Cinelandia (May 1934)

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Una pose de Robert Young y Janet Gaynor, amantes del film “Carolina,” de la empresa Fox. Derecha, Sally Eilers, estrella de ese estudio. Las estrellas se ven precisadas a tomar precauciones contra los pedigiienos que continuamente las molestan. L deseo supremo de las estrellas parece encerrarse en esta frase: “No me pidan dinero, no me pidan nada.” Hasta personalidades de tan reco nocido espíritu de camaradería, solidaridad y caridad como Marie Dressler, Marion Davies, etc., sienten la necesidad de que sus amigos los dejen tranquilos y supriman sus constantes peticiones de dinero, de reco mendaciones, de colaboración en negocios, ete. Pocas personas conocen a fondo este aspecto de Hollywood, acaso el más real y el menos sospechado. Todos saben que en la correspondencia de las estrellas se encierran a veces peti Su defensa contra los SABLISTAS POR MARCELO ALFONSO ciones de ayuda económica o de recomendaciones para conseguir trabajo o para convertirse en estrellas. Pero nadie se figura que el noventa y nueve por ciento de esa correspondencia es de tan desagradable tenor. “Tras unas frases amables y algún recuerdo a la actuación de la estrella en sus últimas películas, el firmante espeta su petición: “¿Podría usted ayudarme a mejorar mis negocios prestándome trescientos dólares?”, o “¿Podría usted ayudarme a abrir una estación de gasolina para mi marido, que hace dos años está sin empleo ?”, o “Présteme, por favor, cinco mil dólares para pagar la hipoteca que grava mi finca tal o cual, antes de que la saquen a remate los acreedores.” Si las estrellas dieran atención especial a cada una de estas cartas, tendrían que tener a sueldo un ejército de secretarias y mecanógrafas. (va a la página 45) S 5