Cinelandia (September 1932)

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CINELANDIA, SEPTIEMBRE, 1932 dijese con tal valentía, cara a cara, cuales son los errores cometidos y con los cuales la industria cinesca se ha venido minando hasta perder en gran parte el favor popular. Su primera frase fué para condenar la orgía y el derroche de sueldos que la industria y sus cabecillas han venido distribuyendo a su alrededor con una prodigalidad fantástica, no buscando siempre el mérito en el empleado, sino la amistad, el parentesco o la influencia. Dió a entender que de aquí en adelante atacaría los males que corroen a Hollywood, hablando frente a frente, con las cartas a la vista, acabando de una vez por todas con las politiquerías, insidias y favoritismos que han distinguido la obtención de los mejores puestos en la industria del cine. Y dió a entender que para mejorar la situación actual solo había un paso decisivo: la rebaja de sueldos, cuyo aumento había llegado a tales extremos que los miles de dólares resultaban hoy en Hollywood tan poco interesantes, como una docena de ellos en cualquier otra industria norteamericana. “Hace pocos días,” dijo Mr. Kent, “un astro que gana la friolera de cinco mil dólares semanales, fué a verme para exponerme sus dificultades, sus necesidades y su “difícil” situación . ¿Es posible que con ese salario se pueda hablar de dificultades?” Por primera vez desde que se decidió la filmación de películas en otros idiomas, habíamos oído a un jefe ejecutivo de un estudio encarar con franqueza y con habilidad el problema de los mercados extranjeros. Frente a las declaraciones de algunos productores que han asegurado, erróneamente por cierto, que nuestros públicos no se interesaban en absoluto por escuchar cintas en su propio idioma y que preferían con mucho las películas habladas en inglés, aún sin entenderlas, Mr. Kent dijo francamente, que el advenimiento del cine sonoro había producido un problema y provocado una crisis; que ya Hollywood no satisfacía como antes a sus mercados extranjeros y que éstos demostraban ese desinterés por la cinta en otro idioma, no respondiendo como antes con el dinero que habían enviado siempre a las arcas de las empresas productoras. “America Latina,” agregó, “nos enviaba anualmente veinte millones de dólares, y hoy apenas se nos envían doce.” Nadie ha tenido la valentía de decir esa verdad que de paso prueba, una vez más, la Importancia financiera de un mercado por el cual hoy día los productores de Hollywood no paracen demostrar interés, habiéndose desistido por lo menos hasta este instante, de buscar una solución que resuelva la situación anómala de surtir nuestros cines con Películas en un idioma extranjero. Mientras en Hollywood se producen algunas cintas en francés, alemán e italiano, sincronizándose el resto de la producción para surtir esos "espectivos mercados, que en total no constituyen, financieramente, ni la mitad del volumen del mercado de habla hispana, nada se hace en nuestro idioma para satisfacer un cliente que ha estado enviando veinte millones de dólares al año y que en estos tiemde de crisis envía aun un millón mensual a as empresas productoras de películas. Al amplio discurso de Mr. Sidney Kent siguieron Otros de no menor importancia de o Warner, presidente de los estudios E o y de otros productores y gente 0 a odos ellos estuvieron de acuerdo a absoluta necesidad de hacer economías AO con la orgía de gastos que ha o típica en Hollywood. Pero en bie a actual crisis de la industria se de e parte a la calidad del material Bda | Istace ya, como satisfizo hace una » 208 gustos del público. La cinta con diálogo se ha vuelto artificial, ha perdido la humana naturalidad de los argumentos y se ha acercado demasiado al teatro. Los productores, dominados por el exceso de autores y literatos empleados en sus talleres, buscan ahora el aplauso de los críticos más que la aprobación de la masa popular, y las películas están adquiriendo así una categoría artificial en que apenas si el éxito puede obtenerse entre un núcleo reducido, mintras el gran público no puede gozar ni celebrar esas producciones en las cuales no hay humana