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cos acerca de mi viaje es falso. Las cosas sucedieron como voy a contárselas.
Una mañana me telefonó la esposa del director Harlan diciéndome que Fairbanks buscaba una chica española que hablase el inglés regularmente para la película que pensaba filmar en Oceanía. Naturalmente me interesó la noticia y pedí a mi agente se entrevistase con Fairbanks. El bueno de mi agente tomó la cosa muy de su espacio, perdió algún tiempo y cuando vió a Fairbanks le mostró mis fotografías pero sin hablarle nada en concreto. Mientras tanto Lupita Tovar había sido llamada al estudio para rendir una prueba fotográfica especial. Como a Fairbanks no le satisfizo la prueba, me mandó llamar. Llegué a su oficina a media tarde. Fairbanks no estaba y hube de entretenerme leyendo magazines durante algunos minutos. De improviso llegó Fairbanks con _dos de sus secretarios. Nosotros habíamos sido presentados dos años y medio antes. Pareció reconocerme y se mostró interesado: en mí desde el primer momento.
Sáquese los zapatos—me dijo con llaneza.
Miró con detención mis pies, sonrió, y me preguntó cuantos pies tenía de estatura.
—Cinco con tres pulgadas—contesté.
—Está muy bien. Su tipo me gusta mucho, se parece a la imagen que tengo de la muchacha a quien ando buscando. Ojos negros, gracia, algo de originalidad y sobre todo muchísimo sex appeal. Lástima que haya venido a verme demasiado tarde, sólo faltan cinco días para que salga la expedición y creo que llevaré a Lupita Tovar. Sus primeras pruebas no estaban bien pero he ordenado que se le tomen otras.
—Me alegra mucho el que se haya fijado en Lupita—le dije a Fairbanks. —Es una buena chica que está comenzando como yo, que sostiene a su madre y que merece el apoyo de todos. Prefiero que sea ella la elegida, después de todo yo tengo a mi esposo mientras que ella está sola.
—Usted es la muchacha más original que he conocido. Viene a verme para conseguir un papel y luego se alegra de que otra chica se lo lleve.
Por la noche conté a mi esposo lo que había ocurrido, mi visita a Fairbanks, mis deseos de hacer el viaje, etc. Dave se entristeció muchísimo, pero no me contestó nada.
A la mañana siguiente, cerca de las once, me llamó por teléfono desde su oficina.
—¿Has leído los periódicos?—me pregun
,
to.
El callicida mundial :--nunca falla
CINELANDIA, SEPTIEMBRE, 1932
Aquí vemos una escena de la película de la Paramount “Los mandamientos olvidados,” con Marguerite Churchill y Gene Raymond en los papeles principales. En este film toman parte también Sari Maritza y Irving Pichel. Es una historia basada en la revolución rusa.
—No.
—Hay algo que te interesa. Lupita Tovar ha firmado contrato con Douglas Fairbanks.
Sentí unas ganas locas de llorar. Me impresionó mucho la frialdad cortante con que mi esposo me daba una noticia que debía creer desagradable para mí. Corrí a casa de una amiga y me eché a llorar desesperadamente. Me consolaron un poco y ya más serena, conversé con mi esposo durante la comida.
—No creas—le dije—que deseo ir con Fairbanks. Sólo el interés por mi carrera me llevaría fuera de tu lado. Pero te prometo quedarme. Te quiero, tengo. todo lo que necesito, renuncio contenta a toda tentativa para trabajar en películas.
—¿De veras me prometes no ir?
—De todo corazón.
El entusiasmo del primer momento se había desvanecido ya. Pensé que por mi esposo bien vale renunciar a todas las películas que Hollywood pueda ofrecer y no volví a pensar en el asunto.
¿Qué había sucedido con Lupita mientras tanto? La noche siguiente a mi conversación con Fairbanks, Lupita ofreció un nuevo test mucho más cuidadosamente ejecutado que el anterior. Alguien la felicitó diciéndola que el papel era suyo y la buena chica lo creyó a pie juntillas. Inmediatamente llamó a Louella Parson para decirla que Fairbanks la había contratado. En realidad la situación era idéntica. Mi agente estaba empeñado en que no había tiempo para que Fairbanks me diese un test. Y tenía razón, den
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tro de tres días debía hacerse a la mar el yate.
Pasé algunas horas pensando en que estaba comprometida con mi esposo para quedarme, pero pensando también en que aun era posible que Fairbanks me contratara. Pero ya había decidido no aceptar nada y no disgustar a Dave.
El sonido del teléfono me distrajo. Era mi esposo.
—María, tienes que ir. Fairbanks ha decidido llevarte y tú has firmado ayer un compromiso con él, ¿cómo me prometiste renunciar al viaje?
—Te dije que no iría y no iré. Además no he firmado ningún contrato.
—¿No has firmado nada?
—Nada . .. es decir, un papel sin importancia, diferente de los contratos y que Mi siquiera leí.
—Pues ese papel era la promesa de contrato. Ahora no te queda más remedio que aceptar.
Instantes después me llamaron del estudio. Fairbanks creía que yo contaba con las mayores probabilidades para partir y qu debía ir a Los Angeles y arreglar con el Cónsul español mi pasaporte para Tahitl.
Salí realmente mortificada. Me remordía la conciencia, la promesa hecha a Dave.
Cuando llegué a la oficina que controla los pasaportes, encontré un -empleado de Fairbanks que me dijo: S
—No se moleste señorita en pedir permiso para visitar Tahiti. Lupita Tovar ha sido definitivamente contratada.
—i¡ Gracias a Dios., estaba de lo más aptnada. Me ha quitado usted una pesadumbr€ inmensa. ¿
—;¡Que! ¿Se alegra usted de no trabaja! con Fairbanks? /
—De todo corazón. Ayer prometí a Mi esposo que no movería un resorte para hacel el viaje y quiero cumplir mi promesa y Quit” ro quedarme a su lado.
Pedí permiso para usar el teléfono Y mé a Dave.
lla