Cinelandia (May 1935)

Record Details:

Something wrong or inaccurate about this page? Let us Know!

Thanks for helping us continually improve the quality of the Lantern search engine for all of our users! We have millions of scanned pages, so user reports are incredibly helpful for us to identify places where we can improve and update the metadata.

Please describe the issue below, and click "Submit" to send your comments to our team! If you'd prefer, you can also send us an email to mhdl@commarts.wisc.edu with your comments.




We use Optical Character Recognition (OCR) during our scanning and processing workflow to make the content of each page searchable. You can view the automatically generated text below as well as copy and paste individual pieces of text to quote in your own work.

Text recognition is never 100% accurate. Many parts of the scanned page may not be reflected in the OCR text output, including: images, page layout, certain fonts or handwriting.

Un bue ¿Puede un director de cine obtener triunfo mayor que llevar a su estrella al altar? 66 LO MENOS,” dice Lubitsch, “el matrimonio le asegura al director la obe diencia de su estrella. ¿Qué más puede desearse en el set donde todo es batallas interminables entre la estrella, el director y sus asistentes ?” Pero el casamiento de Margaret Sullavan con su director William Wyler, no fué ante un altar. Fué una unión prosaica ante un juez de paz y en traje de calle. Y es porque las estrellas de Hollywood dan siempre a su público lo que ellas no tienen. Parecen felices, sus EA Arriba, en el círculo, Margaret con su leading man, po Marshall, y en la página opuesta, el vestido e novia que luce ella en “The Good Fairy,” film Universal. Arriba, una foto de Margaret Sullavan y su “director,” en el set de “The Good Fairy.” POR MARCELO ALFONSO espíritus son sin embargo pasto de ambiciones, de preocupaciones, de ilusiones deshojadas. Parecen jóvenes; las más de ellas llegan a su alta condición de estrellas cuando confrontan el fantasma de los treinta años. Y treinta años de una artista equivalen a cuarenta y cinco de cualquier mortal. Han reflexionado alguna vez mis lectores en que las mismas estrellas a quienes admiran vestidas de novias no han usado casi nunca en la vida privada ese vestido? Las más de ellas se casaron cuando eran demasiado pobres para comprarlo. Otras quisieron casarse en secreto, o de prisa, entre dos representaciones (va a la página 36)