verdad ni sentimientos normales, habiéndose abandonado los temas sencillos o románticos que exaltaban el ingenuo entusiasmo popular, para reemplazarlos por asuntos de exagerado ultramodernismo, frívolos y ficticios. Gran parte de la producción actual, más digna de ser censurada que aplaudida, explota ángulos sexuales que hubiesen avergonzado hace algunos años, y si al hacerlo se ha conseguido atraer a las boleterías a un pequeño grupo de gentes que quizás no iban al cine antes, en cambio se ha barrido de ellas a millones de ciudadanos y familias normales y sencillas que eran las que producían las fantásticas utilidades de la industria. El remedio está a la mano y los productores de Hollywood están ante el problema de probar sus habilidades directivas, administrándole antes de que sea demasiado tarde. ¿QUIERE UD. FILMAR .... (viene de la página 5) silencio con que había venido a Hollywood, con que se había casado, con el mismo desprecio por los alamares de la publicidad, partió María al lejano archipiélago polinesio donde la película había de filmarse. Iban con ella Douglas Fairbanks, estrella y productor del film y un viejo conocido nuestro, que también trabajaba en él: William Farnum. Durante seis semanas estuvieron trabajando a tres mil millas de Hollywood sin que tuviéramos copiosas noticias de ellos. Regresaron con la cinta casi concluida, con la quietud armoniosa que siempre engendran unas vacaciones pasadas al lado de la mar, un poco más bronceados los rostros y un poco más rojizos los cabellos. Todos los periódicos se han hecho lenguas de la buena estrella de María, quien ha venido a triunfar precisamente cuando todas nuestras actrices derrretían sus cetros de estrellas en las nieblas delicuescentes de sus sueños. Pocos, casi nadie ha hecho justicia a María proclamando la constancia con que ha esperado y la humildad con que vió alejarse la protección del hada que la había traído a California. Era una mañana de primavera que por lo triste y oscura recordaba el invierno. El sol no tenía fuerza para herir de un golpe a la niebla ni devolver a las cosas las formas y colores que les había quitado la noche. La casa de María Alba se gallardea sobre un peñasco, a cosa de cuarenta metros de Los Feliz Boulevard. Desde la terraza donde estábamos sentados se divisa el continuo trajín de automóviles a lo largo del Boulevard. María viste un traje azul y blanco de flexible saten téte de mégre. Está un poco más delgada que cuando trabajaba en las cintas hispanoparlantes. Sus cabellos, antes negros como la pez, han enrojecido un poco. María apenas se retoca los labios que fingen un rojo ticianesco, siente un gracioso desdén hacia las artes cosméticas. —Evidentemente—dice—trabajar con Fairbanks ha sido la mejor oportunidad con que me ha regalado Hollywood. Pero créame no quería ir; cuanto han publicado los periódi 49 ¡NO TE BESARE hasta que te quites esa PINTURA! 1 IGURATE a mi marido diciénl dome semejante cosa! Y hablaba en serio. Mis labios le repugnaban precisamente cuando yo creía estar más ida. io, ¿Parece usted pintada? Quizás lo parece, aunque no se haya dado cuenta de ello. Colores que, aisladamente, se ven preciosos o que quedan muy bien a otras mujeres, resultan desagradabilísimos en los labios de usted. ... ¡Corrija usted tal defecto inmediatamente! No juegue con sus propios encantos. De hoy en adelante .. . use Tangee en los labios. TANGEE no da la apariencia de pintura. No es pintura. Se trata de un maravilloso descubrimiento que cambia de color en los labios para ajustarse al matiz natural que más la favorece. Acentúa su encanto. Natural, impermeable y permanente. Su base de cold-cream calma la irritación, suaviza los labios y evita que se agrieten. Compre usted TANGEE en cualquier droguería o donde vendan cosméticos. No es más caro que los lápices ordinarios para los labios. LAS MEJILLAS NO DEBEN VERSE PINTADAS El Colorete Tangee cambia en las mejillas como el Lápiz de Tangee en los labios. Les da el tono que mejor se ajusta al cutis individual y no tiene apariencia de pintura. Cuando compre Lápiz Tangee, pida también Colorete Tangee. 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