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Carole Lombard hará el papel de manicurista en su próxima película que se titulará, “Hands
Across the Table,” de Paramount.
Aquí la vemos con el director Mitchell Leisen, consultando
el libreto para una escena a punto de filmarse.
cuantos fantamas increíbles en la escuela de Arundel. Y con decir esto basta para demostrar que la vida de la intérprete de “Bolero” y “The Trumpet Blows,” desconoce la tragedia y los disturbios sentimentales. Realmente no deja de ser sorprendente la vida de Frances Drake. Cuando era niña, en el Canadá, fugaba a solas a ver las auroras nórdicas. Pasaba sustos y angustias y una vez se perdió en lugares peligrosos. Un chino quiso secuestrarla en Toronto. Dos monjes muertos y una duquesa trágica la ofrecieron su amistad tétrica en Inglaterra.
Bueno . . . después de todo quisiera uno oirla decir cosas más interesantes. Quisiera uno oirla hablar de los vivos y no de los muertos, de otras agradables experiencias juveniles, de sus primeros años, y sobre todo del amor. Porque Frances es la encarnación del amor, del fuego, de las pasiones incontenibles. Conjunción increíble de todos los deseos, pequeña embajadora de las regiones de ensueño oriental. Y espera todavía al príncipe de Golconda, capaz de llevársela consigo. Y, según ella, una mujer puede vivir soltera y feliz.
UNA CHARLA CON JOE E. BROWN
(viene de la página ?7)
se opuso a ello. Dios me dió un rostro que no podía servirme para otra cosa.
—¿Cómo comenzó usted ?
—Me atraía el público y a los nueve años era acróbata en un circo.
—i¡ Sorprendente!
—Yo era el más joven de los famosos “Five Marvelous Ashtons.” Trabajé todo el verano y regresé en el invierno a mi casa para volver a la escuela. Vivía con mi familia en Toledo.
El clown de rostro chinesco sonríe como en sus mejores tiempos. Evoca su iniciación y se comprende que no se ha arrepentido,
luego prosigue:
—El jefe de la cuadrilla me trataba muy mal. Apenas si me daba de comer y me maltrataba a menudo. Yo nunca se lo dije a mi madre porque no me habría dejado volver y yo estaba dispuesto a pasar todos los padecimientos de la vida antes que abandonar el círculo luminoso . . .
El hombre de carácter, el niño prodigiosamente aficionado a las tablas no deja de sorprender con este golpe de voluntad ajena a los temperamentos enfermizos que ve uno en Hollywood.
—Le cuento a usted todo esto porque creo
CINELANDIA, NOVIEMBRE, 1935
que es lo más interesante de mi vida.
—Siga, siga ...
—El circo tenía para mí una atracción in. descriptible. Pero la vida en esos lugares, entre gente desprovista de todo sentimiento es cruel . . . Yo era un niño y a menudo tenía que comerme las lágrimas de rabia y desesperación. Pero lo soportaba todo por tal de que no me echaran.
Gente de circo. Seres de instintos fríos. Tienen en sus manos el destino de entretener al mundo. Y para comerciar con las risas de las gentes, se marchitan el espíritu y se vuelven toscos y fríos. Estos histriones repulsivos fueron los compañeros de juventud de mi famoso interlocutor. Debió haber sido una vida trágica.
—Una noche me dijeron en otro circo que si no hacía con perfección cierta prueba en el trapecio, pagaría en la forma debida, Esa noche estaba más nervioso que nunca
. . La gente, las luces, la amenaza ... todo pesaba sobre mí. Y naturalmente, fracasé. El jefe de la cuadrilla, que me tenía sujeto de las manos, me soltó con la mayor sangre fría. Al caer me rompí una pierna y tuve que ir al hospital.
Aquí concluyó la historia de su vida en el circo.
—No volví más. Era una vida demasiado dura. Traté de dedicarme al baseball.
— ¿Logró usted hacerlo?
—Con relativo éxito.
—¿Ganaba dinero?
—Si. Era profesional y jugaba. con el St. Paul Club. Yo soy loco por los deportes. Es mi afición favorita y nunca he perdido un campeonato mundial de baseball. Después del cinema es mi más grande afición. Quiero que mis hijos sean buenos deportistas.
—¿ Cuales son sus deportes favoritos?
—¡ Ah, casi todos los deportes! Y, sin embargo, yo detesto el entrenamiento. Créame usted, creo que no es necesario. Para mí toda rutina es una pérdida de tiempo. He aprendido a boxear, lucha grecoromana, football, natación, etc. Así es que como usted comprenderá estoy muy ocupado y no tengo tiempo para un entrenamiento sometido a reglas y horas.
—Comprendo.
—Yo soy un hombre sencillo. No me llevo bien con la mayoría de la gente de Hollywood. Pero ni yo me meto con ellos ni ellos conmigo. Me gusta antes que nada la naturalidad de la vida; los deportes sin exageración; tengo mi modo de pensar; me gusta la juventud, y el deporte, usted sabe parece que retarda considerablemente la vejez... Yo hubiera querido quedarme siempre en mis primeros años. La escuela . . . Los temas de alumnos, odios tremendos porqué se pierde un partido, momentos de heroismo sublime. Ese es mi concepto de la vida ..un deporte.
—Es el más bello concepto de la vida, Mr. Brown. Si todos lo tuvieran.
—Pero eso es tan difícil.
—Apostaría cualquier cosa que es usted feliz, humanamente ....
Joe E. Brown abre su boca despampanante, sus ojos brillan y con cierto gesto fanfarrón admite que si, que él es feliz.
Y así es como he conocido en Hollywood al hombre feliz. Un hombre relativamente sencillo. Claro, como que la clave de la felicidad ha sido siempre la sencillez. Entré todas las maneras de matar el tiempo, Y “matar el tiempo” es, ha sido y será siem: pre la suprema ciencia de la vida, ninguna más inofensiva y saludable que el deporte.
—Usted sabe. Yo sostengo un club de baseball, “Joe Brown Stars” y con frecuen cia actuo de scout gratis para clubs y 450" ciaciones del este.
—Es usted un verdadero propulsor del de
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