo de títulos engañosos o sugestivos. Otros son lascivos para los que gustan de estas cosas y lo más divertido de estos últimos es que, casi siempre, el mismo argumento, por obra y gracia de la censura oficial no da lo que promete. Por otra parte, muchas veces un título sugestivo ahuyenta a mucha gente que verdaderamente podría presenciar la cinta sin temor a ruborizarse y esto es otra razón para que los estudios abandonen esta cos tumbre que a la postre les ha de resultar más perjudicial que provechosa. P JUAN )J. Director HTA tal extremo llega la importancia que se da a los titulos de las cintas, que a menudo se pagan precios exorbitantes por derechos de producción de una novela popular con el fin de sacarle partido al título, conocido por millones de personas. Esta es la idea primordial que guía a las productoras a pagar de $50,000 a $300,000 o más al autor por los derechos de producción de su novela. Y ¿qué ocurre muchas veces ? Que al fin y a la postre, cuando la cinta se exhibe se ha cambiado, no solamente el título, por el que se ha pagado miles de dólares, sino que hasta el argumento se ha cambiado y Mejorado” de tal manera que al mismo autor le es imposible reconocer el producto de su mente. ¿Qué es lo que hace a las productoras cometer tales barra MORENO basadas? Cualquiera lo adivina, y se necesitaría la ayuda de Scotland Yard para poder descubrir a los culpables que son muchos y se esconden detrás de una valla impenetrable, protegidos por el instinto de conservación propia con que los intereses creados de los estudios saben ampararse y bajo el cual han perdurado hasta ahora. Y decimos “hasta ahora” porque habiéndose reducido notablemente las ganancias de esta industria, hay indicios de que los industriales y banqueros, verdaderos dueños del negocio, deseen saber la causa de la merma y empiecen a investigar por cuenta propia. Hace un año o más que Bancroft hizo una cinta del hampa que fué un éxito rotundo y desde entonces hemos tenido un verdadero diluvio de esa clase de cintas, la mayoría verdaderos esperpentos. Más tarde hubo otro éxito estruendoso con una cinta de tema social o sexual, si se prefiere, y sólo ahora empiezan a abandonar este tema cuando el público, hastiado, se niega a concurrir a los teatros con la frecuencia de costumbre. CTUALMENTE el éxito de “Skippy” y “Tom Saw yer” va a precipitar una avalancha de cintas infantiles y el resultado será un montón de películas mediocres, pues será muy raro que se vuelvan a reunir elementos de la calidad que produjo esas dos obras de una naturalidad y verismo que mucho nos deleitaron. Cuanto mejor sería que los productores en vez de imitarse los unos a los otros, siempre celosos de las ganancias que sus rivales están cosechando, dedicaran sus esfuerzos a buscar temas originales que fueran filmados por directores de talento sin trabas ni cohibiciones de ninguna especie. Si así sucediera, el cine.no se encontraría en el estado anémicoque hoy se encuentra y su popularidad no habría menguado en lo absoluto. Pero la originalidad en la selección de temas y la concesión de carta blanca a directores de reconocida habilidad, es cosa imposible bajo los métodos de producción que hoy rigen en los estudios. Una película por semana o sea un promedio de cincuenta y dos películas al año es la norma establecida de esta industria; norma que más bien se adapta a la fabricación de cualquier artículo de comercio o de consumo que a la producción de un producto artístico y espiritual como lo es una obra cinemática. Nos parece que sería mucho más sensato, así como provechoso el producir un número limitado de películas artísticas y amenas, que el “fabricar” una cantidad excesiva de cintas cuya mayoría tienen que ser de mediocre calidad, ya que no se les ha dado ni la atención debida mi el tiempo necesario para que sean obras de mérito. Pero de qué vale pensar en estas cosas (wa ala página 71) 7