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Los Nuevos
de
Astros
CINELANDIA
lance artístico del año cinematográfico de Hollywood, resultan muy halagueñas las cifras finales de
N' siempre, cuando se hace un ba
calidad. De cantidad siempre la ciudad P.
BORCOSQUE
del cine se excede a sus períodos anteriores. Cada vez se hacen más películas y cada año se consume mayor número de
millones de dólares en hacerlas. Pero no podríamos decir siempre, por desgracia, que cada vez son todas ellas mejores que las del período anterior. Y es una ley norteamericana ineludible: la ley de “standardización,” que convierte la mercadería artística en producción mayorista, como los automóviles o la goma de mascar.
Sin embargo, hay que convenir en que dentro de una producción cinematográfica cada vez más copiosa, el número de buenas películas que pueden seleccionarse es superior, en cantidad, al de las que se producían hace algunos años como la total contribución de Hollywood para los teatros del mundo. Los medios técnicos han mejorado, el número de intérpretes ha aumentado en cantidad y en calidad, y sólo en un punto podría decirse que el cine norteamericano
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POR CARLOS
Arriba vemos a Katharine Hepburn, de RKO, y
abajo, leyendo de izquierda a derecha, Margaret
Sullavan, de Universal; Francis Lederer, de RKO,
y Mae West, de Paramount.
sigue sin alcanzar el grado de adelanto que tiene en sus demás aspectos: en los argumentos.
Los asuntos utilizados siguen siendo, en su mayoría, de una vulgaridad y una trivialidad desesperante, no por falta de mejores de qué echar mano, sino porque el productor de | Hollywood, más comerciante que artista y más preocupado de acumular dólares que prestigio espiritual, sigue obede-ciendo ciegamente los gustos de la fi masa y sólo filma obras de cuyo éxito populachero está asegurado con antlcipación. En ese sentido, la película norteamericana necesita sacudirse— y lo conseguirá algún dia—de ese | criterio de novela por entregas en
que sólo se pretende asegurar una venta amplia y profícua.
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da dl
OCO a poco, sin embargo, sur
gen en Hollywood algunos es| fuerzos esporádicos por darnos mejor — cine espiritual, olvidándose un poco de esa obsesión de hacer una película a base de una técnica muy buena — y unos nombres de intérpretes muy famosos por su vida privada. Hemos tenido durante 1933 buenas cintas basadas en buenos argumentos, tomados de obras de teatro y de novelas de pres. tigio, en los cuales los intérpretes exce