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ninas del deporte salieran siendo machos. Y por si no lo han leído en los periódicos anteriormente, les diré que en los Juegos Olímpicos en Alemania, se armó un barullo porque un periódico polaco acusó a la atleta norteamericana, Helen Stephens, vencedora en la carrera de cien metros, de ser macho. Sólo un hombre, declaraba el periódico, podía haber derrotado tan decididamente a la atleta polaca Stella Walsh. Pero incluso la madre de Helen y todas las autoridades olímpicas, aseguran que Helen es lo que aparenta ser, una femme. ¡Pero qué femme! Con unas zancas larguísimas y unos brazos ídem, la madre natura debe haberse equivocado lastimosamente, cambiando de opinión a mitad de la jornada. * * *
¿Creen Uds. que esto podría suceder en nuestras tierras? En Los Angeles hay un diario de la mañana y otro de la tarde que, generalmente, se venden sin ayuda de vendedor vocinglero. En las esquinas estratégicas, ya sea colgado de los postes o descansando en las aceras, se encuentran estantes conteniendo el periódico en cuestión. El parroquiano echa mano al diario e inserta su precio de tres centavos en la cajita que, convenientemente, se encuentra en el estante para ese objeto.
Y así, con una confianza asombrosa en la honradez del público, los administradores de este periódico han levantado un negocio magnífico en pocos meses. Pero, ¿dónde están esos desalmados sin conciencia, que no sólo se llevarían los diarios sin pagar, sino que se llevarían estante y dinero? Eso es lo que piensa el lector y eso es lo que pienso yo, conociendo como creemos conocer la escoria humana, según la hemos observado en nuestros países desde nuestra niñez.
—Pero después de todo — dirán ustedes — en los Estados Unidos, la patria de los gangsters de alto calibre, debe haber rateros que no vacilen en aprovecharse de esa oportunidad de robarse unos centavos. Y sí los hay, pero muy pocos, tan pocos que su cifra es insignificante. ¿La razón? La ignoramos. Quizá sea debido a que no existe la necesidad de arriesgar tanto por tan poco. O quizá sea una concepción arraigada de lo que constituye la honradez. Vale robarse millones, y hasta miles si hay oportunidad de salir incólume, pero robarse unos centavos que sólo perjudicarían a un pobre vendedor que arrienda esos estantes, es cosa que causaría remordimiento.
Y es, sobre todo y por todo, un respeto por lo ajeno que, aunque violado algunas veces, es producto de una abundancia que desde tiempo inmemorial existe en este país y que no ha hecho del robo y la ratería el arte quintaesenciado que ha llegado a ser en tierras donde la lucha por la existencia es más dura y desesperante.
Ed * * Ed +
Entre todas las cosas raras que pasan en el mundo diariamente, pocas pueden compararse al suceso que hace poco ocurriera en una aldea de Rumanía y que fué la muerte de una mujer, ocurrida durante su propio entierro. Marta
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A CLARK GABLE LE HAN ENTRADO AMBICIONES PUGILISTICAS, O ES UN CANARD DE PUBLICIDAD. AQUI LO VEMOS PREPARANDOSE A FILMAR UNA ESCENA DE '"'CAIN Y MABEL”, DE WARNER BROTHERS, BAJO LA DIRECCION DE LLOYD BACON.
Markovics, desde la muerte de su esposo dos años antes, había trabajado desesperadamente para mantener la granja que era su solo sostén y el de sus tres hijitos.
Pero, evidentemente, el trabajo era demasiado penoso para sus fuerzas, y un día, sus vecinos la encontraron muerta, al parecer, víctima de un ataque cardíaco. Siguiendo la costumbre de su raza, los parientes y amigos de Marta colocaron el cadáver en un ataúd descubierto que a su vez montaron en una carreta de labranza. Formando un cortejo de acongojados dolientes, la procesión se dirigía al cementerio, cuando a mitad del camino se nota un movimiento del sudario en el ataúd.
