Cinelandia (May 1934)

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o que Ganan IEMPRE ha interesado morbosamente descubrir la suma de dólares que recibe un astro o una estrella de la pantalla. Podría decirse además que todo el fantástico prestigio de que se ha rodeado a los artistas cinematográficos y el extraordinario encanto que Hollywood ejerce sobre los aficionados del mundo entero, se debe exclusiva ) Si es cierto que los astros y estrellas del cine ganan sumas fabulosas, no es menos cierto que suele. vada posición en el firmamento cinelándico demanda de ellos gas 3 4 LE tambien muy Uno de los modos más populares de gastar dinero es comprándose un buen auto, como el que muestra Jean Harlow en esta foto. Abajo, una grandes velada ofrecida por el productor Carl Laemmle. Frente a la cámara podemos ver a Lew Ayres y June Clyde. mente a los sueldos que según se asegura, reciben los intérpretes más famosos. Yo soy un convencido de que, con la excepción de pocos artistas de verdadero mérito histriónico, el espectador acepta y hasta admira en el cine a una cantidad de elementos juveniles de poquisimo valor artístico—estrellas sobre todo—-por el simple hecho de saber que reciben en Hollywood varios miles de dólares semanales y porque ello produce un extraño espejismo que hace aceptar, sin discusión, la labor de ese artista a quien los estudios pagan sumas tan grandes. No es un secreto ya que la publicidad desmedida que Hollywood ha venido haciendo a sus artistas es responsable en sus tres cuartas partes, de la curiosidad que ese artista despierta en el mundo. Obsérvese además que esa publicidad se basa exclusivamente en hechos que nada tienen que ver con la habilidad interpretativa del artista. Jamás se reproducen párrafos de críticas extranjeras, ni se 14 mencionan opiniones autorizadas; pero se habla en cambio de la vida privada del artista, del costo y el tamaño de su residencia de Beverly Hills, del número de automóviles que posee, de sus fiestas y sus viajes. Y se va aumentando así la curiosidad popular por aquel intérprete que al aparecer en la pantalla provoca una sensación de admiración, de inofensiva envidia, por así decirlo, al igual que cuando se observa una escena palaciega impresiona más el boato en que se sabe que viven esos personajes que el mérito intrínseco y personal que puedan tener. E Hasta ahora, con algunas excepciones muy escasas, los sueldos de los más famosos artistas de la pantalla eran en cada: caso personal un misterio que sólo conocían el interesado, el departamento legal del estudio y el abogado de aquel, cuando más. Por un acuerdo, muy explicable por cierto, la cifra verdadera ganada por cada artista de importancia -se mantenía en el secreto más absoluto y ni sus AE de, ici caió YE