Cinelandia (August 1932)

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OLLYWOOD está acostumbrado a los mayores absurdos, pero cuando se susurró que Ann Harding y Harry Bannister se divorciaban, no pudo ocultar un gesto de infinita sorpresa, pues si había pareja enamorada y feliz, era esa. De ahí que se hayan empezado a lanzar conjeturas alrededor de esa disyuntiva: ¿divorcio porque no se llevan bien juntos, o.meramente un ardid de publicidad £ Como en el caso de otros matrimonios cinescos que se han divorciado otrora por igual causa, la fama de Ann Harding opaca bastante la personalidad de su marido Harry Bannister, pero en este caso, los esposos Bannister han anunciado a los cuatro vientos su divorcio, dando por razón que él, Harry, pueda así hallar por sí solo el nombre y la carrera que ahora se le dificulta encontrar. Esa es la versión oficial, por lo menos, pero en los mentideros se duda de su sinceridad. Los esposos Bannister eran Abajo vemos a Ann Harding, una aa ica osas estrella de cine, contemplanni , Pp do pensativa, el cuadro ín ceden de buenas familias. Ambos habían estado siempre de acuerdo en sus intereses, viniendo originalmente del teatro. timo y feliz que un día no lejano formaran ella, su esposo, e hijita querida, en su casa en lo alto de las colinas hollywoodenses. ¿Volverá a reunirse algún día esa pequeña familia, o seguirán distanciados, victimas de las circunstancias que rodean a los “mimados” de la fortuna cinemática? A ninguno de los dos le gustaba participar de la vil: alegre y frívola de la Meca del Cin Pasaban la mayor parte del tiempo ens magnífica casa en las colinas que circu POR libres al cultivo intenso del hogar, a ate der solícitamente a su hijita Jane. Ult MARCELO ALF ONSO mamente se habían aficionado apasiona mente a la aviación y a menudo haci largas excursiones y viajes cortos por los alrededores. En sum eran tan contrarios al espíritu de Hollywood que la noticia 4 su divorcio cayó como una bomba. ¿Cual es la verdad ? ESDE luego es curioso que esta noticia coincida con! divulgación de los planes de Ann Harding relativos a% deseo de retirarse de la pantalla, dedicarse al teatro, y dedical sobre todo a escribir, ambición que toda su vida ha alimenta Se necesita ser algo. obtuso para no imaginar que detrás d todo este “imbroglio” hay una pequeña tragedia, quizá ajenl amor y devoción que se tengan, pero no por eso, menos motiW dora de disgustillos y celos que parecen culminar en una “amb tosa separación.” Cartas dando la versión oficial del asunto fueron remitido a todos los periódicos hace algunas semanas. De ellas* desprendía que “a pesar del amor y respeto que ambos! tienen,” habían convenido en evitar que la murmurac pública le siguiera colgando al marido el apodo de * Ann Harding.” a su amor el qué dirán dan la ciudad y dedicaban todos sus ral l Ahora bien, si se aman, ¿por qué antepoM (va ala páginal y