Cinelandia (September 1934)

CINELANDIA, SEPTIEMBRE, 1934 Un teatro de barrio neoyorquino organizó un concurso de tap dancing con premios en metálico, obteniendo uno de estos el bueno de Jack Oakie. Esos cincuenta dólares fueron los primeros que ganó nuestro amigo. Han pasado varios años. El tap dancing no da muestras de desaparecer de los escenarios. Oakie, que para ganarse la vida tuvo que ser mensajero, empleado de banco, etc., podría hoy ganar unos cuantos cientos de dólares como bailarín de tap. A ello se dedicaría indudablemente si perecieran los miles de dólares que prudentemente ha ahorrado. Muchos de los actores de Hollywood proceden de profesiones que nada tienen que ver con el cine y en las que llegaron a ser hábiles cuando no soñaban con Hollywood. Otros han aprendido nuevas profesiones gracias a las prebendas a que tienen derecho las estrellas. Leslie Howard, por ejemplo, es un cameraman con tanta experiencia y habilidad como cualquiera de los ases de la industria. Si Howard perdiera su fortuna y sus prerrogativas de estrella, si ningún productor volviera a interesarse por él, se marcharía alrededor del mundo rodando películas documentales (travelogs), cintas en las que vibrara la danza de los pigmeos de Africa, la belleza imperturbable de los otentotes, las complicaciones voluptuosas de los árabes, etc. Elissa Landi, al igual que Ann Harding, ganó también su primer dinero cuando era alumna de escuela. Vendía novelas cortas para un magazine que quincenalmente aparecía en Londres. Cuando el teatro la distrajo de su preocupación de convertirse en escritora, capaz de vivir espléndidamente de su pluma, Elissa Landi continuó escribiendo sin ambición económica alguna. De entonces acá ha escrito y publicado tres novelas, una comedia en dos actos y numerosos cuentos. Cuando pasen los años y le falte la juventud que tan imperiosamente demanda el cine de sus intérpretes, la Landi piensa volver a sus faenas literarias. Otro actor que viviría también de su pluma, de no contar con los magníficos emolumentos que reciben las estrellas, es Gregory Rattoff, cuya última. comedia “I Loved an Actress,” ha sido llevada a la pantalla recientemente. pes Richard Cromwell ganó su primer dólar vendiendo esculturas hechas en terracota y en vidrio. A ellas recurrirá si la necesidad le obliga. Como se ve, casi todas las estrellas demostraron desde su más tierna edad, espíritu de empresa y deseo de independencia económica. Casi todas conocen alguna manera de ganarse la vida aparte de su arte. S. M. EL FILM HISTORICO (viene de la página 23) las perfecciones de la ciencia plástica, asemejarse al emperador de Francia que tenía frente despejada, barbilla prominente y las proporciones del rostro demasiado divergentes de las suyas. Y la Warner vió desvanecerse su proyecto de sumergir al protagonista de “Silver Dollar” en los entorchados relucientes del uniforme militar. El trabajo de los especialistas de Hollywood tiene fidelidad relativa. En el caso de Napoleón, es duro creer que pueda Paul Muni resultar una repetición demasiado fidedigna. En el caso de Nerón, ciertos rasgos de la cara no tenían sino lejana semejana; por ejemplo, la boca. La distancia entre la nariz y el labio superior era mucho más reducida en el rostro del original, y según el Satiricón de Petronio, el bélfo inferior de su majestad imperial era tan prominente y elástico, que le permitía en casos de excesivo mal humor, lamerse con él la punta de la nariz. La labor del director en una película histórica es de suma importancia. Cualquier punto débil en un tema de suyo sugestivo, se proyecta fulminantemente. Alexander Korda hizo de Enrique VIII una creación que mereció el epíteto de genial. Los elementos de que dispuso y la suma de dinero invertida, no explican las proporciones del éxito obtenido. No así Cecil De Mille en “The Sign of the Cross.” El indiscutible talento del director hollywoowense no se lució en esta película, porque los elementos empleados no estuvieron a la altura del éxito, un éxito más bien espectacular. El público evidentemente se divierte en una película de esta clase, dada la pompa de los decorados y las indumentarias estrambóticas de otros siglos; pero una película histórica que no deje una impresión profun-da en el auditorio, es de antemano un fracaso. La razón es obvia: Hacer que el señor Perico de los Palotes venga a la pantalla para decir y hacer insubstancialidades, es una calamidad de or den secundario, pero sin duda es intolerable sacar a Napoleón de su tumba de granito, remover un tema gigantesco y no pasar de resultados mediocres. Hay que admitir que las últimas creaciones de Korda han puesto en los productores de Hollywood un óptimo deseo de triunfar en la palestra histórica. Es de discutir si sus aptitudes para esta clase de films son realmente magníficas, pero la memoria evoca aquellos “Tres Mosqueteros,? de Douglas Fairbanks, que más bien debieron llamarse los “Tres Titiriteros,” porque eran una exhibición de arte gimnástico. : El film histórico se basa en la perfección del detalle. Un director de la envergadura de Cukor, por ejemplo, entraría triunfalmente en el tema histórico. Catalina de Rusia, si no fuera por la perfección y delicadeza con que ha sido filmada, sería una película monótona y pobre de dramaticidad. Y es increíble lo bien que el público responde a estas grandes epopeyas históricas. Un mentís a los que creen que el público cinesco no merece absolutamente nada. El espectador menos sobresaliente contempla con fruición la resurrección de la historia y no se divierte menos que se divertiría en una comedia moderna. En cuanto a los actores, el film histórico es para ellos un supremo regalo, e influye en sus vidas con cierta fuerza. Claudette Colbert declara su entusiasmo por el papel de Popea que desempeñó sin gran éxito en “The Sign of the Cross.” ción de la vida romana, el extraño capricho de ser reina. Esto no me sucede en los miles de personificaciones que he llevado a cabo en la pantalla. No. El otro día, a la hora de tomar el desayuno, sentí cierta tristeza al ver que las esclavas etíopes no estaban allí, mi la música de harpas se filtraba suavemente por los cortinajes de seda. Y sin duda, esta actriz que tan gratos ensueños experimentó al través de su carac 53 ¡Que hermoso nene ! Eso dice todo el mundo de los nenes que se crían sanos y con buena salud. El modo más seguro de mantener el estómago sano, evitar cólicos, flatulencia y demás peligrosos sintomas de desarreglos digestivos es el de emplear regularmente el Jarabe Calmante de la Sra. Winslow. Por más de 80 años ha sido el guardián de la salud de los nenes en todos los países del mundo. 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