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Lois January puede estar orgullosa de su belleza que despliega ventajosamente en un traje de baño en el film “Loves of a Sailor,” de MGM.
mente puede decirse que sufren un detenido y escrupuloso examen! En primer lugar, me interesa que las muchachas sean bonitas porque en el primer acto de todas mis obras las actrices se presentan siempre con vestidos de noche, lo mismo que lo harían en la más rigurosa sociedad; por consiguiente, es su cara lo que ha de impresionar al público. Si su cara no es de facciones lindas y armoniosas, si no tiene ese no sé qué indefinible que hace que una mujer sea admirada desde el primer momento que se la ve, es desechada inmediatamente.”
“Después presto atención a la figura. No tengo un tipo especial de belleza. El tamaño de una mujer nada tiene que ver con su belleza si es proporcionada y no resulta ni una enana ni una giganta. Lo que hace que el cuerpo de una mujer sea bello es la línea, lo mismo que en un dibujo o en una estatua. La mayoría de mis actrices tienen unos cinco pies y seis pulgadas de estatura, pero algunas apenas pasaron de cinco pies y varias casi medían seis .. . y unas y otras eran tan bellas como las demás.”
“Cuando una muchacha es linda y está bien formada, lo inmediato para mí es que sea graciosa, que tenga personalidad, que pueda actuar como una señora y que no le falte inteligencia . . . La conocida frase
“linda pero imbécil” no se refiere a mis actrices; deben ser lindas y tener la inteligencia necesaria para saber conservar lo que la naturaleza les dió y saber aprovecharlo artísticamente para el conjunto de las escenas en que toman parte.”
De las quinientas muchachas a que se reducen las que originalmente solicitan empleo
en el teatro de Carroll, después de ser exa-.
minadas de acuerdo con las exigencias que quedan anotadas en sus propias palabras, apenas quedan cien. De entre éstas, Carroll elige las cincuenta o sesenta que finalmente ha de contratar, no teniendo para nada en cuenta el color de los ojos o el cabello o la piel, ni el tipo a que pertenecen. Más aún, en cuanto es posible, él trata de seleccionar tipos completamente diferentes porque de ese modo habrá mayor cantidad de expectadores complacidos, puesto que cada uno tiene un gusto distinto.
Entre las condiciones que las aspirantes deben reunir, para nada cuenta la experiencia teatral. “La experiencia teatral no tiene importancia para mí; a una mujer inteligente se le puede enseñar y yo no contrato a ninguna que no lo sea,” asegura el famoso empresario y director.
No hay ni que decir que muchas de estas muchachas tienen de cabeza a más de un viejo
CINELANDIA, AGOSTO, 1934
atolondrado que piensa que su dinero es bastante para conseguir lo que sólo la juventud y belleza varonil es capaz de ganar: el amor
de una mujer joven, constantemente expuestaf a la tentación y al peligro. En muchos de los'k
más resonados divorcios neoyorquinos ha salido en la prensa el nombre y fotografía de
alguna de estas chiquillas deliciosas que, aló fin de cuentas, no ha cometido otro delito quel el de ser preciosa y no mostrarse muy tacañall
al prodigar su belleza . . . y generalmente el enamorado ha tenido que pagar por partida doble: a la mujer divorciada y a la que causó el divorcio. Es curioso ver el aspecto que presenta la entrada al escenario del teatro donde actúan las muchachas de Carroll:
un sinnúmero de autos de las más costosashi marcas, guiados por chauffeurs vestidos conh lujosas libreas o uniformes, esperan siempreh pacientemente la salida de las chiquillas; y, al verlas a la puerta, dirigen el carro hasta/k ellas, que suben a él con la mayor naturali-| dad .. . no siempre para ir a ver al que|)
las mandó a buscar. Cien dólares por semana
Sin embargo, mo todas las coristas de
Carroll tienen la escena como escaparate para|h No tienen necesidad de:
exhibir su belleza. hacerlo. Si lo hacen es porque en otro ambiente y en distinto lugar habrían hecho lo
mismo, aunque probablemente no en tan ele| El salario mínimo que recibe |
vada escala.
una de estas muchachas es el de cien dólares semanales, y con eso no hay mujer que no
pueda vivir bien .. . y hasta hacer ahorros. | " Además, todos los gastos que requiere la con
servación de su belleza, su instrucción teatral
y social, sus vestidos y cuanto se relaciona |
más o menos directamente con su trabajo, corre por cuenta de la empresa. En tales con
diciones, ¿qué necesidad tiene una mujer |
de extraviarse del camino honesto? Es un hecho bien conocido que muchas coristas de
las “Vanities,” muchas que han tenido la en
tereza y energía necesarias para seguir siendo honestas sin dejar de ser bellas, abandonaron la escena.para casarse con hombres de
alta posición social y prominencia, y crearon
después una familia que no hubieran podido crear de haber permanecido escondidas en el rincón de la ciudad o en el pueblo lejano de donde vinieron a Nueva York.
Tratando de Earl Carroll y de sus muchachas, no estará de más recordar un incidente sucedido hace algunos años.
Próxima a inaugurarse una de sus temporadas, Earl Carroll invitó a unos amigos a una fiesta en su teatro, en la que les prometió darles la mayor sorpresa que hubiesen hasta entonces recibido. A esa fiesta, ¡naturalmente!, asistieron casi todas sus coristas y, entre ellas, una chiquilla de formas perfectas y cara inquietante (porque en ella había una
boca capaz de hacer pecar a un santo y unos |
ojos diabólicamente prometedores) apenas salida de la pubertad. Antes de terminar la fiesta, la muchacha desapareció; y más tarde, cuando todos pensaban que ya era hora de marcharse a casa, las cortinas del escenario se corrieron y apareció en la escena bañado por luces artísticamente combinadas, un baño lleno de champagne en el que había una figura maravillosa! ¡la muchacha que había desaparecido de la fiesta!
Pocos momentos después, los invitados, aleccionados por Carroll, empezaron a llenar sus copas con el champagne del baño, con tanta prisa que se diría que tenían empeño en vaciarlo cuanto antes . . . no sería fácil decir si por la calidad de la bebida o porque una vez consumida ésta la “bañista” no tendría cubriéndole el cuerpo ni siquiera el ligero velo que formaba el líquido amarillento,
¡Se armó un escándalo mayúsculo! ¿Por la inmoralidad que suponía presentar a una
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