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POR CARLOS F. BORCOSQUE
Hace dos o tres años Ruth Chatterton era la estrella dramática de la emoción y hoy sus películas, que aparecen de tarde en tarde, son recibidas friamente por el público. Robert Montgomery, que en 1931 era un ídolo, es ahora un buen leading-man que algunas veces agrega una nota liviana, pero secundaria, en las películas en que actúa, habiendo perdido el derecho al estrellato para el cual parecía encaminado y que hasta fué anunciado. Y sin embargo, el público no protesta y se satisface con verle, de vez en cuando, aunque no sea en grandes producciones.
ELEN HAYES, cuyos éxitos dramáticos han sido definitivos, conquistando en poco tiempo un enorme prestigio, se aleja temporalmente de la pantalla . . . y la pantalla sigue su camino sin ella, lo que no podría haber ocurrido hace una década con Mary Pickford, aunque debamos reconocer en la estrella rubia menos condiciones histriónicas que en aquella otra, a pesar de lo cual nos gusta mucho más como figura cinematográfica. Antes el público se entu
siasmaba y enloquecía, ahora admira y se interesa. Sólo una figura y un nombre sigue teniendo igual prestigio que aquel que tuvieran hace años las estrellas de la era silen
ciosa: Greta Garbo. De aque(va a la página 51)
A la derecha, una actriz retirada que retorna a la pantalla: Esther Ralston, a quien veremos en “Sadie McKee,” film de MGM, con Joan Crawford en el rol principal.
Arriba, un trío de estrellas que fueron universalmente famosas y ahora viven la vida prosaica de burgueses. Norma Talmadge, Mary Pickford y Corinne Griffith.
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