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3 *=3 4 54 S
RATE EI PIO. UNES: AAN ATEO RA
* de revelado.
L laboratorio cinematográfico
es el recinto de los “héroes
ignorados” de la pantalla. La gloria efímera del cine se la disputan y se la dividen, productores, escritores, directores e intérpretes, sobre todo estos últimos. Los entusiastas de los secretos técnicos del espectáculo cinematográfico se preocupan de recordar los nombres del director artístico que dibujó los sets, del ingeniero que tuvo a su cargo la grabación del sonido o del cameraman que fotografió la cinta.
Pero nadie recuerda a los empleados del laboratorio, que no saben de sets ni de reflectores, que no conocen a las estrellas de cerca, pero que en cambio las sumergen por la noche, en celuloide, en los baños químicos. Como los tipógrafos, que sin aportar la obra original nos dan—y no es poco mérito —la forma gráfica en que nuestra labor sea apreciada, el laboratorio en sí es una colmena nocturna que, como las “cajas” de un rotativo, trabaja calladamente en las horas en que astros y estrellas descansan o se divierten en los cabarets, preparando las películas que se exhibirán al día siguiente en el estudio y dando la palabra final sobre lo filmado con anterioridad.
La escena más grande y más costosa, la reproducción de una batalla o el espectáculo de un número revisteril, llegan al laboratorio en una pequeña caja de lata y entran a las máquinas de desarrollo continuo, en la penumbra rojiza de los cuartos Y el jefe del departamento revisa, provisto de una pequeña lámpara de mano, de luz roja muy tenue, mientras la cinta húmeda y amarilla va tomando en to
El cómico Robert Woolsey se separa de
su socio Wheeler lo suficiente para po
nerse a jugar con Thelma Todd en una
escena del film “Hips, Hips, Hurray,” en
que estos tres cómicos se divierten y hacen divertir de lo lindo.
POR CARLOS F. BORCOSQUE
nos negruzcos la intensidad de la esce-na. Y si el cameraman se equivocó o el electricista no iluminó el conjunto correctamente, el negativo no servirá. La palabra del hombre del laboratorio es final y los miles de dólares gastados el día anterior en el set, o la escena dramática inimitable encarnada por los intérpretes, no podrá ser utilizable si el laboratorio «la declara técnicamente inútil.
Las tareas del laboratorio abarcan una cantidad de actividades diversas, pero la más importante de todas es obtener un negativo perfecto. La fabricación de copias es, por el contrario, labor sencillísima y de ribetes comerciales que no preocupa, y tanto así que ningún estudio, por grande que sea, posee dentro de sus instalaciones un departamento amplio para editar los positivos. Estos últimos son hechos, generalmente, en Nueva York, que es el punto de partida de la distribución y embarque de cintas a los teatros del mundo entero.
A MAQUINA más importante de un laboratorio cine
matográfico es la de revelado o desarrollo contínuo. Ocupa, en la sala principal de aquel, un espacio bastante extenso y es una complicada instalación de ruedas, engranajes y cubetas. Su costo asciende, en las más pequeñas, a veinte mil dólares, debido especialmente a las patentes de invención de quienes la crearon. Antiguamente los negativos se desarrollaban en bastidores cuadrados en los cuales se colocaba cierta porción de película negativa — sesenta metros aproximadamente — y que a su vez eran colocados en cubetas verticales para su desarrollo. Este sistema, abandonado hace años por sus imperfeccio
nes, tenía el (va a la página 42)
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