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hy Juan, Jr.
Los Juegos Olímpicos de 1936 perteseen a la historia. De aquí a cuatro is cuando vuelvan a celebrarse, esta wen tierra japonesa, pocos serán los gue recuerden los nombres de todos los leredores, los records, y demás detals que hace un mes llenaron las pri“eras planas de los diarios del mundo aero, Algunos nombres serán recoridos, no tanto por sus hazañas en el impo de los deportes, sino por la cuaUiiad dramática que los ha separado 'atomáticamente de la masa de los atleis, Así como ahora recordamos apenas rls vencedores en 1932, con excepción lbalgunos muy contados.
Y entre esos muy contados descuella Zabala, el argentino, no por su carrera lbMaratón que ha sido duplicada cienis de veces en la historia de las Olimnidas. Recordamos a Zabala, por su utoria dramática en alto grado. Peleño de estatura, humilde represeninte de un gran país de la América, su legada a la meta sostenido por su indomble corazón que lo llevó a la victoria wndo ya sus fuerzas casi lo habían bandonado, fué el acto más dramático lelos Juegos Olímpicos de 1932 en Los Ángeles,
Y aquellos de nosotros que vivamos tn 1040, recordaremos también los nomies de Jesse Owens, y Ralph Metcalfe lyquizá John Woodruff), por estar sus lmbres rodeados de lo excepcional. Pirque esos tres muchachos norteamelanos son de la raza negra y porque ellos los atletas de los Estados Unilis no hubieran podido ganar. Pero no eso sólo su derecho a la fama. Ciulidmos de un país donde, teniendo las
mismas libertades del blanco, no siempre han sabido o podido aprovecharlas, estos tres muchachos, estudiantes de tres universidades destacadas de Norteamérica, se han visto proyectados por la dama Fortuna y por el derecho de sus músculos, al pináculo de la gloria, y han sabido mantener una actitud humilde y decorosa.
Durante su participación en los Juegos Olímpicos en un país donde la moda actual es proclamar la superioridad de la raza sajona sobre las otras razas, el triunfo material y moral de estos tres dignos representantes de la raza negra, demuestra que la igualdad entre gente de distinto color no es un juego de palabras, cuando las razas se encuentran en un plano de mutuo respeto y dignidad. ¿Quién, que ha seguido las crónicas de lo Juegos Olímpicos, no ha quedado impresionado con la conducta del negro Owens, rodeado de blancos admiradores por todas partes? Con una modestia que ha sabido mantener inmutable en medio de los vítores y las aclamaciones, alabanzas y aplausos, que hubieran hecho perder el seso a muchos mortales, Jesse Owens se ha colado por entre nuestros corazones y nuestra conciencia, dejando allí gratas impresiones.
Todavía se comenta aquella anécdota ya famosa del día que corriera su primer heat de los 100 metros. Sonriente,
ESTA FOTO DE JESSE OWENS LO MUESTRA EN UNA DE SUS MEMORABLES CARRERAS, EN QUE SIEMPRE SALE VENCEDOR POR UN MARGEN AMPLIO. A LA DERECHA, JACKIE COOPER ESTA TRATANDO DE HACER UN HOMBRE DE FREDDIE BARTHOLOMEW EN EL FILM "THE DEVIL IS A SISSY'", DE M-G-M.
lara Nosotras
impávido, esperando el momento de ponerse en línea, Jesse se acerca a su contrincante más cercano y le alarga la mano. ¿Por qué lo hizo? Era un gesto de amistad, una prueba de su sportmanship. Deseaba a su contricante buena suerte, así como esperaba igualmente que el otro también se la deseara. Pero el gesto fué interpretado por otros de distinta manera. En vista de lo que ocurrió un minuto después, parecía que Jesse se despedía del otro. Al llegar él a la meta, el otro quedaba atrás, muy detrás. Hay quien dice que Hitler vió el gesto de Owens y no cesó de reir divertidamente por mucho rato.
Gente como esta, estos seres extraños que dedican su juventud y sus fuerzas a la acumulación de laureles sin valor monetario, nos señalan el camino que la humanidad debe tomar si queremos vivir en paz con nuestros vecinos, de todas las razas y colores. Cien mil germanos, adherentes de una doctrina extraña a la que nos diera Jesucristo, se levantan unánimemente y vitorean con delirio al representante de una raza despreciada, pero representante también (por vínculos más fuertes que el color del pellejo) de un país donde aún creen en la igualdad siempre que esa igualdad se mantenga en el plano de mutuo respeto por los derechos ajenos.
ES % * + +
Los dos o tres lectores que quizá leen mis notas deportivas, se acordarán que hace dos meses hice mención de la atleta inglesa Louise Weston, que se convirtió de la noche a la mañana en hombre. Pues, dije entonces que no
sería extraño que otras figuras feme