Ante la espantada visión de los concurrentes, la “muerta” se levanta, mirando a su alrededor con ojos que parecían salir de sus órbitas. Dando un grito espantoso, al darse cuenta de la situación, Marta pega un salto fuera del vehículo y se tira a correr a través de los campos. Pero le faltaron las fuerzas, debilitada por los tres días de ayuno en su rol de muerta, y a los pocos metros cayó al suelo «casi desmayada. Puesta de nuevo en la carreta, bajo el cuidado de tres de sus amigas, el excitado cortejo dió una vuelta redonda dirigiéndose a casa.
Cinco minutos más tarde, al volver una curva, un auto veloz se enfrenta con ellos, y en el terrible choque que ocurriera, carreta y ocupantes salieron volando por el aire. Las tres mujeres que sostenían a Marta, aunque maltrechas, salieron con vida, pero la “muerta” se encontraba debajo de la carreta volteada. Esta vez había muerto de verdad.
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Por de la Horia
Clark Gable quiere ser el knockout. Ya tiene el cincuenta y. ciento del título. Hasta hoy no hay de bre que haya ganado, espiritualment, mayor número de mujeres en el mud Y Clark no es de peso completo, (ty astro, es peso pluma. Y emplea A gentiles. Ni puñetazos, ni derecha ni uppercuts. Una sonrisa, sus gy transparentes, los hoyuelos en las Me jillas .. .y ¡zás! las mujeres caen tl minadas, enamoradas del astro, A y paso por Sud América, hace seis 1065 fué ganando por knockout a cuanta dj. ma conoció. Fué el triunfador.
Pero no le basta. Prácticamente quie ahora dejar knocked-out a los hom. No hace mucho, en la recién termina película “San Francisco”, puso fuer y combate a un par de entrenador ¿| encarnar a un campeón boxeril. De! fué arrendado a los estudios de Wama! Brothers para filmar la cinta “Cay Mabel,” como compañero de Marin Davies. También ese rol es de boxead Y filmando una escena con un exam peón californiano, lo tendió por el sur, de verdad, al primer puñetazo. |
El vencido es empresario boxer; aunque dolorido, se levantó sonriente
—Acabo de descubrir—dijo—un le las manos más pesadas que he senti en mis mandíbulas en toda mi vil! Clark Gable, con un poco de entren miento, sería capaz de dejar knocke-] out al campeón del mundo.
Y Gable lo ha tomado en serio. Porl] menos eso es lo que se corre en Foll; wood, aunque lector, yo que conozo le estos trucos de propaganda, te doy l noticia a beneficio de inventario ll astro ha pedido ya el permiso con pondiente a la Boxing Commission 4 California y lo ha conseguido.
—Quiero desafiar a Joe Louisf Gable. al
Pero lo dijo un jueves y al vil siguiente Max Schmeling le dió a ll la sopapina del siglo. De mod ahora Gable tendría que enfrent con el mismísimo alemán o con BM dock. Porque todo un astro que k visto frente a Greta Garbo y a Clau" Colbert, no puede ahora ir al Ml! pelear con un cualquiera.
Esto de mezclar dos profesiones lí distintas lo considero peligroso * Gable gana, a lo mejor lo hará a 00 de haber arruinado su perfil. Si pi ¿qué mujer le aceptará, más adela! dominando en la pantalla a una estr lla? El knock-out no se lo perdi! nadie. '
El teatro y el atletismo no tientl ya tos de comparación. El cine, po! seré natural, menos artificial, permite hi tromisión de algunos atletas. Los£ E de la pantalla son hombres sanos, el dernos, fuertes y hasta hay cami como Weissmuller y Crabbe. Per ps a que de Hollywood salga un eel del mundo del ring hay mucha gif cia. Además, el ejemplo es e Gable triunfa y se coloca el 0% ,)! mundial, el ejemplo cundira Y cd mejor a John Barrymore se le % ; | desafiar a Zabala en el | George Arliss competir en tl $ la garrocha. ... ,
1ey del