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Cinelandia (January 1935)

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OLLYWOOD H Boulevard es una línea recta que divide Hollywood en dos zonas perfectamente demarcadas. Al sur está la ciudad, las barriadas del oeste de Los Angeles, los estudios de cine, el valle inmenso que se extiende hasta el mar. Al norte, una sucesión de colinas verdes, tachonadas de casitas blancas; un lugar de misterio y de ilusión, caminos que trepan en vueltas cerradas, hondonadas claveteadas de árboles enhiestos, un letrero enorme anunciando a los habitantes de Hollywood que viven en Hollywood (por si son distraídos); y por encima de todo esto, el cielo azul y el sol, reflector gigante, que los electricistas del cinematógrafo sueñan con meter algún día dentro de un set inmenso. Do!lores del Río está descansando de sus labores cinematográficas y LAS doce del día, el movimiento es inusitado a lo largo de las aceras de esta calle luminosa y quizas trágica, que es la arteria principal de de su viaje a México, donde fué recibida calurosamente por sus paisanos. A la derecha, Joan Blondell en los terrenos de su casa a orillas del Pacífico y no lejos de Hollywood. Joan espera la llegada de un bebé. la ciudad del cine. Las “extras” vestidas de colores claros, tocada la cabeza rubia o morena con esos sombreros insolentes, de pequeños y estilizados, pasan por el boulevard mirando con deseo los escaparates. A veces, cuando han trabajado “una semana,” llevan las manos cargadas de paquetes. Los restaurants donde las estrellas acuden con frecuencia, forman una especie de cuartel general en la esquina de la calle Vine y Hollywood Boulevard, donde tres orgullosos rascacielos sombrean la calle cuajada de. e automóviles. | Henry's, el inolvidable café de las camareras que vinieron a Hollywood a ser estrellas, ha desaparecido ya. En su lugar, unos cuantos metros más allá surgió “Sardi's,” una visión modernista de ángulos y varillas metálicas. La fachada sugerente, un problema de geometría, pone una nota de 22 futurismo en la calle bordeada d sólidos edificios. Las estrellas entra y salen. Ruido inextinguible de pli tos. Clamor metálico de tenedores! cuchillos. El pavo guisado se aci rruca resignado en su fuente de plat y desde la cocina llega el buen olo del New York Steak. En una mes almuerzan tranquilamente Did Powell y Bill Gargan con sus res pectivas parejas. Dick tararea ul cantito por lo bajo mientras se acerca el camarero. Bill charla agitada mente sobre su última película.