We use Optical Character Recognition (OCR) during our scanning and processing workflow to make the content of each page searchable. You can view the automatically generated text below as well as copy and paste individual pieces of text to quote in your own work.
Text recognition is never 100% accurate. Many parts of the scanned page may not be reflected in the OCR text output, including: images, page layout, certain fonts or handwriting.
POR CARLOS ES BORCOSQUE
valerse de la gente de cine, aquellos que permanecieron fieles a su profe. sión, esperando el fracaso de los invasores de la escena. Una declaración reciente da a entender que emplearán única y exclusivamente artistas de cine, desechando los elementos del teatro que tan poco o nada hicieron en favor de la industria cinematográfica con su colaboración. Y esto mis mo está ocurriendo en casi todos los
estudios. Y Hagamos pues un balance en e
momento en que el cine vuelve a ser cine, en que vuelve por sus fueros de espectáculo mímico en el cual la pala bra, agregada ya definitivamente, re: resentará una porción peJune Clyde, arriba, per> no eltoral POLOS tenece ahora al elenco pelo y Universal, donde pasa el Gran número de los tiempo, por ahora, lucienantiguos astros y estrellas do ante la cámara. A (va a la página 40) la izquierda, Walter Byron, que hace poco
actuó con gran éxito, en “Three Wise Girls.”
HAGAMOS UN RESUMEN
N 1923 el cinematógrafo sufrió un
golpe de gracia: el cine sonoro trans
formó sus sistemas, hechó por tierra todo lo adelantado técnicamente hasta ese instante, y barrió con estrellas, astros, y personalidades en general. El teatro invadió a Hollywood. Las antiguas estrellas de la era silenciosa escondiéronse en sus palacios de Beverly Hills, temerosas siquiera de ir a hacer una prueba ante los micrófonos del movietone para no recibir las carcajadas burlonas de los “príncipes de la dicción.”
Charlie Chaplin creyó muerta su habilidad de “mimo” e hizo una prueba secreta de su voz. Nadie oyó jamás esa prueba, que el bufo guardó celosamente, exhibiéndosela a si mismo sin que nadie estuviese presente. Hay quien dice Que su voz grabó de manera tan imperfecta, coincidiendo tan poco por su sonido y su énfasis con el tipo cómico del famoso artista, que éste juró no dejarse oir jamás en la pantalla. El cine silencioso nos había dado un Chaplin que hablaba en gestos: el cine hablado hizo enmudecer al genio.
Todo se cambió. Durante dos años alguna actriz de teatro cubrió, con su prestigio de las tablas, la fama de media docena de estrellas de otra época. Docenas de artistas famosos desaparecieron, y los carteles se llenaron de películas habladas por los más famosos histriones del Broadway neoyorquino.
ERO pronto pasó ese período. La situación volvió
a su antigua calma. Los estudios hicieron demasiadas inversiones técnicas, contrataron excesivos artistas de las tablas en una orgía de competencia financiera, pagando sueldos que jamás habían llegado a ganar los astros más destacados de la era silenciosa. Y la industria sufrió las consecuencias. Las películas dejaron de ser acción para ser sólo diálogo. (Cerráronse miles de teatros de los Estados Unidos y los capitalistas negaron su apoyo a los productores. Los magnates que manejaban, como se4 derecha tenemos ñores feudales, los recintos de los micos de la empresa talleres, tuvieron que abandonar R.K.O. Bert Wheeler y las riendas y hoy circulan por Robert Woolsey, en una
Hollywood en busca de trabajo. de esas poses que tanta risa causan a sus admira
La tn e Era A dores. Su última actuados años buscó los mejores elemención ante la cámara ha tos del teatro, vuelve ahora a sido “Girl Crazy.”
34